Cómo hablar de sexo con tus hijos: Vivimos en un mundo donde la información sobre sexualidad está más disponible que nunca. Internet, redes sociales,
FUNDAMENTOS CRISTIANOS PARA UNA CONVERSACIÓN NECESARIA
Vivimos en un mundo donde la información sobre sexualidad está más disponible que nunca. Internet, redes sociales, televisión y hasta el
ambiente escolar pueden ofrecer una amplia gama de mensajes, pero no siempre
en línea con los principios bíblicos. Por
eso, más que nunca, los padres cristianos
deben asumir el llamado de Dios a guiar a
sus hijos en esta área tan delicada y esencial de la vida humana: la sexualidad.
¿Por qué hablar de sexo con nuestros hijos?
Muchos padres cristianos se sienten incómodos al abordar el tema del sexo. Tal vez
porque sus propios padres nunca lo hicieron, o porque piensan que es mejor dejar
eso en manos de pastores, escuelas o simplemente confiar en que sus hijos «lo descubrirán solos». Sin embargo, la Biblia nos
muestra que la responsabilidad de enseñar y formar a los hijos recae en los padres. Deuteronomio 6:6-7 nos exhorta: «Y
estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus
hijos, y hablarás de ellas estando en tu
casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes» (RVR60).
Esto incluye todos los aspectos de la
vida, también la sexualidad, que es parte
integral del diseño de Dios.
La visión bíblica del sexo
Uno de los primeros temas que la Biblia
aborda es el sexo. En Génesis 1:27-28, Dios
crea al hombre y a la mujer y les dice:
«Fructificad y multiplicaos». Desde el inicio, Dios estableció la sexualidad como
algo bueno, sagrado y lleno de propósito.
Es dentro del marco del matrimonio que
el sexo encuentra su expresión más plena
y segura.
Sin embargo, vivimos en un mundo
caído. Lo que Dios diseñó con belleza ha
sido distorsionado por el pecado. La cultura moderna trivializa el sexo, lo comercializa y lo desconecta del compromiso, la
fidelidad y la responsabilidad. Por eso, es
crucial que los niños y adolescentes escuchen primero la verdad de Dios sobre la
sexualidad de boca de sus padres.
Puntos clave antes y durante la enseñanza sexual
1. La construcción de la confianza: el puente para conversaciones profundas
La confianza no se construye en un solo
día, ni se activa automáticamente por el
simple hecho de ser padres. Se cultiva con
tiempo, con presencia, con coherencia y
sobre todo con amor.
Los hijos necesitan saber que pueden
hablar con sus padres sin ser juzgados, ridiculizados ni castigados por hacer preguntas sinceras. Esto significa que, cuando
un hijo pregunte algo que puede incomodar —como «¿Qué es pornografía?»,
«¿Por qué mis amigos dicen que el sexo es
solo diversión?», o «¿Es malo sentir deseo?»—, nuestra reacción debe ser de
apertura, no de alarma.
Claves para construir confianza:
- Sé accesible: No te muestres demasiado ocupado o distraído cuando tus hijos quieren hablar.
- Escucha activamente: Haz contacto visual, no interrumpas, repite sus palabras para asegurarte de entender.
- Valida sus emociones: Puedes decir cosas como «Entiendo que eso te cause curiosidad» o «Es normal que tengas dudas».
- Comparte también tus luchas y aprendizajes, de forma apropiada a su edad. Eso humaniza tu rol y abre la puerta a la empatía.
La confianza es el terreno fértil donde
crecerán las conversaciones difíciles y necesarias.
2. Prevención: proteger antes que reparar
La sexualidad está profundamente entrelazada con la identidad, la autoestima, las
emociones y el sentido de pertenencia.
Por eso, la educación sexual cristiana también cumple una función preventiva, no
solo informativa o correctiva. En lugar de
simplemente advertir sobre los peligros
(embarazos no deseados, enfermedades,
abuso), debemos preparar a nuestros hijos para reconocer el valor de su cuerpo y
el propósito del diseño de Dios.
Prevención es…
- Enseñarles desde pequeños que su cuerpo es suyo, creado por Dios, y nadie puede tocarlo sin su consentimiento.
- Hablar sobre el respeto mutuo, el consentimiento, los límites personales y el uso responsable de la tecnología.
- Prevenir el consumo de pornografía explicando por qué distorsiona la realidad y afecta el corazón, no solo el cuerpo.
- Dar herramientas para manejar la presión social, como decir «no» con firmeza y elegir bien a los amigos.
Los padres que previenen con amor,
firmeza y claridad siembran semillas que
evitarán muchas heridas más adelante.
3. Educación integral: más que solo sexo
Educar sexualmente desde una cosmovisión cristiana no se trata solamente de hablar del acto sexual. Se trata de formar a la
persona entera: su identidad, su vocación,
su relación con Dios, consigo mismo y con los demás. La sexualidad humana no es un
compartimento separado. Está conectada con la espiritualidad, con el carácter,
con las emociones. Por eso, una educación sexual cristiana debe incluir:
- Identidad: ¿Quién soy yo según Dios? ¿Cuál es mi propósito como hombre o como mujer?
- Relaciones: ¿Cómo amar y ser amado con respeto, verdad y entrega?
- Emociones: ¿Qué hago con lo que siento? ¿Cómo gestiono el deseo, la atracción, la confusión?
- Valores: ¿Qué significa la pureza? ¿Por qué Dios valora tanto la fidelidad?
- Decisión: ¿Cómo tomar decisiones sabias? ¿Qué consecuencias tienen mis elecciones?
La educación integral no solo responde al «qué no hacer», sino que forma el
«por qué vivir de esta manera», lo que
conduce a una vida más plena y coherente con la fe cristiana.
4. La familia: la primera y más importante fuente de formación
En el plan de Dios, la familia es la escuela
primaria de la vida. Antes que la iglesia, la
escuela o los amigos, los hijos aprenden
observando y escuchando a sus padres.
¿Por qué deben ser los padres los que
hablen del tema?
- Autoridad y confianza: Nadie tiene más influencia en la vida de un hijo que sus padres. Cuando los padres hablan de sexualidad desde una perspectiva bíblica y amorosa, están creando un espacio seguro para que sus hijos hagan preguntas, se expresen y no busquen respuestas en lugares equivocados.
- Prevención: La educación sexual cristiana no es solo sobre decir «no al pecado», sino enseñar a los hijos a cuidar su cuerpo, respetar a los demás y entender el propósito del sexo según Dios. Esto puede prevenir experiencias traumáticas, confusión y malas decisiones.
- Identidad: En una época en la que la ideología de género y otras corrientes intentan desdibujar la identidad sexual dada por Dios, es fundamental afirmar desde temprana edad que «Dios los creó hombre y mujer» (Gén. 1:27), con un propósito y valor únicos.
- Desarrollo integral: Hablar de sexo también es hablar de emociones, relaciones, respeto, amor, límites, autocontrol y santidad. Es una herramienta para formar carácter y sabiduría.
Obstáculos comunes
- Vergüenza o incomodidad: Recuerda que, si tú no lo haces, otros lo harán —y puede que no desde una perspectiva correcta.
- Miedo a «despertar» la curiosidad: Los estudios muestran que los niños informados y guiados tienen más herramientas para tomar buenas decisiones que aquellos que crecieron en la ignorancia.
- Falta de conocimiento: Hay excelentes libros cristianos sobre el tema. También puedes pedir consejo a líderes espirituales o consejeros familiares.
Conclusión: un llamado urgente
No es exagerado decir que el silencio de
los padres cristianos está costando caro a
las nuevas generaciones. Niños y adolescentes están creciendo confundidos, sexualizados prematuramente, y en muchos casos, sin dirección espiritual sobre
su cuerpo, su género y su propósito.
Como padres cristianos, somos llamados a ser los primeros pastores de nuestros hijos. No podemos delegar esta conversación. La buena noticia es que no estamos solos. Dios nos capacita, nos guía y
nos respalda cuando decidimos obedecerle y formar a nuestros hijos en Su verdad.
«Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él» (Prov. 22:6 RVR60).
Por Lolita Rempel Harder (lolitahildegard@gmail.com)
Lolita Hildegard Rempel está casada con Anton Harder por
casi 25 años y son padres de dos hijos. Han trabajado en varios ministerios y fueron pastores en la iglesia La Roca, en
Asunción, por diez años. Posee una licenciatura en Biblia
con énfasis en la psicología de la mujer y de la juventud y énfasis en la misión, así como una maestría en Estudios Interculturales con énfasis en misiones urbanas.