La culpa es comúnmente la raíz de los problemas emocionales. Este sentimiento se presenta a partir de que la persona diferencia entre el bie...
La culpa es comúnmente la raíz de los problemas emocionales. Este sentimiento se presenta a partir de que la persona diferencia entre el bien y el mal. Es necesario diferenciar entre dos tipos de culpas:
(a) La culpa real: Este el sentimiento que nos muestra que hemos transgredido la Ley de Dios, que hemos pecado.
(b) La culpa ficticia: No en todos los casos la culpa tiene una raíz espiritual, mas bien, un trasfondo emocional, la persona puede haberse entregado ya a Cristo pero todavía le vienen esos sentimientos de culpa. Incluso puede que constantemente le esté pidiendo perdón
a Dios por ese sentimiento, porque le sigue perturbando el sentimiento de culpa. Esto es una reacción anormal producida por el ambiente, situaciones vividas en la niñez. Puede que en algunos casos la victima no ha tenido un verdadero arrepentimiento o no tienen la fe de recibir el perdón de Dios, confunde la tentación con pecado y se siente culpable constantemente, experimenta enojo, temor, tristeza, deseos sexuales y vergüenza, y estas emociones son normales, no necesariamente un pecado.
a Dios por ese sentimiento, porque le sigue perturbando el sentimiento de culpa. Esto es una reacción anormal producida por el ambiente, situaciones vividas en la niñez. Puede que en algunos casos la victima no ha tenido un verdadero arrepentimiento o no tienen la fe de recibir el perdón de Dios, confunde la tentación con pecado y se siente culpable constantemente, experimenta enojo, temor, tristeza, deseos sexuales y vergüenza, y estas emociones son normales, no necesariamente un pecado.
Estos sentimientos de culpa tanto la real como la ficticia pueden tener diferentes manifestaciones: conducta ejemplar, dolencias somáticas corporales, auto condena, auto castigo, hostilidad - buenas acciones. Así como este sentimiento tiene el propósito de afligirnos también tiene un propósito beneficioso, sirve de alerta de que algo no está bien en nuestro interior, ya sea con la relación con Dios y con los que nos rodean. Nos muestra que hemos hecho algo que no esté de acuerdo con de Dios, y eso nos lleva a los sentimientos de ansiedad, haciéndonos sentir indignos ante Dios, con el fin de llevarnos hacia el arrepentimiento, la culpabilidad nos impulsa a una limpieza de la confesión, la que nos ayudara a restaurar la comunión con Dios.
Para lograr una buena restauración ante este sentimiento es conveniente que:
(a) La persona reconozca lo que el pecado verdaderamente es.
(b) Expresarlo y no guardarlo.
(c) Reconocer que es mediante la obra expiatoria de Jesucristo.
Es importante que el pastor acepte al individuo tal cual es, animándole a sentirse libre de expresar lo que en su interior hay, motivarle a la confesión permitiendo que se produzca un arrepentimiento por su pecado. La persona que tiene una culpabilidad ficticia le cuesta aceptar el perdón divino, se siente inseguro, indigno y procura infligirse el castigo que cree que se merece. Es por ello que el consejero debe recordarle que nadie es perfecto, y que Dios es un padre amoroso abierto a perdonar.
Para encontrar la raíz que ocasionó este sentimiento, el consejero debe ayudar al paciente a distinguir si es un sentimiento de culpa real o ficticia. Si la persona descubre que son reales, producida por el Espíritu Santo, encontrará la solución a ese sentimiento a través del perdón de Dios y se sentirá un gran alivio.
Fuentes:
Dr. Esdras Betancourt. Introducción a la Psicología pastoral. Editorial Clie.
Paul Hoff. El Pastor como Consejero. Editorial Vida.
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