Procedimientos administrativos en la iglesia: En muchas iglesias, el deseo de servir a Dios con pasión y entrega convive con una realidad que
UNA GUÍA PARA EL ORDEN, TRANSPARENCIA Y EFICIENCIA EN LA MISIÓN
En muchas iglesias, el deseo de servir a
Dios con pasión y entrega convive
con una realidad que a veces se pasa
por alto: la necesidad de orden, claridad y
buena administración. Nos enfocamos en
lo espiritual, en la adoración, en el discipulado y en alcanzar almas. Pero en medio
de esa noble labor, es fácil dejar de lado
los detalles prácticos que sostienen el día
a día de la comunidad de fe.
Cuando nos preguntan: ¿Quién gestiona los recursos? ¿Cómo se toman las
decisiones financieras? ¿Qué hacer cuando hay un conflicto interno? ¿Cómo asegurar la transparencia en lo económico?,
Como respondemos a estas y muchas
otras preguntas surgen en el caminar de la
iglesia. Y cuando no hay respuestas claras,
o al menos un marco de referencia compartido, se corre el riesgo de caer en la improvisación, malentendidos o incluso el
desgaste de los líderes y los miembros.
La autora Inés J. Figueroa, experta en
administración financiera de instituciones religiosas, dice que aquellos que se
ocupan de esta delicada y vital área en la
iglesia deben considerar que los recursos
bajo su administración pertenecen a Dios
y, por tanto, deben ser gestionados con
estricto sentido de responsabilidad y conforme a principios de sana economía. Es
imperativo que la obra de Dios esté representada de manera equitativa en toda su
extensión. (Figueroa, 2011, pp. 31ss).
Aquí es donde una Guía de Procedimientos Administrativos se vuelve una
herramienta esencial. No se trata de un
documento frío o burocrático, sino de una expresión concreta del orden que
Dios ama (1 Cor. 14:40), una ayuda práctica para que la misión espiritual de la iglesia se realice con integridad, eficiencia y
paz. Por esta razón iniciamos esta serie y
en este artículo exploraremos por qué
cada ministerio, sin importar su tamaño o
estilo, necesita una guía, y cómo puede
convertirse en un pilar que fortalezca su
testimonio y su crecimiento.
Pero, ¿por qué la iglesia necesita una
Guía de Procedimientos Administrativos?
1. Porque no todo se resuelve «como sea»
Aunque muchas veces nos acostumbramos a decir: «Como sea y así lo venimos
haciendo», llega un momento en que improvisar deja de ser una opción. La iglesia
crece, se multiplican los ministerios, y las
responsabilidades también. Sin una guía,
cada líder interpreta a su manera lo que
hay que hacer, y eso genera confusión, repeticiones innecesarias o incluso tensiones que podrían evitarse con un procedimiento escrito que no necesariamente
debe ser complejo.
¿Alguna vez escuchaste a un líder decir algo como: «Yo solo le rindo cuentas a
Dios, así que nadie tiene derecho a cuestionar cómo manejar el dinero de la iglesia»? Tal vez lo dijo con sinceridad, pero,
¿es realmente esa la actitud que vemos reflejada en el liderazgo de los discípulos del
Nuevo Testamento?
Tomemos el ejemplo de Pablo.
Todos
recordamos que predicó con poder, que
plantó iglesias, formó discípulos y escribió
cartas que hasta hoy nos edifican. Pero
hay una parte de su ministerio que no
siempre se menciona: Pablo también recaudó y administró ofrendas, y no fueron
pequeñas recolectas ocasionales, se trataban de una ayuda organizada, recogida en
distintas regiones, a lo largo del tiempo y
con mucho cuidado.
Lo interesante es que Pablo no manejó esos recursos de forma aislada ni secretamente. Él se aseguró de actuar con integridad, rodeado de personas de confianza, dando informes y buscando siempre
evitar cualquier sospecha. No porque dudara de su corazón, sino porque sabía que
la transparencia también glorifica a Dios.
(Shogren, 2010).
2. Porque la transparencia honra a Dios y da confianza a las personas
Uno de los temas más delicados en cualquier comunidad es el manejo de los recursos financieros. ¿Quién compra qué?
¿Dónde se guarda el dinero? ¿Cómo se eligen a los responsables? Estas preguntas
deben tener respuestas claras y accesibles
para todos.
Cuando hay procesos bien definidos y
conocidos, se evitan sospechas y se fortalece la confianza entre los miembros de la
iglesia, o cualquier institución. No se trata
de desconfiar de nadie, sino de cuidar a
todos, no se busca un control sobre las
personas, sino construir una red de protección para todos, en especial del equipo
administrativo y los líderes.
3. Porque los líderes cambian, pero la misión debe seguir
Hay iglesias que sufren mucho cada vez
que hay un cambio de liderazgo: lo que
antes funcionaba de una forma, de repente cambia sin previo aviso. A veces, no es
porque el nuevo líder quiera imponer
algo, sino porque simplemente no hay referencias claras de cómo se venía trabajando; todo era verbal, no había nada escrito. Una guía escrita ayuda a que la visión y el trabajo de la iglesia no dependan
exclusivamente de las personas, sino que
puedan sostenerse en principios claros,
compartidos, coherentes y contextualizados a las necesidades y requerimientos de la actualidad.
4. Porque el orden también es espiritual
Hay una idea equivocada de que lo administrativo es «carnal» y lo espiritual es «lo
importante». Pero la Biblia nos muestra
otra cosa. Desde el Antiguo Testamento, vemos cómo Dios se toma el tiempo para
detallar medidas, tiempos, tareas y responsables, y en el Nuevo Testamento, vemos cómo los apóstoles organizaban, colectaban, establecían diáconos, y se preocupaban por el buen funcionamiento del
inicio de la iglesia.
Entonces, lo espiritual no está en
contra del orden; de hecho, lo necesita.
Un ministerio bien organizado refleja el
carácter de Dios y la sana espiritualidad
de los líderes.
Conclusión
Tener una Guía de Procedimientos Administrativos no es un lujo ni una carga burocrática; es una muestra de que queremos hacer las cosas bien, con responsabilidad y visión a largo plazo. Es cuidar lo
que Dios nos confió. Es cuestión de sentarse como equipo, orar, conversar, escribir y comprometerse; no tiene que ser
perfecto, pero sí genuino y útil, y lo más
importante: debe estar al servicio de la
misión, y no por encima de ella. Porque al
final del día, lo que queremos es que la
iglesia sea un lugar donde se vive la fe y
también se administra con sabiduría,
amor, transparencia y obediencia.
En los próximos artículos queremos
tratar los siguientes temas: cómo elaborar
una guía de procedimientos administrativos para la iglesia, para luego abordar sobre la implementación y evaluación de la
misma.
Fuentes y referencias
- Inés J. Figueroa (2011). La administración de las finanzas de la iglesia. Abingdon Press.
- Gary Shogren (2010). «¿Deben los pastores rendir cuentas en lo relacionado con lo económico? Según Pablo, que sí». Razón de la Esperanza, en línea: <https://is.gd/xGR>.