Líderes: ¿reyes o siervos? En tiempos donde la cultura exalta el individualismo, el poder y la autoafirmación, el llamado cristiano parece haberse dif
REDESCUBRIENDO EL LIDERAZGO CRISTIANO EN UN MUNDO INDIVIDUALISTA
En tiempos donde la cultura exalta el
individualismo, el poder y la autoafirmación, el llamado cristiano parece
haberse difuminado en medio del ruido.
La confusión sobre nuestra identidad y
propósito como hijos de Dios ha llevado a
muchos a cambiar la cruz por el trono, y el
servicio por la comodidad.
Hoy más que nunca, es urgente volver
al fundamento de nuestra fe: somos siervos, no reyes. Aunque podamos tener roles visibles en la iglesia o ejercer liderazgo
en distintas áreas, el corazón del evangelio
nos llama a seguir el modelo de Cristo,
quien vino «no para ser servido, sino para
servir» (Mt. 20:28 RVR60).
El contexto cultural e ideológico
Vivimos en una era donde el «yo primero» se celebra: las redes sociales, el consumo y la meritocracia popularizan líderes
que acumulan poder, cargos y seguidores.
Esta visión contrasta con la lógica del
reino de Dios, donde el peso espiritual recae no sobre un trono, sino sobre una toalla de servicio (Jn. 13:3-5).
Como líderes cristianos, necesitamos
recordar que no nacimos para ser servidos, sino para servir: ese llamado define
nuestra identidad como creyentes en primer lugar, desafía nuestro orgullo y remite
a un propósito superior.
Cristo, nuestro modelo eterno
Dios no nos coloca en posiciones de liderazgo para engrandecernos, sino para que
a través de ellas extendamos su reino. Jesús lo expresó con claridad:
«Y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo» (Mt. 20:27 RVR60).
En un mundo que a menudo mide la
grandeza por la influencia y la fama, el
reino de Dios da un giro radical a este concepto: la verdadera grandeza está en el
servicio. El apóstol Pablo también lo reafirma:
«Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios» (1 Cor. 4:1 RVR60).
Jesús nos dejó un ejemplo inigualable
cuando, siendo Señor, lavó los pies de sus
discípulos (Jn. 13:1-17). Su vida entera fue
un acto continuo de entrega, humildad y
compasión. Este modelo no es opcional:
es la esencia del discipulado cristiano. Sin
embargo, hoy muchos creyentes han
cambiado ese patrón por otros más cómodos o populares. Es hora de regresar al
mejor de los modelos: Cristo.
Este llamado no es exclusivo del cristianismo. En 1970, Robert K. Greenleaf
acuñó el término servant leadership: «El
líder siervo es primeramente sirviente…
luego, conscientemente, aspira a liderar»
(Greenleaf, 2002). Greenleaf preguntaba:
«¿Crecen los servidos? ¿Se vuelven más libres, más sabios, más autónomos?». El
propósito de liderar es el florecimiento
del otro. Y se inspiró en El viaje a Oriente
de Hermann Hesse, donde Leo —un simple sirviente— encarna el verdadero liderazgo (Hesse, 1970).
El servicio: una vocación para todos
El servicio en la iglesia no es exclusivo de
pastores o líderes visibles. Toda la comunidad de creyentes ha sido llamada a servir. Servir es una expresión de adoración y
una herramienta poderosa de edificación
mutua. El autor de Hebreos nos recuerda:
Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún (Heb. 6:10 RVR60).
Este servicio debe nacer de un corazón agradecido, que entiende que amar a
Dios implica amar y atender a los demás.
En palabras de Filipenses 2:3:
«No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos».
Servir es un privilegio, pero también
una responsabilidad sagrada. Y aunque a
veces pase desapercibido, Dios nunca olvida a quienes lo hacen con humildad y
amor.
Características del liderazgo siervo
Para ayudarnos a evaluar si estamos sirviendo bien, el liderazgo siervo —según
Larry Spears— tiene 10 características
que derivan de la obra de Greenleaf
(Spears, 2010):
- Escucha: atención profunda tanto a lo verbal como a lo no expresado.
- Empatía: valorar el valor único del otro.
- Sanación: propiciar restauración emocional y relacional.
- Conciencia: especialmente introspectiva.
- Persuasión: influir sin imponer.
- Conceptualización: pensar a largo plazo, más allá de lo inmediato.
- Previsión: anticipar escenarios futuros.
- Mayordomía: administrar con integridad.
- Compromiso con el crecimiento: invertir en el desarrollo de otros.
- Construcción de comunidad: crear vínculos sólidos.
Estas dimensiones nos ayudan a evaluar nuestro servicio: ¿Escuchamos más
de lo que hablamos? ¿Conocemos las heridas de quienes servimos? ¿Enfoque autoritario o persuasivo?
¿Cómo servimos de forma efectiva hoy?
Nuestro servicio no solo debe proclamar
a Cristo, sino también responder a las necesidades reales de las personas y las familias. No todas enfrentan las mismas circunstancias, y por eso el servicio debe ser
empático, contextual y sensible.
Las iglesias hoy enfrentan un gran desafío: atender de manera efectiva a familias disfuncionales que cargan con heridas
emocionales, estructuras rotas o relaciones deterioradas. Estas familias necesitan
más que una palabra bonita: requieren
apoyo concreto y compasivo.
Aquí algunas formas prácticas en que
la iglesia puede servir mejor:
- Consejería emocional y familiar: Escuchar, acompañar y guiar espiritualmente a quienes atraviesan crisis.
- Programas educativos: Enseñar habilidades para la vida, desde la crianza hasta la resolución de conflictos.
- Grupos de apoyo: Espacios donde se fomente la sanidad emocional y la comunión.
- Eventos comunitarios: Crear entornos seguros que promuevan la unidad y restauración.
- Recursos espirituales: Brindar guía bíblica, oración y esperanza en medio de la dificultad. El servicio cristiano debe ser integral. Si Jesús se ocupó tanto del alma como del cuerpo de las personas, ¿por qué nosotros no haríamos lo mismo?
Volver al llamado original
En resumen, si decidimos volver al modelo de Cristo y nos enfocamos en servir según las necesidades reales de quienes nos
rodean, entonces estaremos cumpliendo
fielmente nuestra misión como iglesia.
El reino de Dios no se construye con
títulos, sino con toallas. No con tronos,
sino con manos dispuestas. En un mundo
que quiere formar líderes para ser servidos, el evangelio nos forma para servir
con amor, humildad y propósito.
Te propongo un desafío práctico:
- Reto personal de 30 días: cada día haz un acto de servicio (sin buscar reconocimiento): escucha sin juzgar, visita, ora, acompaña.
- Proyecto congregacional: plan anual en tres frentes: consejería, educación abierta y evento comunitario mensual. Así no solo proclamamos un evangelio de palabras, sino uno que se vive.
Conclusión
La cultura actual forma reyes. Cristo inauguró una realeza diferente: fundada en el
servicio. La Escritura nos llama constantemente a adoptar una postura de servicio.
En Marcos 9:35, Jesús enseña a sus discípulos: «Si alguno quiere ser el primero,
será el postrero de todos, y el servidor de
todos» (RVR60). Este llamado no disminuye al creyente, sino que lo eleva en dignidad espiritual. El siervo, en el reino, ocupa el lugar de mayor honra.
Y el apóstol Pedro nos exhorta: «Cada uno según el don que ha
recibido, minístrelo a los otros,
como buenos administradores de
la multiforme gracia de Dios» (1
Pe. 4:10 RVR60).
Así, el servicio no es una tarea opcional, sino una expresión directa de la gracia
y propósito divino. En un mundo que idolatra la autoafirmación, la iglesia está llamada a personificar el carácter de Cristo,
sirviendo con alegría, convicción y constancia. Ese trono no es para sentarse, sino
para servir. No somos reyes, somos siervos. Y el Rey de reyes ya nos mostró el camino.
Fuentes y referencias:
- Greenleaf, R. K. (2002). Servant leadership: A journey into the nature of legitimate power and greatness (25th anniversary ed., L. C. Spears, Ed.). Paulist Press. (Original work published 1977).
- Spears, L. C. (2010). Character and Servant Leadership: Ten Characteristics of Effective, Caring Leaders. The Journal of Virtues & Leadership, 1(1), 25–30.
- Hesse, H. (1970). The Journey to the East (H. Rosner, Trans.). Noonday Press. (Original work published 1932).
Por Jhonny Badilla Calvo (pastorjhonnyabc@hotmail.com)
El pastor Jhonny Badilla Calvo, costarricense, con más de 29
años de casado y padre de tres hijos, ha servido durante 23
años en la Iglesia Evangélica Metodista de Costa Rica. Posee
un Bachillerato en Teología, una Maestría en Ciencias de la
Religión con énfasis en Orientación Familiar, y formación en
capellanía clínica. Actualmente, cursa su doctorado en Teología, enfocándose en cómo fortalecer a la iglesia atendiendo a las necesidades integrales de la familia.