Propósito, desafíos e impacto de la iglesia en el mundo: La iglesia no es simplemente una institución religiosa, es el proyecto vivo de Dios en la tie
UN ANÁLISIS DEL PROPÓSITO, DESAFÍOS E IMPACTO DE LA IGLESIA EN EL MUNDO
La iglesia no es simplemente una institución religiosa, es el proyecto
vivo de Dios en la tierra. Desde la
declaración de Jesús en Mateo 16:17-18,
la iglesia se establece como representante del reino de los cielos, empoderada para actuar en favor de la humanidad. Este llamado no es simbólico, sino
funcional: la iglesia es una herramienta
divina, forjada por la revelación del Espíritu Santo y activada por la obediencia humana.
La iglesia es, en palabras de Pablo,
«columna y baluarte de la verdad» (1
Tim. 3:15), lo que implica una responsabilidad activa en la defensa, proclamación y encarnación del mensaje de Cristo. No es un fin en sí misma, sino un medio por el cual Dios transforma vidas,
comunidades y naciones.
Fundamento bíblico: la iglesia en las palabras de Jesús
Jesús declara: «… Tú eres Pedro, y sobre
esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra
ella» (Mt. 16:18 RVR60). Esta afirmación no solo inaugura la iglesia como
concepto, sino que la dota de autoridad
espiritual y propósito eterno. La iglesia
nace del corazón de Dios, se revela por
el Espíritu Santo y se ejecuta por la humanidad, bajo principios como amor,
paz, paciencia, benignidad, fe, mansedumbre y templanza (Gál. 5:22-23).
Aunque difícil, esta tarea es el mandato
divino.
La iglesia es edificada sobre la confesión de fe en Cristo como el Hijo de
Dios. Esta roca no es una estructura física, sino una verdad espiritual que sostiene todo el edificio eclesial. Como afirma Efesios 2:20, «edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas,
siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo» (RVR60).
La misión de la iglesia: más allá de la teoría
A lo largo del tiempo, han surgido múltiples teorías sobre lo que la iglesia debe
o no debe hacer. Sin embargo, la Biblia
—como palabra de Dios— ofrece una
guía clara. El problema radica en la interpretación humana, que a menudo
genera confusión y desequilibrio en el
accionar eclesial.
La iglesia no puede ser reducida a
una agenda institucional ni a una plataforma ideológica. Su misión es encarnar
el reino de Dios en medio de la historia,
como lo expresó Jesús en Lucas 4:18-19:
«El Espíritu del Señor está sobre mí […]
me ha enviado a proclamar libertad a
los cautivos […] a poner en libertad a
los oprimidos» (RVR60). Este mandato
mesiánico se convierte en modelo para
la iglesia: anunciar, sanar, liberar y restaurar.
Funciones esenciales de la iglesia
Las funciones fundamentales pueden
resumirse en cinco áreas:
- Evangelización: Proclamar el mensaje de salvación a quienes aún no conocen a Cristo.
- Enseñanza: Discipular y formar en la fe mediante el estudio bíblico.
- Adoración: Reunirse para alabar y glorificar a Dios.
- Comunión: Fomentar la unidad y el compañerismo entre creyentes.
- Servicio: Atender las necesidades dentro y fuera de la congregación, siguiendo a Jesús.
Estas funciones no son compartimentos estancos, sino dimensiones interdependientes de una iglesia viva. En
Hechos 2:42-47 vemos cómo la iglesia
primitiva vivía estas funciones de manera integral: «Perseveraban en la doctrina […] en la comunión […] en el partimiento del pan […] y en las oraciones» (RVR60).
Estrategia y propósito: claves para el impacto
La planificación estratégica es vital.
Como afirma Proverbios 20:18: «La guerra se hace con una buena estrategia»
(DHH). Sin planificación, la iglesia corre el riesgo de improvisar y perder relevancia. Definir objetivos claros y funciones
específicas permite avanzar con propósito. Cada congregación debe saber hacia dónde va, como un barco guiado
por su capitán. Jesús mismo modeló
planificación: eligió doce discípulos, los
formó, los envió y les dio instrucciones
precisas (Mt. 10).
La estrategia no es contraria a la espiritualidad; es su aliada. Como señala
Nehemías, quien reconstruyó los muros
de Jerusalén con oración y planificación: «Oramos […] y pusimos guarda
contra ellos de día y de noche» (Neh.
4:9 RVR60).
Desarrollo natural: reducir la resistencia
Cristian A. Schwarz, en su obra Desarrollo natural de la iglesia (1996), propone
un enfoque biológico: no se trata de
producir crecimiento, sino de permitir
que el potencial que Dios ya ha depositado en la iglesia se despliegue. La clave
está en reducir la «resistencia medioambiental» —los factores internos y
externos que obstaculizan el desarrollo.
Este enfoque recuerda la parábola
del sembrador (Mt. 13), donde el crecimiento depende del tipo de suelo. La
iglesia debe trabajar en su «ambiente
interno»: relaciones saludables, liderazgo maduro, estructuras funcionales. Y
también en su «ambiente externo»: conexión con la comunidad, relevancia
cultural, testimonio público.
La iglesia de Jesús: modelo de inclusión y compasión
El modelo de iglesia que dejó Jesús no
discrimina por clase social ni condición.
Atiende al desprotegido, al adicto, a la
madre soltera, al huérfano, al alcohólico, a la familia disfuncional. La iglesia
está llamada a ser soporte universal, reflejo del amor de Dios.
Jesús se acercó a los marginados:
tocó al leproso (Mt. 8:3), defendió a la
mujer adúltera (Jn. 8:11), comió con pecadores (Lc. 15:2). Su iglesia debe hacer
lo mismo. Como dice Santiago 1:27: «La
religión pura y sin mácula […] es visitar
a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones» (RVR60).
La Iglesia Metodista de Costa Rica lo
expresa así en su módulo «Afirmando
mi identidad como miembro»: «Dios
nos hizo para amarnos… fuimos creados para tener una relación personal
con Dios y con el resto de la creación»
(Rica, 2018).
La iglesia y la biblia: vínculo inquebrantable
La iglesia es el centro de enseñanza bíblica. Es allí donde se forma al creyente
para discernir el proyecto de vida que
Dios tiene para él. La Dra. Hania Meneses B., citando a Van Engen, afirma: «La
iglesia… debe estar en el mundo, pero
no ser del mundo; debe ser al mismo
tiempo una institución humana y caída,
y un organismo divino y perfecto» (Meneses, 2018).
Este equilibrio entre lo humano y lo
divino es esencial para comprender la
misión de la iglesia. La Biblia no es solo
un libro que se estudia; es la voz de Dios
que transforma. Como dice Hebreos
4:12: «La palabra de Dios es viva y eficaz
[…] y penetra hasta partir el alma»
(RVR60).
La iglesia del primer siglo: ejemplo de unidad y generosidad
El libro de Hechos describe una iglesia
que vivía en comunión profunda: «…
Tenían todas las cosas en común […] no había entre ellos ningún necesitado…»
(Hch. 4:32-35 RVR60).
Este modelo inspira a las iglesias actuales a enfocarse en los más necesitados, como lo señala Jason Wright: «Una
verdadera iglesia no solo enseña estas
verdades, sino que también las practica
y las vive con convicción» (Wright,
2022).
La generosidad no es opcional; es
parte del ADN cristiano. Pablo exhorta:
«Cada uno dé como propuso en su corazón... porque Dios ama al dador alegre» (2 Cor. 9:7 RVR60). La iglesia que
da, vive. La iglesia que retiene, se estanca.
Conclusión: ¿somos hoy la iglesia que Jesús fundó?
La pregunta es inevitable: ¿Practicamos
lo que nos fue mandado? La iglesia tiene
una responsabilidad ineludible: proyectar a Cristo, predicar su mensaje y vivirlo con coherencia. No basta con enseñar; debemos ser congregaciones que
actúan, que sirven, que aman.
Como cuerpo de Cristo (1 Cor.
12:27), estamos llamados a ser sus manos, sus pies, su voz. La iglesia es más
que un edificio o una denominación. Es
el cuerpo vivo de Cristo, llamado a
transformar el mundo con compasión,
verdad y propósito.
Que cada congregación, cada líder,
cada miembro, se pregunte con humildad: ¿estamos siendo la iglesia que Jesús
soñó? ¿Estamos reflejando su amor, su
justicia, su gracia? Porque al final, como
dice Apocalipsis 2:7: «El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias»
(RVR60).
Fuentes y referencias:
- Bonhoeffer, Dietrich (2005). Vida en comunidad. Editorial CLIE.
- Van Engen, Charles (1996). La iglesia como agente del reino. Editorial Mundo Hispano.
- Meneses Brenes, Hania (2018). La misión de la iglesia en contextos contemporáneos. Seminario Bíblico Latinoamericano.
- Wright, Jason (2022). La iglesia que transforma: más allá del discurso. Editorial Kairos.
- Schwarz, Christian A. (1996). Desarrollo natural de la iglesia. Editorial CLIE.
- Malphurs, Aubrey (2004). Plantando iglesias para un mundo postmoderno. Editorial Mundo Hispano.
- Barna, George (2001). La iglesia eficaz. Editorial Vida.
- Iglesia Metodista de Costa Rica (2018). Afirmando mi identidad como miembro. Rica.
- Conferencia Metodista de Alajuela (2023). Manual de formación pastoral. Documento interno.
- Peterson, Eugene H. (2007). Una vida conforme al llamado. Editorial NavPress.
- Stott, John (1999). La iglesia: cuerpo de Cristo. Editorial Certeza.
Por Jhonny Badilla Calvo (pastorjhonnyabc@hotmail.com)
El pastor Jhonny Badilla Calvo, costarricense, con más de 29
años de casado y padre de tres hijos, ha servido durante 23
años en la Iglesia Evangélica Metodista de Costa Rica. Posee
un Bachillerato en Teología, una Maestría en Ciencias de la
Religión con énfasis en Orientación Familiar, y formación en
capellanía clínica. Actualmente, cursa su doctorado en Teología, enfocándose en cómo fortalecer a la iglesia atendiendo a las necesidades integrales de la familia.