Una observación del culto evangélico en Latinoamérica
- Si bien en la mayoría de los cultos podemos encontrar un prolongado período de cantos, algunas lecturas bíblicas y fervientes oraciones, estos tienen sus matices, énfasis y formas muy distintas unos de otros, dependiendo del contexto cultural, nivel socioeconómico y formación del liderazgo que conducen las iglesias.
- Tal vez, un aspecto novedoso que presenta hoy el culto en Latinoamérica es la algarabía que inunda toda la celebración cúltica.
HERENCIA Y LEGADO DOCTRINAL
La época en que vivimos, que es la que deseamos analizar en cuanto al culto, es una época conceptualizada como post-denominacional.
- Vivimos un tiempo donde la dependencia doctrinal y litúrgica de nuestra matriz denominacional es cosa del pasado.
- El culto en Latinoamérica, sea de la denominación que fuese, ha venido experimentando una suerte de libertad denominacional para la celebración de sus cultos.
¿Qué significa el término culto?
El Culto Cristiano: Un encuentro de adoración y comunión
CAMBIOS E INNOVACIÓN
- También se fue incorporando nuevos instrumentos musicales para acompañar al culto. La guitarra fue sustituyendo al armonio y al piano.
- Los teclados eléctricos se abrieron paso junto a los instrumentos de percusión y viento.
- Las voces individuales de hombres y mujeres sustituyeron a los coros.
- La incorporación de instrumentos autóctonos al culto fue una experiencia tensa que ayudó a abrir camino a lo nuevo, novedoso y atractivo dentro del culto latinoamericano.
Toda esta innovación en el culto permitió el surgimiento de una buena cantidad de artistas cristianos que con su arte y carisma aportan a las liturgias latinoamericanas nuevos estilos y canciones que producen una renovación de la liturgia evangélica.
Estas manifestaciones nuevas dentro de los cultos están mucho más cerca de nuestra piel criolla, morena, negruzca e indígena, si bien, esta variopinta expresión cúltica latinoamericana, emotiva y alegre requiere siempre de un sereno análisis realizado a la luz de la revelación bíblica y la tradición histórica de la iglesia.
Eso no significa que tengamos que renunciar a lo que está más cerca de nuestro corazón para expresar gratitud y honra a Dios.
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CULTURA, ANTROPOLOGÍA Y CULTO
El culto a Dios en Latinoamérica, y en cualquier parte del planeta, es una experiencia humana arropada de la cultura, expresada y celebrada según los parámetros antropológicos de determinadas zonas geográficas.
No serán iguales los cultos evangélicos urbanos a los de la periferia, ni tampoco similares a los de las comunidades indígenas.
Muchos quisieran que todos los cultos evangélicos en Latinoamérica fuesen calcados uno del otro.
- Esto no es posible y tampoco creo que sea necesario.
- La razón se encuentra probablemente en la opinión del teólogo latinoamericano José Migues Bonino, quien dijo: «Nosotros, los Latinoamericanos somos evangélicos más de experiencia que de doctrina», y esta observación tan válida condiciona y direcciona nuestros cultos.
Organizamos nuestras celebraciones, pensando no tanto en el recuerdo del pasado o de las enseñanzas de Cristo, sino más bien en nuestra experiencia.
RESPUESTA AL DOLOR Y SUFRIMIENTO
Nuestros cultos apuntan más al presente —que se vive, se sufre y se lucha — y no tanto al pasado o al recuerdo del pasado.
- La realidad dolorosa y sufrida de la mayoría de los latinoamericanos impone que los cultos evangélicos estén llenos de declaraciones eufóricas, de victoria, de luchas que por la intervención de Dios prometen ser victoriosas, de canciones reiteradas hasta el agotamiento en la búsqueda de afirmaciones emocionales que nos ayuden a superar temores, angustias o frustraciones.
- No es sin razón que los versos bíblicos que afirman la victoria del creyente sean los más usados en la mayoría de nuestros cultos: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» o «somos más que vencedores en Cristo Jesús» o «sé fuerte y valiente, no temas ni desmayes», por citar algunos pasajes de las Escrituras.
EL ÉNFASIS EN EL ESPÍRITU SANTO
También es común sobresaltar la persona del Espíritu Santo en el nuevo cancionero evangélico y en las predicaciones. La razón no es solo teológica, sino que es una demanda cultural y antropológica.
El Espíritu Santo es el que consuela y empodera nuestro espíritu. En Latinoamérica esa búsqueda es incesante y siempre el creyente está a la espera de respuestas prontas y mágicas a los problemas cotidianos por la intervención del Espíritu.
Por esto, los cultos donde se proclaman victorias y triunfos sobre los males sociales de nuestra época son muy apreciados y concurridos.
CULTOS MÁS PROPICIOS
En una ocasión presencié un culto donde el pastor invitaba a su congregación a un culto semanal destinado a hacer guerra espiritual.
- No es precisamente que esto esté mal; lo peligroso es hacer del culto una guerra constante e interminable.
- Los tiempos de paz son más propicios para la reflexión y capacitación del creyente con las armas del conocimiento, el amor y la sumisión a Dios para vencer al particular maligno personal que nos acosa.
- Las guerras cansan, agotan y matan a muchos.
La paz que Cristo nos da es una paz que también nos ayuda a vencer temores y angustias. Habrá que ver si la mejor manera de proclamar esto es necesariamente en medio de la euforia o el grito de guerra.
COMPRENSIÓN, CELEBRACIÓN Y DIDÁCTICA EN EL ESPÍRITU
No pensemos que esto irá conduciéndose por un sendero equilibrado. Es mejor empezar a prestar atención con mucha seriedad a las expresiones litúrgicas de los cultos evangélicos en Latinoamérica.
Es cierto que en ellos escasea el conocimiento bíblico y el apego a la historia o al recuerdo. En nuestros cultos todo se vuelve más sensorial que racional, y esto trae aparejado el riesgo de un sentido descuido por la moral y la ética de quienes intervienen en el culto.
- Si queremos arrimar algunos elementos orientadores, tenemos que tener una mirada comprensiva, que busque abarcar y no desechar.
- Una actitud que valore las celebraciones, la algarabía, el gozo y los movimientos del cuerpo como una expresión necesaria al ser latino.
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Por Flavo Florentín
El Dr. Florentín es de Paraguay, pastor de la Iglesia Cristiana de la Paz y profesor titular de la Facultad de Teología de la UEP, sede IBA. Bachiller en Educación Religiosa, máster en Teología y doctor en Historia. Está casado con Martha Sprung y tienen 3 hijos.