A medida que van creciendo, las decisiones pueden ser cada vez más difíciles, por lo que es aconsejable enseñarles y proveerles de las herramientas...
LA NECESIDAD DE ACOMPAÑAR A LOS HIJOS EN LA TOMA DE DECISIONES
Antes que nada, es importante comprender que acompañar a nuestros hijos en la toma de decisiones es un proceso. A medida que van creciendo, las decisiones pueden ser cada vez más difíciles, por lo que es aconsejable enseñarles y proveerles de las herramientas necesarias desde muy temprana edad para que puedan enfrentar su futuro con responsabilidad a la hora de tomar sus propias decisiones.
Este proceso debe ser desarrollado de manera gradual y ordenado, basados en un profundo respeto y coherencia, con el único objetivo de ir estimulando el razonamiento lógico y analítico, la inteligencia emocional, de manera a ir formando el carácter, fortaleciendo la voluntad, para que ellos sean capaces de tomar sabias decisiones en las diferentes situaciones que la vida les presente.
DESEMPEÑANDO NUESTRO PAPEL
Los padres desempeñamos un papel muy importante en este proceso; como consejero, como guía, como apoyo. El acompañamiento debe ser cercano, invirtiendo tiempo en ello, requiere paciencia, tacto y perseverancia sin bajar la guardia. Aunque la consigna es comenzar lo antes posible, al darles opciones diferentes, ayudándoles a reflexionar sobre las ventajas y desventajas de cada una de ellas, sobre cómo sus decisiones pueden afectarlos y afectar a los demás, evitando en lo posible imponer nuestra autoridad; no debemos olvidar que la etapa crucial en la toma de decisiones se da en la adolescencia. Es, en esta etapa donde surgen muchos cambios, un sinnúmero de preguntas, nuevos aprendizajes y descubrimientos, pero por sobre todas las cosas está marcada por una búsqueda incesante de identidad, evidenciando un revuelo en su mente, en su corazón, en su vida y en sus emociones.
Nuestro acompañamiento debe ser estratégico y de manera sutil, porque desde la perspectiva del adolescente, la vida se les torna más compleja. Es un tiempo, donde el encierro, el silencio, la falta de comunicación e integración con la familia, se evidencia cada vez más. Por más que sepan que la experiencia y orientación de sus padres están a su alcance, ellos siempre se sentirán tentados a desafiar los consejos de la autoridad. Es fundamental ayudarlos a salir del encierro, romper el silencio y evaluar juntos alternativas; accionar de esta manera dentro de este contexto les permitirá a nuestros hijos no sentirse muy solos y considerarán la posibilidad de llegar a sostenerse en sus padres de ser necesario. En la adolescencia, se toman decisiones trascendentales, que marcarán el rumbo de su vida. Llegan a elegir el deporte que desean practicar, el atuendo que quieren vestir, la música que escuchar, los amigos que frecuentar y en muchas ocasiones la carrera profesional que seguir, y otras cosas más. Todo esto los identifica. Acompañarlos y estimularlos en esa etapa es significativo para su futuro, porque están formando la personalidad que van a tener toda la vida.
Este proceso les genera ansiedad, estrés, presión y mucho miedo; temor en equivocarse, y si esto ocurriera, el mensaje que deben recibir, es que si se equivocan no pasa nada: «No siempre se debe intervenir si el hijo toma malas decisiones». Darles la oportunidad de aprender de sus propios errores, le ayudará a madurar y a corregir futuras elecciones; por otro lado, que sientan que pase lo que pase, como familia se les va a apoyar y respetar, esto les dará mayor confianza y seguridad. Es saludable, desarrollar una adecuada comunicación entre los padres, manifestar confianza en ellos y validar sus opiniones y emociones, analizar el hecho de que las cosas no resultaron como esperaba, evitar poner expectativas y realizar comparaciones, ya que el miedo a decepcionar lo tienen muy presente.
En síntesis, cuando nuestros hijos se equivoquen en sus elecciones, ayudémosle a aprender de las experiencias, al permanecer calmados, sin culpar a nadie. Si se arrepienten de sus decisiones, brindémosle nuestro apoyo, mientras experimentan las emociones difíciles, guiarles a pensar en lo que podrían hacer de forma diferente la próxima vez.
EL PRECIO DE NO HACERLO
Evidentemente que hay más, mucho más para seguir reflexionando sobre esta área, pero no puedo dejar de mencionar el impacto negativo que puede tener en nuestros adolescentes si claudicamos en acompañarles en este transitar.
La vida está llena de decisiones y estamos viviendo tiempos muy difíciles, el mundo está lleno de egoísmo, maldad e insensatez; constantemente les llama a realizar acciones que les hagan sentir bien y a probar de todo un poco, hay tantas distracciones que pueden engañar y facilitar a la toma de malas decisiones, de ahí el riesgo que corren; pueden extraviarse en el camino, juntarse con personas equivocadas, involucrarse en adicciones, entre otras cosas más. Las malas decisiones, por pequeñas que sean, aisladas o no, y si no son corregidas a tiempo, éstas se pueden volver cada vez más frecuentes y fáciles en practicarlas, hasta que un día sin previo aviso, dan cuenta de que la vida se les tornó un verdadero desastre.
Pero, ¿qué pasa? ¿Por qué los adolescentes están más expuestos a tomar malas decisiones? Existen razones científicas que explican esta situación. Estos estudios revelan que el cerebro del adolescente está en proceso de desarrollo. El lóbulo frontal, responsable de la toma de decisiones, el control de los impulsos, la búsqueda de sensaciones, las respuestas emocionales y el pensamiento consecuente, termina en desarrollarse a la edad de los 25 años, aproximadamente. También, se descubrió que existe una serie de estructuras profundas en el cerebro que están influenciadas por los cambios hormonales y que se comunican entre sí, situación que los lleva a experimentar emociones más exaltadas, buscar sensaciones más fuertes y aventurarse a lo desconocido. Todo esto expone el comportamiento a veces confuso y arriesgado de los adolescentes: «Todos los adolescentes actúan por impulso, solo por instinto».
De ahí nace la importancia de guiarles y de aconsejarles. Los padres debemos asegurarnos de que nuestros hijos no pasen mucho tiempo sin supervisión. Esto no quiere decir que nuestros chicos no aprendan de sus errores. Lo correcto sería estimular en ellos el buen comportamiento, antes de centrarnos en la conducta negativa, animarles a decidir por ellos mismos, hacerles conscientes que las buenas decisiones tienen resultados positivos a largo plazo, mientras que las malas decisiones producen quebrantamiento.
Tomar buenas decisiones, a veces es difícil, se necesita valor, determinación y constancia. Hacerlo les permitirá crecer, mejorar y avanzar, hasta convertirse en personas independientes y adultos responsables en este mundo.
NO LO HAREMOS SOLOS
Para concluir, necesito decirles que también ustedes, como padres, tomen la decisión de orar por sus hijos. Oren constantemente por esa protección espiritual que únicamente Dios puede brindarles. Que nuestro buen Padre celestial les guíe a tomar decisiones sabias en la vida.
Y así como Jesús oró por sus discípulos, les animo a orar también por sus hijos:
«Padre, no te pido que les quites del mundo, sino que les protejas del maligno. Al igual que yo, ellos no pertenecen a este mundo. Hazlos santos con tu verdad; enséñales tu palabra, la cual es verdad» (Jn. 17:15-16 NTV).
Fuentes consultadas:
- George, E. (2009). Guía de una joven para las buenas decisiones. Editorial Unilit.
- Bartel, B. (2007). 7 absolutos para orar por tus hijos. Editorial Unilit.
- Unicef (2020). «¿Por qué los adolescentes toman riesgos?». En línea: <https://is.gd/jHHmQh>