La sociedad se enfrenta a un constante flujo de transformaciones, y la iglesia debe asumir este dinamismo e integrarlo en su propia misión.
DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES PARA LA IGLESIA FRENTE A LA NUEVA GENERACIÓN
«Nada es permanente a excepción del cambio» (Heráclito, 500 a. C.). La sociedad contemporánea se enfrenta a un constante flujo de transformaciones, y la iglesia debe asumir este dinamismo e integrarlo en su propia misión. Para lograrlo, resulta fundamental comprender los obstáculos que impiden el acercamiento de la iglesia a los jóvenes y reconocer las oportunidades que podemos aprovechar en nuestra cultura actual. ¿Como podemos preparar a la siguiente generación para vivir plenamente y seguir a Jesús de todo corazón en estos tiempos de cambios? ¿Y cómo puede la próxima generación asumir el reto de revitalizar a la comunidad cristiana para cumplir nuestra misión en medio de la cultura?
Mientras interactuamos con esta generación posmoderna, se vislumbra una poderosa esperanza, fundamentada en un futuro más prometedor para nuestros jóvenes, su entorno y la comunidad de fe cristiana, siempre y cuando abordemos con seriedad nuestro llamado.
PLURALIDAD: LA DINÁMICA CULTURAL EN LA IGLESIA
La iglesia enfrenta un desafío fundamental en su relación con la pluralidad cultural. Es evidente, al observar el canon del Nuevo Testamento y reflexionar sobre la historia de la iglesia, que la cultura eclesiástica se ha desarrollado en medio de la pluralidad. Las creencias no se forman en un vacío ideológico, sino en un crisol de posiciones ideológicas que se materializan en diversas formas de expresión cultural. No obstante, el compromiso de la iglesia con el evangelio no debe disolverse en la incognoscibilidad sin identidad y la arbitrariedad irrelevante. Porque, por supuesto, detrás de una creencia como el evangelio bíblico hay una pretensión de verdad que puede entrar en conflicto con otras pretensiones. Sin embargo, la iglesia debe abordar con mayor fidelidad bíblica y sensibilidad cultural los temas importantes para la sociedad.
La falta de abordaje de estos problemas culturales ha llevado a la generación más joven a percibir a la iglesia como ignorante, apática o crítica. Como comunidad de fe, debemos reconocer que la cultura, aunque creada por Dios como algo bueno, ha sido estropeada y contaminada por el pecado. Es esencial que la iglesia, fundada en la vocación, la confesión y el anuncio de las buenas nuevas, se involucre en un diálogo abierto y constructivo con todos los actores de la sociedad para aportar luz desde la fe cristiana en los debates contemporáneos.
TRADICIÓN: ESTRUCTURAS ECLESIALES QUE OBSTACULIZAN EL CAMBIO
El concepto de tradición implica la transmisión de conocimientos, doctrinas y costumbres de generación en generación. La Real Academia Española explica el concepto de tradición como: «Transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación». Sin embargo, su uso excesivo puede llevar a un arraigo inconsciente que se convierte en rutina, independiente del cambio, lo que limita los beneficios de la tradición. Para una unidad social fija y vinculante, como una iglesia cristiana local, esto significa una separación cada vez mayor del mundo en constante cambio. Hay un aislamiento cultural progresivo y una incompatibilidad con el mundo exterior, lo que hace cada vez más difícil que los recién llegados, personas que han sido moldeadas por el cambio ambiental, se conecten a esta unidad social.
Por lo tanto, el uso de las tradiciones está directamente relacionado con el cambio en el medio ambiente. Cuanto más aumenta este cambio y un grupo está conectado a este entorno en constante cambio de una manera que es relevante para la vida, menor es el efecto positivo de las tradiciones. Sin embargo, la generación mayor, que ya no está influenciada ni depende de los cambios ambientales, por lo general quiere proteger sus viejas tradiciones para poder seguir disfrutando de sus beneficios. La iglesia, en su apego a las tradiciones, ha experimentado un progresivo aislamiento cultural y dificultades para conectar con la nueva generación.
Esta brecha generacional puede entenderse como un obstáculo para el desarrollo de la iglesia en un entorno cambiante. La generación mayor, aferrada a sus tradiciones, a menudo busca conservar su legado, pero a veces no comprende los cambios en la mentalidad y la forma de vida de la nueva generación. Las estructuras eclesiásticas rígidas dificultan la adaptabilidad y la velocidad del cambio necesarios. La solución radica en la creación de una cultura eclesiástica que fomente la libertad y el empoderamiento, permitiendo así una mayor agilidad y adaptabilidad.
RELACIONES INTERGENERACIONALES: BRECHA Y DESCONOCIMIENTO
La realidad de cada persona que nace es que siempre llega a un mundo que no ha ayudado a construir, pero en el que debe crecer. Ahora, mientras que el proceso de adaptación a este mundo no es opcional, la comprensión del mundo como tal si lo es. Porque conocer y comprender al otro no es algo innato, es una decisión que tomamos. Sin embargo, conocer y comprender es esencial para poder construir una relación. Y son precisamente los factores de conocerse, entenderse y confiar el uno en el otro los que dan resiliencia a una relación y crean una base para dar forma y vivir una vida juntos.
El distanciamiento entre generaciones, exacerbado por la comunicación digital y la falta de convivencia, ha generado un desconocimiento mutuo. Las nuevas generaciones, inmersas en una era de comunicación instantánea e individualismo, están desconectadas de las experiencias y valores de sus ancestros. Este vacío en la transmisión de conocimientos ha aumentado la dependencia de información unilateral y a menudo sesgada, lo que afecta negativamente las relaciones intergeneracionales.
Los jóvenes que quieren seguir a Jesús necesitan a cristianos mayores que les enseñen a compartir la fe rica y satisfactoria (Kinnaman, 2013, p. 266) y que caminen con ellos a través de la complejidad de la vida. Esta responsabilidad se puede ver en Deuteronomio cuando Dios exhorta a Israel a guardar sus mandamientos y a que se los inculque «continuamente a tus hijos» (Deut. 6:4-9). Pero cuando los padres y la iglesia no cumplen con estas responsabilidades de manera deliberada y unificada, las lecciones sobre la cosmovisión bíblica no pueden y no serán escuchadas. La iglesia tiene la responsabilidad de cultivar relaciones afectuosas y de mentoría entre generaciones. Es esencial que cada miembro invierta en la vida de los más jóvenes, sirviendo juntos y facilitando oportunidades de liderazgo. Este enfoque multidimensional permitirá reconstruir puentes entre generaciones, facilitando la comprensión mutua y la transmisión efectiva de valores fundamentales.
CONCLUSIÓN
La iglesia debe perseverar y replantear su misión para convertirse en un agente activo de cambio cultural. La comprensión y participación en la cultura no deben ser aspectos marginales, sino fundamentales de su misión. La construcción de puentes intergeneracionales, la flexibilidad ante el cambio y la promoción de la comprensión mutua son claves para la adaptación y la relevancia de la iglesia en la sociedad contemporánea.
Fuentes consultadas:
- Kinnaman, D. (2013). Me perdieron: Por qué hay jóvenes cristianos dejando la iglesia y repensando su fe. Vida.
- Real Academia Española (2014). Diccionario de la lengua española, 23.a ed., versión 23.6 en línea: <https://dle.rae. es>
T. J. Barquero es costarricense, es administrador de empresas de formación y doctorando de Teología en la Universidad Evangélica de las Américas (UNELA). A Tommy le gusta leer, el fútbol y es un apasionado por aprender y compartir de la Palabra. Sirve a nivel local en varios ministerios y publica regularmente en su canal de YouTube llamado Generación Maranatha.
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