Samuel tenía 23 años y yo 19 cuando tuvimos nuestra primera cita en Buenos Aires. Pero, realmente, Samuel tenía la madurez de un hombre de 30 años y y
PRINCIPIOS PARA FORTALECER EL MATRIMONIO EN LOS PRIMEROS AÑOS DE AJUSTE
Samuel tenía 23 años y yo 19 cuando
tuvimos nuestra primera cita en Buenos Aires. Pero, realmente, Samuel tenía la madurez de un hombre de 30 años
y yo la de una joven de 16. ¿Cómo es posible que nuestro matrimonio haya perdurado 59 años a pesar de nuestras diferencias y del desafío de estar ambos en el ministerio? ¿Qué principios nos ayudaron?
Buena comunicación
Se suele decir que las parejas se casan con
su opuesto; admiramos lo que no tenemos. Yo admiraba la facilidad de palabras
de Samuel. Crecí con tres hermanos y una
hermana en Córdoba, Argentina, acostumbrada a no conversar demasiado ni
prestar atención a los detalles.
Pero con Samuel tuve que aprender a escuchar de verdad y no simplemente responder «ajá, ajá», sin realmente estar
atenta. Me costó, pero con el tiempo desarrollé el hábito de escuchar con intención.
Manejo de las finanzas
Crecí sin conocimientos sobre administración del dinero, así que Samuel me enseñó a registrar mis gastos y a manejar una
chequera.
Me daba dinero para el gasto mensual
de la comida, pero, en una ocasión, lo gasté en lana porque me gustaba tejer. Cuando el dinero se acabó, le pedí más a Samuel, pero él insistía en que aún debía
quedar. Finalmente, ¡vaya sorpresa!, recordé que había escondido una parte en un
cajón de la recámara.
Establecer normas para la cocina
Le había dicho a Samuel que no podíamos casarnos porque no sabía cocinar.
Pero él me respondió: «Martha, prometo
comer lo que cocines durante un año
mientras aprendes». Samuel cumplió su
promesa, y yo aprendí con un libro de cocina. Con el tiempo, acordamos que nuestros hijos podrían experimentar en la cocina, y así lo hicimos. Hoy en día, mi familia me considera una excelente cocinera,
incluso de platillos armenios.
La importancia del estudio para el ministerio
Había completado tres años en el Instituto Bíblico Buenos Aires como Martha
Saint, y ahora cursaba el último año como
señora de Berberián. No era fácil combinar los estudios con las responsabilidades
del hogar, pero Samuel me apoyó. Mi cuñada Lydia comenzó a estudiar en IBBA
ese mismo año, y asistíamos juntas. Me
gradué en noviembre de 1966, agradecida
por los cuatro años que moldearon mi
vida y carácter.
Mientras yo estudiaba, Samuel administraba la librería La Cruzada en Buenos
Aires. Los fines de semana viajábamos a
iglesias pequeñas en los alrededores, donde él era invitado a predicar.
Viajar estando embarazada: seis meses en Chile (1967)
En 1967, la misión Cruzada de Literatura
Cristiana (CLC) nos envió a Santiago de
Chile, donde Samuel trabajó en la librería.
Estaba embarazada de nuestro primer
hijo, pero eso no me impidió acompañarlo los fines de semana a iglesias del sur de
Chile. Algunas eran congregaciones grandes, donde Samuel predicaba por invitación de los pastores. Al regresar a Buenos
Aires, en septiembre de 1967, nació nuestro hijo Esteban.
Decisión de cambio ministerial
Samuel sentía inquietud por dejar la CLC,
pero yo no quería un cambio. Tuvimos
largas conversaciones hasta que él decidió
esperar mi consentimiento. Mientras tanto, comenzaron a llegar invitaciones para
predicar fuera de Argentina, especialmente en Estados Unidos. A Samuel no le
agradaba viajar, pero me dijo: «Si el Señor
abre puertas, hay que obedecer». Finalmente, le di mi apoyo, y él renunció.
Viaje con un bebé: dos años en 25 países
Samuel planificó un viaje con paradas en
Chile, Perú y Ecuador antes de llegar a
Nueva York. Mi padre, Felipe Saint, nos pidió visitar iglesias con materiales sobre la
obra en Argentina. El padre de Samuel,
Enoc Berberián, quería que visitáramos
contactos armenios y griegos. Así, en marzo de 1968, emprendimos el viaje con
nuestro pequeño Esteban de seis meses.
Compartiendo responsabilidades en el viaje
En Estados Unidos, yo organizaba la agenda, hacía llamadas y cuidaba de Esteban,
mientras Samuel se encargaba de las finanzas, la compra de un auto y la predicación en varios idiomas. Durante los sermones en iglesias de habla inglesa, yo lo traducía. Esteban, acostado sobre mi
poncho bajo la banca, bebía su mamadera y se dormía durante los mensajes. ¡Sí se
puede combinar el ministerio con la familia!
Adaptación a otra cultura: invitación para el líbano
Tras dos años de viaje, nos sentimos desubicados y preguntamos al Señor qué hacer. Dios abrió las puertas para pastorear
en Beirut, Líbano. Nuestra hija Elizabeth
nació en enero de 1971 y, poco después,
viajé con los niños para unirnos a Samuel.
Aprendimos a adaptarnos a una cultura,
idioma y gastronomía diferentes. La Iglesia Armenia de los Hermanos creció hasta
alcanzar 250 asistentes, pero la guerra civil
nos obligó a emigrar.
¿Puede un latino pastorear a «gringos»?
En Nueva York, recibimos una invitación
para ser pastores interinos en Topeka,
Kansas. Sin otra opción, aceptamos. Allí,
Samuel aprendió inglés y predicó en ese idioma. Eventualmente, decidimos buscar un nuevo campo de servicio y recordamos el llamado del misionero Norman
Parish, quien nos había dicho una vez:
«Están perdiendo el tiempo en Estados
Unidos. Los necesitamos en Guatemala».
Así que Samuel viajó en enero de 1977 a
Guatemala, y las puertas se abrieron para
nosotros de par en par.
5 consejos para matrimonios jóvenes en el ministerio
- Hablar sinceramente sobre debilidades y apoyarse mutuamente.
- Planificar las finanzas con realismo y delegar al más capacitado.
- Priorizar los estudios necesarios para el ministerio.
- Considerar la llegada de los hijos y establecer normas claras.
- Evaluar la relación con los padres y decidir ajustes según sea necesario.
Martha Saint de Berberián (marthaberberian@yahoo.com)
Martha Saint de Berberián, nacida en Estados Unidos, creció en Argentina desde los once años, acompañando a sus
padres misioneros, Felipe y Ruth Saint. Con una maestría en
Teología Pastoral y un diploma del Christian Writers Guild,
ha dedicado su vida al entrenamiento de líderes a nivel universitario en la facultad de teología. Desde 1977 reside en
Guatemala junto a su esposo, el Dr. Samuel Berberián, con
quien ha compartido 59 años de matrimonio. Fundadora y
gerente de Ediciones SABER, ha publicado varios libros en
Guatemala y España, entre ellos La mujer y su ministerio,
Cómo ser escritor y Federico Crowe: Precursor valiente. Tienen tres hijos y doce nietos. Ha viajado por 30 países.