Educando en la libertad y la responsabilidad
«Cuando tiene que decidir el corazón, es mejor que decida la cabeza». —Enrique Jardiel Poncela, escritor español (1901–1952)
En las últimas dos ediciones de la revista La Fuente hemos estado analizando los beneficios de que los niños aprendan el manejo correcto de las frustraciones y dominen el lenguaje del corazón. Es decir, que entiendan cómo funciona el mecanismo de las emociones a fin de construir en ellos una sana personalidad y hagamos la parte que nos corresponde para que nuestros hijos sean en el futuro unos adultos estables, maduros y responsables.
En esta ocasión, la idea es abrir el tema de las decisiones y todo lo que ellas implican: libertad, por un lado y, responsabilidad, por el otro. Nuestros niños necesitan y merecen conocer los caminos que lleven a la autonomía y, por supuesto, a la madurez e independencia inteligentemente guiada por los padres y educadores. En este punto es importante señalar que tomar decisiones implica directamente la valoración de las alternativas tenidas a mano y, posteriormente, asumir la responsabilidad sobre las consecuencias resultantes de las elecciones tomadas.
Según se puede leer en el blog Emorganizer.com, las personas toman cerca de 35.000 decisiones cada día, ¡una cantidad increíble de elecciones!, sin embargo, somos conscientes de apenas el 1% de estas. Si todas estas opciones deben ser tomadas todos los días, hay razones más que suficientes como para preocuparnos y ocuparnos de guiar a nuestros hijos para brindarles herramientas que los conduzcan al éxito dentro de este proceso.
Como es sabido, la toma de decisiones abarca todas las áreas de la vida: la casa, la escuela, los amigos, la familia, los juguetes, la comida, etc. En este campo, podemos visualizar claramente las oportunidades que tenemos los adultos para intervenir y guiar a los niños hacia la selección de las mejores opciones que tienen disponibles, no dejando nada al azar sino, más bien, buscando la forma de acompañarles en el proceso y que puedan obtener los mejores resultados.
Comúnmente, en los primeros años de vida, observamos que papá y mamá escogen casi todas las opciones por los hijos, privándoles de excelentes oportunidades para su iniciación en la toma de decisiones. Por supuesto, esto no debería significar de ninguna manera que los niños hagan lo que quieran, ni tampoco implica ceder a sus berrinches. Todo lo contrario, significa simplemente que en un ambiente controlado les podemos ir señalando cuáles son las mejores opciones y ellos pueden decidir en consecuencia. Este espacio debemos brindarles siempre y cuando esta libertad no atente contra los principios familiares, su salud y su seguridad.
LA CAPACIDAD DE DECISIÓN
¿Son capaces los niños de tomar buenas decisiones? ¡Absolutamente!
Los niños pueden ser capaces de realizar buenas elecciones en su vida. Obviamente, al no tener las experiencias de vida que ya poseemos los adultos, en muchos casos las decisiones pueden resultar difíciles para ellos y, en múltiples ocasiones, pueden incluso cometer errores y, pues, las consecuencias deberán ser asumidas por ellos.
No perdamos de vista que el rol de los padres y educadores, en todos los casos, será de guiar y acompañar, no de asumir sus responsabilidades. Por ejemplo, si un niño ya está en edad escolar y tiene dos pares de zapatos que podría llevarse a la escuela, déjelo que decida cuál de las dos opciones ponerse, o si decide pintar un dibujo con un color distinto al que usted lo haría, permítale que lo haga y luego conversen por qué tomó esa elección. Estos y otros similares, son los momentos justos para desarrollar la capacidad de pensar en los «porqués» de sus deliberaciones y opciones tomadas. De esta forma estaremos desarrollando en los niños la capacidad de poner como parámetro sus propias pautas, lo cual les servirá en el futuro al enfrentar desafíos más exigentes.
MANTENER UNA SANA TENSIÓN
No entendamos mal, no se trata aquí de dar una libertad irrestricta a todo. Hay cuestiones que no deberían entrar en tela de juicio, como por ejemplo, ir o no a la escuela, abrigarse o no en invierno, tomar el medicamento cuando está enfermo (estas cosas no se discuten).
Sin embargo, la idea es brindar flexibilidad, oportunidades y al mismo tiempo tener claros los límites y prohibiciones. Recordemos: mientras más oportunidades de elegir opciones tengan los chicos, más aprendizajes podrán obtener en el tiempo adecuado.
Los niños pueden presentar escenas de ansiedad, inseguridad y nerviosismo al momento de tomar sus decisiones, simplemente acompáñelos en ese proceso, sea paciente y al ver sus logros, festejémoslo con elogios y reconocimiento. Eso los motivará a seguir intentando, ceñidos a los principios que los padres y educadores vayan señalándoles y, en caso de cometer errores, mientras la situación sea segura y no avizore peligros, deje que asuma las consecuencias de ello. Recordemos que en la vida aprendemos más de nuestros errores que de nuestros propios aciertos.
SUGERENCIAS PRÁCTICAS
En este complejo proceso de formación, podemos tener en cuenta las siguientes sugerencias:
- A pesar de los justificados instintos de sobreprotección de los padres, por el bien de su hijo, no lo haga. No sobreproteja a sus hijos. Haciéndolo no hacemos otra cosa más que criar niños inseguros, dependientes e inmaduros. ¡Evite la sobreprotección!
- 2. No considere el «error» como algo que deba evitarse ni castigarse, más bien véalos como una oportunidad para que el niño aprenda y crezca como persona. Reflexionen juntos sobre esto y saquen conclusiones válidas que les permitan a los chicos no repetir su mala elección.
- Asigne responsabilidades acordes a la edad del niño. Esto hará que el chico gane experiencias importantes para su vida y evitará, al estar ajustados a su edad y experiencia, que se frustren innecesariamente.
- Muéstreles que en la mayoría de las veces hay más de una opción y que lo positivo será elegir aquella que le permita solucionar sus problemas sin perjuicios para sí mismo ni para los demás.
- Las decisiones, cualesquiera sean estas, deben estar enmarcadas dentro de las pautas y principios establecidos por papá y mamá.
Esperamos que con estos tres artículos educativos hayamos podido colaborar con nuestro granito de arena, por supuesto, sin la más mínima intención de agotar las múltiples aristas que rodean estos prácticos e interesantes temas.
Esperamos haber brindado herramientas válidas, reflexiones y mecanismos prácticos para alcanzar la tan anhelada formación integral de nuestros hijos.
¡Qué Dios bendiga las familias!
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POR ROBERTO LEDESMA
Roberto Carlos Ledesma es profesor de Educación Escolar Básica, licenciado en Lingüística, pedagogo, magíster en Gestión Educativa, escritor y facilitador de Liderazgo Avanzado. Actualmente director general del Colegio Alberto Schweitzer (Asunción, Paraguay) y docente universitario en los niveles de licenciatura, especialización y postgrado. Casado con Celia Marecos, con quien tiene tres hermosos hijos: Rebeca, Alejandro y Sofía.