La persona de Jesucristo ha sido objeto de diversos análisis y motivo de miles de libros, dentro y fuera de la fe cristiana. Hay ciertos asp...
La persona de Jesucristo ha sido objeto de diversos análisis y motivo de miles de libros, dentro y fuera de la fe cristiana. Hay ciertos aspectos que han hecho que Su vida y palabras afecten aun hoy a cada ser humano. ¿Pero qué pudo tener de especial un carpintero judío hace dos mil años para ser “ineludible” para la humanidad?
Jesús, ¿otra versión de muchos mitos?
Vale decir que la persona de Jesús siempre ha sufrido ataques desde diversos frentes. Uno de los ataques más interesantes tiene que ver con el de algunos ateos, principalmente, que sugieren que la historia de Jesús relatada en el Nuevo Testamento no es más que una copia y adaptación de los mitos de otras divinidades paganas. Entonces, con este planteamiento como base, los proponentes de esta idea señalan supuestas coincidencias entre el Jesús de los evangelios y algunas divinidades antiguas como Horus, Dionisio, Mitra y Krishná. Las principales similitudes alegadas por estos críticos son que todas aquellas divinidades:
El apóstol Pedro escribió: “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad” (2 P 1.16). No es lógico pensar que los discípulos de Jesús conspiraron para crear una mentira monstruosa para engañar al mundo y luego la defendieron a costa de sus propias vidas. ¿Moriría usted por algo que sabe que es mentira? Los discípulos tampoco, y sin embargo la mayoría de ellos murió como mártir.
Jesús es sencillamente incomparable. Todos los intentos por hacerlo quedar como “uno más entre muchos” han acabado, uno tras otro, en fracaso. Jesús fue único por muchas razones, pero nos gustaría señalar dos principalmente.
Único por las profecías que cumplió
El Cristianismo no necesita de ninguna influencia externa como la mitología para obtener su contenido. Toda la enseñanza del Nuevo Testamento, incluyendo la vida y el mensaje de Jesús, tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, donde se destacan especialmente las promesas concernientes a un Mesías venidero. Muchas profecías que encontramos en el Antiguo Testamento se refieren a la venida de Jesucristo como Salvador:
Único por todo lo que afirmó
Jesús dijo cosas que nadie más pudo decir. Ni los “grandes maestros” de la historia, entre los que tantas veces se ha tratado de incluir a la fuerza a Jesús, se atrevieron a hacer afirmaciones como las que Él hizo sobre Sí mismo, sobre la humanidad, sobre Dios, sobre la vida y sobre la muerte. Por ejemplo:
Tomemos solo la primera de la lista, para darnos cuenta de la gravedad del asunto. Jesús afirma ser el Hijo de Dios. ¿Qué opciones tenemos frente a esto? Muchos simpatizantes de Jesús han tratado de minimizar Sus palabras para poder quedarse “cómodos” con Él sin tener que rendirle sus vidas. Otros, opositores, han rechazado rotundamente las pretensiones de Jesús y se han negado a considerarlas siquiera como válidas. Pero otros han concluido que la honestidad nos obliga a evaluar las verdaderas posibilidades de lo que Jesús declaró sobre Sí mismo.
En su “trilema” sobre la afirmación de Jesús de ser el Hijo de Dios, C. S. Lewis señalaba que tras una franca valoración de las cosas solo nos quedan tres posibilidades:
Las palabras y acciones de Jesús no reflejan la conducta de un charlatán o la de una persona mentalmente desequilibrada. Una acusación como esa no resiste el abundante testimonio de Sus milagros o la brillantez de Sus enseñanzas. Solo la tercera opción es lógicamente admisible.
Se nos exige una respuesta.
Podemos aplicar este mismo método a las demás afirmaciones de Jesús. Lo que no podemos es evadir la respuesta personal que ellas exigen de nosotros. Si las declaraciones de Jesús son verdad, entonces toda Su vida, muerte, resurrección y coronación en el cielo tienen una relevancia vital para cada uno de nosotros. El hecho de que Su venida tenía algo que ver con nuestras vidas es una verdad inescapable.
Aquel carpintero judío, que nació en un humilde pueblecito hace dos mil años, dijo ser el Hijo de Dios, que puede perdonar nuestros pecados, que merece ser honrado como Dios, y que un día juzgará al mundo. Todo esto exige una respuesta de nuestra parte. ¿Cuál será la suya?
Fuentes:
Una escena de la película “Hijo de Dios” (2014), de Mark Burnett y Roma Downey. |
Jesús, ¿otra versión de muchos mitos?
Vale decir que la persona de Jesús siempre ha sufrido ataques desde diversos frentes. Uno de los ataques más interesantes tiene que ver con el de algunos ateos, principalmente, que sugieren que la historia de Jesús relatada en el Nuevo Testamento no es más que una copia y adaptación de los mitos de otras divinidades paganas. Entonces, con este planteamiento como base, los proponentes de esta idea señalan supuestas coincidencias entre el Jesús de los evangelios y algunas divinidades antiguas como Horus, Dionisio, Mitra y Krishná. Las principales similitudes alegadas por estos críticos son que todas aquellas divinidades:
- Nacieron un 25 de diciembre.
- Nacieron de una virgen.
- Eran “niños maestros” a la edad de 12 años.
- Caminaron sobre el agua y realizaron muchos milagros.
- Tuvieron 12 discípulos.
- Fueron traicionados por un amigo.
- Murieron crucificados y resucitaron al tercer día.
El apóstol Pedro escribió: “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad” (2 P 1.16). No es lógico pensar que los discípulos de Jesús conspiraron para crear una mentira monstruosa para engañar al mundo y luego la defendieron a costa de sus propias vidas. ¿Moriría usted por algo que sabe que es mentira? Los discípulos tampoco, y sin embargo la mayoría de ellos murió como mártir.
Jesús es sencillamente incomparable. Todos los intentos por hacerlo quedar como “uno más entre muchos” han acabado, uno tras otro, en fracaso. Jesús fue único por muchas razones, pero nos gustaría señalar dos principalmente.
Único por las profecías que cumplió
El Cristianismo no necesita de ninguna influencia externa como la mitología para obtener su contenido. Toda la enseñanza del Nuevo Testamento, incluyendo la vida y el mensaje de Jesús, tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, donde se destacan especialmente las promesas concernientes a un Mesías venidero. Muchas profecías que encontramos en el Antiguo Testamento se refieren a la venida de Jesucristo como Salvador:
- El lugar de Su nacimiento: Belén (Mi 5.2; Mt 2.5-6; Lc 2.4).
- El tiempo de Su nacimiento: basado en las 70 semanas de años dados a Daniel (Dn 9.25; Lc 2.25-32).
- La forma de Su nacimiento: nacido de una virgen (Is 7.14; Lc 1.34).
- El precio de Su traición: treinta piezas de plata (Zac 11.12; Mt 26.15; 27.9-10).
- La forma de Su muerte: la crucifixión (Sal 22.16, 18; Mt 27.35; Lc 23.34; Jn 19.24; 20.25).
- La condición de Su cuerpo: ningún hueso roto (Sal 34.20; Juan 19.31-33) pero el costado traspasado (Zac 12.10; Jn 19.34, 37).
- La deslealtad de Sus discípulos: abandonado por sus seguidores (Zac 13:7; Mt 26.31).
- El lugar de Su sepultura: puesto en la tumba de un hombre rico (Is 53.9; Mt 27.57-30).
Único por todo lo que afirmó
Jesús dijo cosas que nadie más pudo decir. Ni los “grandes maestros” de la historia, entre los que tantas veces se ha tratado de incluir a la fuerza a Jesús, se atrevieron a hacer afirmaciones como las que Él hizo sobre Sí mismo, sobre la humanidad, sobre Dios, sobre la vida y sobre la muerte. Por ejemplo:
- Dijo que Dios era Su Padre (Jn 5.18).
- Se atribuyó el poder de perdonar los pecados (Mt 9.6).
- Dijo que el que no cree en él está bajo la ira de Dios (Jn 3.36).
- Declaró que juzgaría a todas las naciones (Mt 25.31-33).
- Retó a que alguien le acusara de algún pecado (Jn 8.46).
- Reclamó ser honrado al igual que Dios (Jn 5.23).
Tomemos solo la primera de la lista, para darnos cuenta de la gravedad del asunto. Jesús afirma ser el Hijo de Dios. ¿Qué opciones tenemos frente a esto? Muchos simpatizantes de Jesús han tratado de minimizar Sus palabras para poder quedarse “cómodos” con Él sin tener que rendirle sus vidas. Otros, opositores, han rechazado rotundamente las pretensiones de Jesús y se han negado a considerarlas siquiera como válidas. Pero otros han concluido que la honestidad nos obliga a evaluar las verdaderas posibilidades de lo que Jesús declaró sobre Sí mismo.
En su “trilema” sobre la afirmación de Jesús de ser el Hijo de Dios, C. S. Lewis señalaba que tras una franca valoración de las cosas solo nos quedan tres posibilidades:
- Era mentira y Jesús lo sabía —entonces era un farsante despreciable.
- Era mentira pero Jesús no lo sabía —entonces era un demente digno de lástima.
- Era verdad —entonces Jesús es realmente el Hijo de Dios.
Las palabras y acciones de Jesús no reflejan la conducta de un charlatán o la de una persona mentalmente desequilibrada. Una acusación como esa no resiste el abundante testimonio de Sus milagros o la brillantez de Sus enseñanzas. Solo la tercera opción es lógicamente admisible.
Se nos exige una respuesta.
Podemos aplicar este mismo método a las demás afirmaciones de Jesús. Lo que no podemos es evadir la respuesta personal que ellas exigen de nosotros. Si las declaraciones de Jesús son verdad, entonces toda Su vida, muerte, resurrección y coronación en el cielo tienen una relevancia vital para cada uno de nosotros. El hecho de que Su venida tenía algo que ver con nuestras vidas es una verdad inescapable.
Aquel carpintero judío, que nació en un humilde pueblecito hace dos mil años, dijo ser el Hijo de Dios, que puede perdonar nuestros pecados, que merece ser honrado como Dios, y que un día juzgará al mundo. Todo esto exige una respuesta de nuestra parte. ¿Cuál será la suya?
Fuentes:
- VerdadyFe.com. “¿Es Jesús una imitación de otros dioses de la mitología pagana?” En línea: bit.ly/1aKQgn6
- Gary DeMar. “A beginner’s guide to Bible prophecy”. En Biblical worldview (Oct-Nov 2007).
- Kurt De Haan. ¿Por qué es lógico creer en Cristo? RBC Ministries.