¡Hola, amigos! nos volvemos a encontrar en un capítulo más de aprendizaje y de compartir experiencias. En cada artículo he procurado abrirte mi corazó
LA PRESERVACIÓN DEL ESPACIO PERSONAL PARA UNA RELACIÓN SALUDABLE
¡Hola, amigos! nos volvemos a encontrar en un capítulo más de
aprendizaje y de compartir experiencias. En cada artículo he procurado
abrirte mi corazón con el propósito de
hacer una pequeña contribución a tu crecimiento personal y matrimonial. Sobre el
tema del matrimonio, no me las sé todas,
obviamente; sin embargo, como te conté
en el primer artículo, he vivido episodios
buenos y otros no tan buenos, y no deseo
que atravieses lo mismo que yo. Es posible
que nunca nos veamos, pero he orado
por ti para que, al leer estas líneas, encuentres una respuesta de Dios para ti y
para tu matrimonio.
Hagamos un repaso. En el primer artículo de esta serie hablamos sobre el
compromiso en el matrimonio. Vaya que fue bastante interesante, sobre todo
cuando logramos entender que, más allá
de un compromiso matrimonial con la
pareja, hay además un compromiso aún
mayor con Dios, porque fue delante de Él
que dijiste: «Acepto».
En el segundo artículo hablamos sobre el perdón. Te compartí que traer siempre a las discusiones temas del pasado demuestra que hay un corazón herido, cuya
medicina, como bien lo expresa la Biblia,
es el perdón. El perdón en el matrimonio
debe ser una práctica continua que se
profundiza con el tiempo. Creo que lo de
«70 veces 7» el Señor lo dijo especialmente para los casados (¡espero que mi esposa
no me lleve la cuenta!).
Hoy quiero compartir sobre un tema
que, aunque no tan profundo como los anteriores, merece nuestra atención. De
hecho, al hablarse de este tema, generalmente se menciona un par de cosas y
nada más; mucha gente no lo considera
relevante, pero yo lo veo como una de las
pequeñas zorras que destruyen los viñedos (cf. Cant. 2:15). Aquí está el tema de
hoy:
El espacio personal en el matrimonio
En los primeros años de matrimonio es
muy común que, por amor y el deseo de
estar juntos, se haga casi todo en pareja.
Es una etapa muy bonita; cuesta imaginar
hacer algo sin el amor de tu vida. Pero, a
medida que la relación avanza, va madurando y crece la confianza, surge la necesidad de tener un espacio propio dentro de
la relación.
Génesis 2:24 nos dice: «Por eso el
hombre deja a su padre y a su madre para
unirse a su esposa, y los dos llegan a ser
como una sola persona» (DHH). Este versículo enseña la unión de cuerpo y alma
entre un hombre y una mujer. Sin embargo, esto no significa que debas vivir pegado día y noche a tu pareja, convirtiéndote
en una esposa o esposo intenso, o, como
se dice hoy en día, «tóxico», abrumando
a tu pareja. Es impresionante, pero existen
parejas así. Quizás tú no estés a ese nivel,
pero sigue leyendo para ver cuánto espacio le das a tu pareja. Muchas personas
piensan que las verdaderas parejas deben
hacerlo todo en común, que la felicidad
está en no separarse nunca y compartir
cada instante.
Es importante que en el matrimonio
cada uno tenga sus propias rutinas y actividades que le permitan desconectar, relajarse y disfrutar de tiempo a solas. Practicar un deporte, leer, dibujar, salir con
amigos o dedicarse a actividades de interés individual ayuda a reforzar la identidad personal y enriquece la relación de pareja. No dar espacio es truncar el crecimiento personal del cónyuge. Es necesario permitirle crecer como persona, como
profesional, como servidor de la iglesia,
cultivar amistades, emprender nuevas
metas. Todas estas cosas se desarrollan en
un espacio personal y aportan felicidad. Y,
aunque vivan en la misma casa, es muy
saludable que cada uno tenga su lugar
propio dentro del hogar, donde pueda
sentirse cómodo, relajado y en privacidad.
Ceder su propio lugar al otro también es amor
Muchas parejas, al sentir la demanda continua de cumplir con su deber de hacer
compañía, caen en la mentira y ocultan
los pocos tiempos de espacio libre que
consiguen, solo para no incomodar a su
cónyuge. Permitir que cada uno tenga su
espacio personal es, sin duda, una muestra de amor, confianza y complicidad. Si
somos felices como personas, también seremos felices en pareja. Pero, si estamos
frustrados porque no hacemos lo que deseamos o porque la otra persona siente
celos o desconfianza, solo aportaremos
infelicidad a nuestra relación.
Hay actividades que uno disfruta y el
otro no, y está bien que así sea. Son personas distintas, con gustos diferentes, y disfrutan la vida de maneras diversas. A pesar de que algunas actividades no sean de
tu agrado, algunas veces acompaña a tu
pareja por amor y para que se sienta querido, pero también hay que tener el sentido común, la sabiduría y la confianza para
saber cuándo no acompañar, de modo
que él o ella disfrute de espacio individual;
esto también lo debes hacer por amor.
Cuando hablamos de espacio personal, incluso puede referirse literalmente a
un espacio, es decir, un lugar, como por
ejemplo el sitio donde guardan sus pertenencias. Esto también debe respetarse,
manteniendo ciertos límites con las cosas que pertenecen a nuestro cónyuge. No te
sientas mal ni veas como egoísmo cuando
tu esposo o esposa no te permita usar algunas de sus cosas; es parte de la privacidad, y cada quien necesita su espacio.
Por otro lado, no es traición si un
buen día decides comerte un helado solo
o sola, o si te tomas un café en un bonito
lugar sin compañía. Muchos sienten que
están haciendo algo mal, como si fueran
infieles, y lo evitan para no sentirse así. Algunas parejas pueden ver esto como un
rechazo o incluso crear una competencia.
Aquí lo problemático sería que nunca lleves a tu pareja a tomar helado o que las últimas veces que fuiste a la heladería lo hiciste solo; en ese caso, claramente habría
motivos para que el otro miembro del
matrimonio se molestara.
Hacia una relación sólida, equilibrada y satisfactoria
Finalmente, tener espacios en el matrimonio es una forma saludable y necesaria de
poner bases sólidas a la relación y aporta
equilibrio entre la unión y la individualidad. Es fundamental recordar que cada
uno en el matrimonio sigue siendo un individuo distinto, con una perspectiva propia en muchos aspectos, único, con sus
propias necesidades y espacios personales, que deben ser respetados y valorados.
Al establecer rutinas individuales, crear
espacios personales en el hogar y respetar
el tiempo a solas de la pareja, estarán cultivando una relación sólida, equilibrada y
satisfactoria.
Recuerda, además, que hay propósitos y llamados para el matrimonio y la familia en general, pero Dios también tiene
propósitos específicos para cada uno de
nosotros. No obstaculicemos a Dios en Su
trato con nuestro cónyuge; de hecho,
Dios es el mayor ejemplo de saber darnos
espacio, aun cuando verdaderamente a Él
le pertenecemos y somos Sus siervos.
Dios no compite con mis amigos cuando
paso tiempo con ellos y no con Él; de hecho, creo que Él propicia esos encuentros
porque sabe que también necesitamos
ese tiempo. Sigamos el ejemplo de nuestro Padre y esforcémonos cada día por
desarrollar un matrimonio feliz.
Por Ángel Vivas (angelvivas82@gmail.com)
Ángel Alberto Vivas es de Maracay, Venezuela. Licenciado
en Teología y especializado en Consejería Bíblica para Jóvenes, es ministro ordenado por las Asambleas de Dios de Venezuela, pastor de la iglesia Canaán y director nacional de la
Escuela de Capacitación en Consejería Bíblica para Jóvenes
de su denominación. Es además Ingeniero en Sistemas, oficial activo del Ejército Venezolano y capellán en la Base Aérea Militar el Libertador. Está casado con Magbis Noriega y
es padre de dos hijos.