Entender cuál es la realidad actual de nuestra iglesia hoy significa conocer sus inicios, mirar su historia, valorar los frutos que ha dado y reconoce
CONOCIENDO EL PRESENTE PARA ENCAMINAR LA IGLESIA HACIA SU PROPÓSITO
Para avanzar hacia el propósito que
Dios tiene para tu iglesia, es esencial
detenerse y analizar su estado actual.
Muchas veces, los desafíos del ministerio,
lo administrativo y organizacional nos lleva a enfocarnos en el día a día, olvidando
reflexionar sobre los valores humanos, los
dones y talentos y las posibilidades y
oportunidades no descubiertas dentro de
la congregación.
Entender cuál es la realidad actual de
nuestra iglesia hoy significa conocer sus
inicios, mirar su historia, valorar los frutos
que ha dado y reconocer tanto sus fortalezas como sus desafíos. En esto nos queremos enfocar en este tercer y último artículo.
La iglesia es un organismo complejo
La realidad de muchas iglesias locales hoy
puede parecer compleja, y realmente lo
es, porque la iglesia es comparada en la Biblia con el cuerpo de una persona. Y la
complejidad del cuerpo humano es tal
que aún existen órganos y procesos que el
ser humano no comprende completamente; por ejemplo, el cerebro, el sistema
inmunológico o el corazón mismo. ¡Cuánto más en la iglesia!
Romanos 12:4-5 nos revela, mediante
una comparación, que nosotros formamos el cuerpo de Cristo y lo describe así:
«Pues, así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás».
Es decir, los miembros de una iglesia
local, cada uno con su personalidad, dones y talentos, en interdependencia el
uno con el otro, formamos un solo cuerpo en Cristo. Este cuerpo es guiado por
Cristo mismo, según Colosenses 1:18,
donde leemos acerca de la supremacía de
Cristo, que dice: «Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia».
Así, cada iglesia local es un organismo
vivo y complejo, guiado por nuestro Señor Jesucristo, quien es la cabeza, donde
los miembros, con sus diferentes características, están interconectados entre sí y
cumplen funciones interdependientes.
Conociendo esta complejidad, la tarea del pastor y del liderazgo de una congregación no solo consiste en ser buenos
mayordomos del conocimiento de Dios y
administrar fielmente los bienes de la
congregación, sino que su principal responsabilidad es estar unidos a la cabeza,
que es Cristo, desde donde nos proviene
la guía, la sabiduría y la visión para hacer
su voluntad.
Por esta razón queremos hacer todo
lo posible para conocer nuestra iglesia
para guiarla hacia los propósitos que Dios
tiene para ella.
Haz un inventario de la realidad de tu iglesia
Para conocer la realidad actual de la iglesia es bueno conocer estos 5 aspectos claves de una iglesia local, que nos ayudarán
a hacer un inventario de las bendiciones y
las pruebas que Dios nos ha confiado a lo
largo de los años:
- A. Propósito: ¿Cuál es el
propósito original de la iglesia?
Para conocer la realidad de nuestra iglesia, debemos comenzar revisando su propósito original. ¿Por qué fue fundada originalmente? ¿A qué grupo de personas se quería llegar inicialmente? ¿Qué visión tenían los fundadores al establecerla? ¿Qué sueños tenían para su comunidad? Este punto lo desarrollamos detalladamente en el primer artículo de esta serie. Saber todo esto nos permite recordar el propósito original de la iglesia y para evaluar si seguimos alineados con la visión inicial o si necesitamos hacer ajustes. Cada iglesia tiene una razón de ser única, que se basa en su visión inicial y que debe guiar sus pasos y el camino a largo plazo. - B. Impacto: ¿Cuáles son las
huellas que ha dejado la iglesia?
Luego de conocer con claridad el propósito, es importante reflexionar sobre el impacto que nuestra iglesia ha tenido tanto en la comunidad como hacia afuera. Estas preguntas pueden guiarnos: ¿Cuáles son las obras de mayor alcance e impacto de la iglesia a lo largo de los años? ¿Cuál es nuestro aporte en las misiones mundiales? ¿Qué frutos podemos ver en la vida de las personas a través de estas obras? ¿En qué hemos sido buenos y en qué áreas hemos influido de manera positiva en otros? ¿Cuáles son las cosas, obras o acciones por las que se nos conoce como iglesia? Este punto lo desarrollamos en el segundo artículo de esta serie. A veces, puede ser fácil perder de vista las huellas que la propia iglesia ha dejado, pero es esencial mirar hacia atrás y ver cómo Dios ha trabajado a través de nuestra congregación para tocar vidas y llevar esperanza. Reflexionar sobre el impacto de la iglesia nos ayuda a reconocer sus fortalezas y a ver cuál es el legado que tenemos en nuestras manos, para seguir adelante con el mismo espíritu. - C. Desafíos: ¿Por qué pruebas
hemos pasado como congregación?
Así como la iglesia ha dejado huellas positivas en la comunidad, que en su mayoría son visibles, cada iglesia también pasa por pruebas que, por lo general, no son tan evidentes hacia el exterior. Es importante ser honestos también en esta área y no ignorar ni barrer las dificultades y crisis de la iglesia simplemente bajo la alfombra. Para hacer un inventario honesto de la iglesia, es valioso mencionar las pruebas y dificultades. Si han sido superadas, reconocer que forman parte de nuestras experiencias y que se puede aprender de ellas. Pero si aún no han sido superadas, es importante abordarlas con amor y en el espíritu de Cristo. Por otro lado, también es necesario identificar los desafíos actuales de la congregación, que pueden ser obstáculos o debilidades de naturaleza organizacional, financiera, espiritual o incluso relacional. Estos desafíos representan oportunidades para crecer y depender más de la gracia de Dios. - D. Capacidades: ¿Cuáles son los
ministerios activos en la iglesia?
Las capacidades de una iglesia se pueden medir de muchas maneras y en diferentes áreas. Aquí queremos referirnos a los ministerios que funcionan en una iglesia y las actividades que realiza. Para tener una visión clara de todos los ministerios y cómo están interconectados, es útil crear un organigrama sencillo que permita visualizar el panorama completo de los ministerios de la iglesia.
Para profundizar en las capacidades potenciales de la iglesia, es útil plantear las siguientes preguntas: ¿Qué ministerios están operando y en qué áreas se están involucrando los miembros? ¿Qué tipos de ministerios tiene la iglesia? ¿Cuáles son los ministerios que alcanzan a grupos específicos de personas (por ejemplo, escuela dominical, adolescentes, jóvenes), cuáles se enfocan en la enseñanza (estudio bíblico, curso de bautismo, capacitaciones) y cuáles se dedican al cuidado de la congregación (visitas, oración, consejería)? Las capacidades de una iglesia dependen de las personas que componen el cuerpo de Cristo, sus dones espirituales y su disposición para trabajar. Así llegamos al último punto, donde exploraremos qué grupos de personas forman parte de la iglesia. - E. Grupos humanos: ¿Qué grupos
humanos tiene la iglesia actualmente?
En este último punto es crucial conocer los grupos de personas que conforman la iglesia en su estado actual. Para ello, animamos a cada iglesia a realizar una encuesta a sus miembros que revele esta realidad. Lo primero que se desea saber son datos generales de las personas y las edades de las personas, para identificar cuántos niños asisten a la iglesia y están en la escuela primaria, cuántos adolescentes están en el colegio y cuántos jóvenes universitarios. Esta información es fundamental para los ministerios infantiles y juveniles. Además, es valioso conocer el nivel educativo, la situación laboral y la profesión de los miembros de la iglesia. Incluso se podría preguntar sobre experiencias en ciertas áreas, lo que puede ayudar a tener una visión clara de los recursos humanos disponibles en la congregación. También sería útil incluir preguntas sobre idiomas, aspectos culturales y contextos sociales. El propósito de esta encuesta es comprender mejor el «mapa humano» de la iglesia, lo que permitirá conocer las necesidades, pastorear con mayor comprensión y detectar posibles puntos de conflicto o necesidades específicas entre los miembros.
Conclusión
Finalmente, al conocer estas áreas y haberlas desarrollado y trabajado a fondo, es
casi natural descubrir cuál es el propósito
de la iglesia. Este proceso de reflexión y
evaluación nos permite obtener una visión clara y precisa de la realidad actual de
nuestra congregación, lo que nos capacita
para avanzar hacia el propósito que Dios
tiene para ella. Así, guiados por Cristo, podremos seguir creciendo, impactando vidas y cumpliendo nuestra misión en este
mundo, siempre dependiendo de su gracia y sabiduría.
Por Leonard Janz (lafuentela@gmail.com)
Casado con Gudrun y juntos tienen cinco hijos, incluyendo
una hija casada, y una nieta. Es predicador ordenado en la
iglesia Hermanos Menonitas Concordia en Asunción, Paraguay, donde participa activamente en la vida congregacional. Posee una maestría en Misionología por la Facultad
Teológica Sul Americana. En 2005 fundó la revista La Fuente
y actualmente es presidente de Alfalit del Paraguay, una organización dedicada al desarrollo educativo y social.