Crecimiento de la iglesia en una era de familias rotas. Estamos ante una grave crisis. La familia es la célula básica de la civilización, y puede que
UNA MIRADA BÍBLICA Y DESDE LA GRACIA A LA DISFUNCIONALIDAD FAMILIAR
Estamos ante una grave crisis. La familia es la célula básica de la civilización,
y puede que estemos contemplando
cambios rotundos en su formación original como tal.
La falta de comunicación al interior
de la familia, los problemas financieros, la
ausencia de los padres, los extensos horarios laborales, la violencia familiar, los
cambios acelerados de las tecnologías, el
descontrol de las redes sociales, el desconocimiento de los padres acerca del desarrollo de las etapas evolutivas por las que
atraviesan sus hijos, la relatividad de los
valores familiares y culturales, la hipersexualización de la sociedad, son algunas razones que deterioran las estructuras familiares y por consecuencia son los elementos detonantes de las crisis familiares.
Todo lo anterior ha profundizado,
aún más, el abismo entre la visión bíblica y
la visión del hombre común del matrimonio. Este, hoy en día es tan prescindible
como cualquier utensilio doméstico, algo
falla y se deshecha.
La sociedad actual ha distorsionado
este vínculo. Ha olvidado que básicamente es una obra diseñada por Dios. Que Él
lo creó por su Palabra y que lleva a cabo
esta unión en un solo cuerpo. Hoy no se
habla de pacto matrimonial, las uniones
conyugales se sustentan en la firma de documentos o simplemente en acuerdos de
palabras. Los cuales resultan altamente
atractivos para desechar estas uniones
bajo cualquier pretexto, dejando una estela hijos abandonados, carentes de figuras paternales o maternales. Y, en consecuencia, mamás con hijos a cuesta y papás inexistentes.
La familia sigue siendo el gran escenario de confianza. Es donde los hijos, los
padres, los parientes cercanos se reúnen
frente a situaciones difíciles o en tiempos
de crisis en busca de consuelo y soluciones. Extendiendo un manto de seguridad
protector sobre sus integrantes. Sin embargo, ahí también ocurre una gran paradoja familiar. El lugar donde las personas
se sienten seguras, es también hoy en día
el espacio de mayor inseguridad. Desde
esa perspectiva, las familias son muy vulnerables frente a las crisis.
Durante las diferentes etapas del desarrollo familiar, se enfrentan diferentes
momentos críticos del ciclo evolutivo,
que implican cambios tanto individuales
como familiares, los que pueden constituir un período de crisis.
1. Crisis familiar, sus causas y consecuencias
Por definición, crisis familiar se refiere a
un periodo de tensión o conflicto dentro
de una familia que puede surgir por diversas razones, como problemas de comunicación, cambios significativos en la vida, o
eventos estresantes. Este tipo de crisis
puede afectar a todos los miembros de la
familia, generando un ambiente de inestabilidad emocional y psicológica.
Es fundamental entender que las crisis familiares son comunes y pueden ser
superadas con el apoyo adecuado. Considerando a la iglesia como tal, siempre y
cuando existan las personas idóneas,
mentores, pastores, consejeros o líderes
capacitados en el entendimiento de la Palabra y con experticia en la consejería familiar.
Causas comunes de una crisis familiar
La crisis familiar —entendida como un
periodo de tensión o conflicto—, se puede generar por: La separación de los padres, el abandono de uno de los progenitores, infidelidades, fallecimiento de un
familiar cercano, jubilación, farmacodependencia, violencia intrafamiliar, alcoholismo, dificultades económicas, embarazos no deseados, llegada de un nuevo integrante al seno familiar, etc. Estos episodios desencadenan distintos tipos de
reacciones y conflictos entre los integrantes de la familia lo que puede generar una
gran crisis si no existe un manejo adecuado. Aunque también dependerá del significado e importancia que cada familia
otorga a la causa de la crisis.
Consecuencias de la crisis familiar
Primeramente, la afectación emocional producto de una crisis familiar puede ser
devastadora, incluso llegando hasta el
quiebre familiar. Cada integrante del núcleo exteriorizará de manera particular
sus emociones, rabia, tristeza, ansiedad,
confusión, etc. Estas expresiones pueden
afectar principalmente las relaciones familiares, como también la salud física y
mental de las personas involucradas.
2. La crisis familiar y su disfuncionalidad
La familia actual no solo enfrenta desafíos
en cuanto a su concepción, sino también
en cuanto a su estructura interna. En
nuestra Latinoamérica, el resultado de
una crisis matrimonial termina, generalmente en un divorcio o separación de los
cónyuges, dejando por consecuencia hogares disfuncionales o familias rotas.
Es por eso que definirla es una tarea
compleja. Entre la enorme variedad de formas de organización familiar y de parentesco podemos distinguir cinco tipos:
- La familia nuclear o elemental: Es la
unidad familiar básica que se compone
de esposo (padre), esposa (madre) e hijos,
los cuales pueden ser la descendencia biológica de la pareja o adoptados.
- La familia extensa o consanguínea:
Se compone de más de una unidad nuclear que se extiende más allá de dos generaciones y está basada en los vínculos
de sangre de una gran cantidad de personas. Incluye a padres, hijos, abuelos, tíos,
tías, sobrinos, primos y demás.
- La familia monoparental: Es aquella
familia que está constituida por uno de
los progenitores y sus hijos. Esta puede tener diversos orígenes:
a. Separación conyugal o divorcio: La relación de pareja se rompe y los hijos quedan a cargo de uno de los padres, por lo general, la madre. Muchas veces, no solo se rompe la relación de pareja, sino también la relación con los hijos.
b. Embarazo precoz: Debido a sus características, este tipo de familia configura un apartado en sí mismo. Al igual que en el caso del divorcio, los hijos quedan viviendo con uno de los padres, por lo general, la madre, y conforman así una ‘familia de madre soltera’
c. Personas solteras que adoptan.
d. Ausencia permanente o prolongada de un progenitor (ya sea por motivos laborales, enfermedades, hospitalización, emigración, exilio y guerra).
e. Fallecimiento de uno de los cónyuges. - La familia de madre soltera: Familia
en la que la madre, desde un inicio, asume
sola la crianza de sus hijos.
El hombre se distancia y no reconoce su paternidad por diversos motivos. En este tipo de familia se debe tener presente que no es lo mismo ser madre soltera adolescente, joven o adulta. - La familia de padres separados: A diferencia de la familia monoparental de
padres separados, en esta familia, aunque
los cónyuges deciden no vivir juntos, siguen cumpliendo su rol de padres ante
los hijos. Por el bien de estos se niegan a
continuar la relación de pareja, pero no
dejan de lado sus roles parentales.
Ciertamente, las problemáticas de la disfunción familiar nacen de incomprensiones, conflictos insalvables, irresponsabilidades, pérdidas de afecto o simplemente de decisiones que los adultos toman en beneficio propio con el ánimo de acomodar sus intereses personalistas — en la mayoría de los casos, de manera egoísta— por sobre la vida de sus hijos.
Como hemos dicho, estas nuevas constituciones familiares no escapan a la realidad de nuestras comunidades cristianas donde, cada vez más y con mayor frecuencia, encontramos a mujeres, hombres, jóvenes y niños cuyas realidades familiares originales han sido transformadas.
3. Crisis familiar, una oportunidad para la iglesia actual
Generalmente, el trabajo pastoral y el desarrollo de los ministerios familiares al interior de las congregaciones eclesiales dirigen sus programas hacia las familias nucleares biparentales, parejas unidas o casadas legalmente, con o sin hijos; ya que
entienden esto como la realidad ‘normal’.
También debemos prestar atención a que
un gran porcentaje de familias que queda
sin acompañamiento y, más aún, recibe
herramientas que no pertenecen a su realidad familiar.
Es fundamental que comencemos a
reconocer las nuevas organizaciones y a
brindar atención y apoyo hacia la disfuncionalidad familiar, especialmente a las
mujeres que vienen de un divorcio o separación y que, muchas veces, son tremendamente comprometidas con la obra de
Dios.
Dios ve lo que el hombre no ve
«El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón» (1 Sam. 16:7b NTV).
La gran problemática de las iglesias
frente a estas crisis familiares es no saber
qué hacer. Surgen cuestionamientos legalistas, por ejemplo: ¿Los divorciados tiene
espacios en las iglesias? ¿Las madres solteras y las mujeres separadas pueden servir
a Dios? ¿Las familias ensambladas pueden
tener liderazgos en las congregaciones?
Si hacemos diferencias y exclusiones
de personas, no estaríamos, como iglesia,
extendiendo la gracia de Dios. Estaríamos
despreciando la obra redentora de Jesucristo en la cruz del Calvario.
¿Y quién sabe si aquellas personas,
que no consideramos, poseen un espíritu
quebrantado, un corazón contrito y humillado más sincero que el nuestro?
Por Ricardo Tapia & Ana María Olivero (anyyricardo@gmail.com)
Ricardo Tapia, escritor cristiano, y su esposa Any han desarrollado por más de 30 años el ministerio de consejería y restauración familiar Pelead por Vuestras Familias. Actualmente pertenecen a la Iglesia Cristiana Iberoamericana (ICI), en
Maipú, Chile.