Se ha visto que, al considerar los problemas y dificultades de alguien, es importante seguir un proceso. Según Harold J. Sala (2015), este...
Se ha visto que, al considerar los problemas y dificultades de alguien, es importante seguir un proceso. Según Harold J. Sala (2015), este proceso constituye de tres fases (exploración, encuentro y reconstrucción), de las cuales vimos la de la exploración que tiene como meta la identificación del problema. Esta fase crucial puede durar entre algunas horas hasta varias semanas.
A continuación abarcaré las dos restantes: el encuentro y la reconstrucción.
Ejemplo: Si alguien se siente como «el patito feo», insignificante y no valorado, normalmente tiende a tener dificultades interpersonales, a sentirse mal y ansioso, a tener metas negativas (Ej.: Necesito llamar la atención para que los demás se compadezcan de mí; Necesito complacer a todos para ganarme su aprobación) que se alcanzan con métodos cuestionables (Ej.: victimización, impotencia, constantemente estar mal, sobre-ocupación).
Haber identificado esto, se llega a la fase del «encuentro», o sea, la fase de la confrontación. En la confrontación, el consejero hace ver al aconsejado su propia responsabilidad dentro del problema y también las consecuencias que trae consigo tal comportamiento. Con esto, el pasado sale del foco y lo que cuenta ahora es el presente, del cual dependerá el futuro. La pregunta clave: ¿Qué vas a hacer ahora? Normalmente la respuesta suele ser un «No sé» y nuevamente se le pregunta por sus opciones de reacción. Se las elabora y después al haberlas analizado, se elige una de las mismas. (Sala, 2015)
Retomando el ejemplo anterior, el consejero ayuda al aconsejado a detectar y rechazar las mentiras del enemigo acerca de su identidad y le ayuda a formar una identidad arraigada en el amor de Cristo,
caracterizada por saberse aceptado, querido, estimado, perdonado y justificado por la gracia de Dios. Esto le lleva a elegir la voluntad de Dios, es decir, a apreciar a los demás, a servirles sin intenciones de complacerles o «despertar lástima», a construir relaciones amistosas que se caracterizan por un dar y recibir mutuo, lealtad, honestidad, perdón y libertad de elegir.
En síntesis: Aconsejamos ante problemas y dificultades personales viendo a la persona de manera integral, detectando el problema de fondo (la «raíz» de la dificultad), aceptando la propia responsabilidad dentro del mismo y las consecuencias que trae consigo, ensayando nuevos patrones de pensamiento y comportamiento que reflejan el carácter de Jesús y que glorifican a Dios.
A continuación abarcaré las dos restantes: el encuentro y la reconstrucción.
Fase 2: Encuentro - Analizar las opciones disponibles y elegir una de ellas
Al haber visto «el estilo de vida» del aconsejado, identificado sus síntomas de los cuales habla, las enfermedades que sufre, los errores y pecados a los cuales tiende y le pesan, los miedos que le perturban, los patrones de conducta y de pensamiento que le caracterizan, se puede descubrir qué tipo de conflictos tiene, qué trastornos relacionales y qué dificultades personales (Ruthe, 2015).Ejemplo: Si alguien se siente como «el patito feo», insignificante y no valorado, normalmente tiende a tener dificultades interpersonales, a sentirse mal y ansioso, a tener metas negativas (Ej.: Necesito llamar la atención para que los demás se compadezcan de mí; Necesito complacer a todos para ganarme su aprobación) que se alcanzan con métodos cuestionables (Ej.: victimización, impotencia, constantemente estar mal, sobre-ocupación).
Haber identificado esto, se llega a la fase del «encuentro», o sea, la fase de la confrontación. En la confrontación, el consejero hace ver al aconsejado su propia responsabilidad dentro del problema y también las consecuencias que trae consigo tal comportamiento. Con esto, el pasado sale del foco y lo que cuenta ahora es el presente, del cual dependerá el futuro. La pregunta clave: ¿Qué vas a hacer ahora? Normalmente la respuesta suele ser un «No sé» y nuevamente se le pregunta por sus opciones de reacción. Se las elabora y después al haberlas analizado, se elige una de las mismas. (Sala, 2015)
Fase 3: Reconstrucción – Ayudar al aconsejado a descubrir y elegir la voluntad de Dios para su vida
Una vez que el aconsejado reconoció sus patrones de conducta y pensamientos conflictivos, no espirituales o pecaminosos, aceptó las consecuencias de las mismas, se puede hacer una corrección de los mismos. Recordamos: Una restauración y transformación espiritual se expresa siempre en una transformación del estilo de vida. Implica una renovación de la mente, la cual es obra del Espíritu Santo.Retomando el ejemplo anterior, el consejero ayuda al aconsejado a detectar y rechazar las mentiras del enemigo acerca de su identidad y le ayuda a formar una identidad arraigada en el amor de Cristo,
caracterizada por saberse aceptado, querido, estimado, perdonado y justificado por la gracia de Dios. Esto le lleva a elegir la voluntad de Dios, es decir, a apreciar a los demás, a servirles sin intenciones de complacerles o «despertar lástima», a construir relaciones amistosas que se caracterizan por un dar y recibir mutuo, lealtad, honestidad, perdón y libertad de elegir.
En síntesis: Aconsejamos ante problemas y dificultades personales viendo a la persona de manera integral, detectando el problema de fondo (la «raíz» de la dificultad), aceptando la propia responsabilidad dentro del mismo y las consecuencias que trae consigo, ensayando nuevos patrones de pensamiento y comportamiento que reflejan el carácter de Jesús y que glorifican a Dios.
Acerca del autor:
Sabine Wiebe ([email protected]) es consejera y profesora en el Instituto Bíblico Asunción. Como psicóloga atiende también en forma particular. Ha realizado estudios en Formación Docente (Filadelfia, Chaco), Teología (IBA) y Psicología Clínica (Universidad Católica de Asunción). Es miembro de la Iglesia Hermanos Menonitas Concordia.
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