El «timón» que da dirección a una iglesia: el púlpito es como el timón, los pastores, los predicadores, los que presiden el culto y los que ministran
EL PAPEL PREPONDERANTE DEL PÚLPITO EN EL CULTO Y LA MISIÓN DE LA IGLESIA
El timón de un barco le sirve al capitán
dirigirlo y guiarlo a un determinado
lugar o a un puerto. De igual manera,
el púlpito es como el timón, los pastores,
los predicadores, los que presiden el culto
y los que ministran la adoración a Dios
son como los capitanes que dirigen la iglesia para que sean edificados, consolados y
desafiados a cumplir con la misión de
Dios en las naciones. Surge la pregunta:
¿Cuáles son los aspectos más sobresalientes en el uso del púlpito? ¿Cómo ser efectivos en la comunicación desde el púlpito? ¿Cómo utilizar el púlpito para movilizar a la congregación en la misión de
Dios?
1. El púlpito como medio de comunicación
Simultáneamente, la iglesia es una entidad social y espiritual que influye en las
personas, las familias y la sociedad. El mayor instrumento de comunicación que
posee la iglesia es el púlpito, desde esta
plataforma, el pastor o predicador transmite mensajes que influyen en la conducta de las personas; de tal manera, que, si
una persona ha tenido una conducta que
daña a la familia o la sociedad, por medio
de la transmisión de mensaje de las buenas nuevas que impartió el Señor Jesús, si
la persona es receptiva al evangelio y cree
en el Jesús su vida es transformada. Asimismo, el mensaje bíblico desde el púlpito, influye en las actitudes de los feligreses
frente a las situaciones adversas; por lo
cual, lo anima a enfrentar con valentía, hidalguía y con fe en Dios las hostilidades de
la vida. Desde el púlpito, se enseña verdades bíblicas y espirituales que incrementan el conocimiento de Dios, del Señor Jesucristo, del Espíritu Santo y de los propósitos divinos para todos los aspectos de la
vida.
Podemos afirmar que el mensaje expuesto en la predicación en un culto y
desde el púlpito tiene autoridad para
transmitir el amor, la obediencia y el servicio a Dios. Motiva a los congregantes a alabar y adorar a Dios «en espíritu y en
verdad» (Jn. 4:24). Dichosamente, desde
el púlpito la persona que está confundida,
la predicación le orienta; aquel que está
afligido; la predicación le consuela; para
quien está perdido en sus pecados, la predicación lo ofrece la salvación en Cristo;
para la persona que está desanimada, la
predicación le transmite fe y esperanza o
quien es conformista en su vida cristiana,
la predicación los desafía al compromiso
con Jesucristo y con su determinación de
servirle.
2. El púlpito y sus errores comunicativos
Pese a las virtudes comunicativas que tiene el púlpito en un culto público, algunos
expositores lo han utilizado para transmitir mensajes negativos y contraproducentes a la fe. El Señor Jesús utilizó sus exposiciones para responder a las necesidades
de las personas e impartirles soluciones a
sus inquietudes espirituales o teológicas.
En contraste con el Señor Jesús, los líderes religiosos de su época los utilizaron
para transmitir legalismos deshumanizantes y mandamientos humanos, los
cuales se oponían a la Palabra de Dios. En
su discurso profético contra los líderes religiosos (Mateo 23), el Señor Jesús reconoce la «responsabilidad de interpretar a
Moisés» que ellos ostentaban (v. 2); sin
embargo, denuncia las malas prácticas
comunicativas que impartían en sus exposiciones bíblicas y cómo dañaban la espiritualidad del pueblo. Observemos algunas de estas denuncias:
- La inconsistencia entre la enseñanza y la conducta (v. 3). El Señor Jesús señala la separación entre la interpretación y la exposición de los líderes religiosos sobre la Ley de Moisés y con su estilo de vida, ellos no practicaban «lo que predican». Aquel que tiene el privilegio de participar del púlpito para predicar o enseñar la Palabra de Dios, presidir el culto público o guiar a la iglesia en la adoración tienen que dar testimonio de practicar un estilo de vida consecuente con la responsabilidad moral y ética del evangelio y ser ejemplo de santidad en el púlpito. ¡Privilegio y responsabilidad son dos caras de la misma moneda!
- Legalismo que oprime a las personas (v. 4). El legalismo está relacionado con reglas, opiniones, criterios humanos que imparten los líderes religiosos para controlar la mente, la conducta, las decisiones y las relaciones de los feligreses. El legalismo se opone a la correcta interpretación de la Palabra de Dios y es contrario al evangelio de la gracia de Dios. El Señor Jesús denuncia cómo los líderes religiosos «atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás» (v. 4). Desdichadamente, el legalismo induce a los miembros de la congregación al tenerle miedo o terror a Dios y lo consideran como un Dios castigador. La gracia de Dios motiva a los feligreses a seguir, obedecer y servir a Dios movidos por el amor y en respuesta a su misericordia manifestada en el sacrificio del Señor Jesús en la cruz. ¡El legalismo oprime; la gracia de Dios liberta!
- Actitudes arrogantes de los líderes (v. 5). El Señor Jesús es radical contra las acciones, frases, posturas físicas, vestimenta o actitudes que reflejen un carácter arrogante de los líderes religiosos; Él advirtió que ellos «todo lo hacen para que la gente los vea»; asimismo, usaban «filacterias y adornos» movidos por su actitud egoísta y petulante. Lamentablemente, la influencia de la cultura secular y los medios de comunicación masiva que resalta figuras o personalidades se ha infiltrado en la vida de la iglesia, y nos desenfoca de la prioridad de reflejar el carácter sencillo y humilde del Señor Jesús. Tenemos que tener presente que «el más importante entre ustedes será siervo de los demás» (v. 11). El Señor Jesús nos desafía a renunciar a las actitudes orgullosas y egoístas. Aquellos que tienen el privilegio dirigir el culto público deben reflejar «el apacible y humilde de corazón» del Señor Jesús. ¡La congregación requiere de modelos que reflejan el carácter del Señor Jesús!
- Los estorbos para ser una iglesia amigable (v. 13). Es interesante que el Señor Jesús señala los obstáculos de los líderes religiosos que cerraban las puertas «a los demás» para que no entraran en «el reino de los cielos»; de esta manera, les impedían disfrutar de las bendiciones y beneficios del reino de Dios. Los dirigentes de un culto deben promover la comunión con Dios, la libertad y la vida eterna en Cristo Jesús. Lo opuesto a cerrar las puertas es abrirlas, esto implica desbaratar las barreras innecesarias que los líderes de la iglesia han establecido como condicionantes para que los pecadores se integren a la dinámica de la congregación y asistan a los cultos públicos. Además, requiere ser una iglesia amigable con los inconversos. Son múltiples los testimonios de personas que expresan sus quejas e inconformidades porque asistieron a una determinada iglesia con problemas de adicción o expresando frases propias de una persona que no ha nacido de nuevo, o con una vestimenta diferente a la que practica un creyente en Cristo y fueron menospreciado y despreciados por los miembros de la congregación. La congregación debe transmitir la calidez cristiana al inconverso cuando visita la iglesia y hacerle sentir bienvenido. ¡Los miembros de la iglesia deben ser amigables a los inconversos que asisten a un culto público!
3. El púlpito y la movilización de la iglesia
Como hemos mencionado, el púlpito
como el timón debe guiar, orientar, entrenar y movilizar a la congregación hacia la
misión de Dios. Esto implica evangelizar,
discipular y hacer buenas obras. Los dirigentes espirituales de la congregación deben estar apasionados y comprometidos
con la misión de Dios; a su vez, evitar la visión localista de la iglesia que, únicamente, busca el bienestar de los miembros de
la congregación; antes bien, que «¡abran
los ojos y miren los campos sembrados!
Ya la cosecha está madura» (Jn. 4:34). Este
mandamiento y visión del Señor Jesús es
universal y exige una acción intencionada
y dedicada a la obra misionera entre las
naciones.
Asimismo, está relacionada con la
gran comisión que dice: «Por tanto, vayan
y hagan discípulos de todas las naciones»
(Mt. 29:19-20). Es responsabilidad de los líderes espirituales de la iglesia local promover la misión de Dios a través de predicaciones, testimonios de misioneros,
ofrendas misioneras, boletín o medios de
comunicación que promueven en la iglesia la evangelización mundial y orar por
los misioneros y las misiones. ¡La misión
de Dios es prioridad en la iglesia local y
debe reflejarse en los cultos públicos!
Conclusión
Como hemos ilustrado, el púlpito es
como el timón que guía la iglesia en los
cultos públicos. Por esta razón, aquellos
que participamos en la dirección y predicación desde el púlpito, utilicemos este
valioso recurso para promover en los
miembros de la iglesia la comunión con
Dios, que disfruten de la nueva vida en
Cristo Jesús, que estrechen relaciones significativas entre sus miembros, motivarlos a ser amigables con los inconversos y
movilizar a los feligreses hacia la misión de
Dios en las naciones.
¡Qué el púlpito, como un buen timón,
guíe a la congregación a los puertos de la
bendición de Dios!
Por Marvin Leandro (pasmarvin59@gmail.com)
Marvin Leandro Palacios está casado con Yamileth Artavia
Murillo y son padres de tres hijos: Alejandro, Johan y Katherine. El pastor Leandro ha ejercido el ministerio pastoral desde el año 1980. Estudió en ESEPA donde obtuvo su Bachillerato en Educación Cristiana, en UNELA adquirió el bachillerato en Misionología y la Maestría en Consejería Pastoral y
en Azusa Pacific University alcanzó su Maestría en Trabajo
Pastoral. Ha sido profesor en varios institutos y seminarios
en Costa Rica, Nicaragua y Estados Unidos. Actualmente,
junto con su esposa Yamileth, ejerce el pastorado en la Iglesia Bíblica Nazareth, en la ciudad de San José, Costa Rica.