Uno de los mayores desafíos del liderazgo eclesial actual es saber liderar las transiciones efectivamente. Hay ocasiones en que las transiciones son p
CONSIDERACIONES FUNDAMENTALES PARA UNA TRANSICIÓN ECLESIAL
«Aconteció un día, que [Jesús]
entró en una barca con sus
discípulos, y les dijo: pasemos al otro lado del lago. Y partieron»
(Lc. 8:22 RVR1960). Uno de los mayores
desafíos del liderazgo eclesial actual es saber liderar las transiciones efectivamente.
Hay ocasiones en que las transiciones
son prácticamente obligadas o forzadas.
La pandemia del Covid-19 del año 2020 es
un ejemplo de ello. Las iglesias tuvieron
que hacer cambios no esperados ni planificados para poder dar contención a sus
miembros de cara a la nueva realidad. Sin
embargo, en la mayoría de las oportunidades las transiciones deben ser intencionales. Toda iglesia debe prepararse hoy
para edificar la que será mañana de acuerdo a los planes divinos.
Frente a los nuevos y cambiantes contextos que la sociedad presenta es imperativo que las iglesias aprendan a desarrollar su misión de manera diferente para
mantener su relevancia y proyectarse a lo
que está delante. Los líderes deben ser
competentes para guiar transiciones necesarias y evitar el estancamiento o la declinación de la iglesia. Esto es una cuestión
clave y estratégica para el desarrollo saludable de una congregación.
¿De qué estamos hablando?
En primer lugar, aclaremos qué quiere decir transición. Según el Diccionario de la
Real Academia Española, una transición
se define como pasar de un estado, lugar
o condición a otra. En relación a la iglesia,
significa avance, crecimiento, desarrollo, aprendizaje, cambio.
Podemos notar entonces que una
transición no es algo espontáneo ni es un
evento. Más bien se trata de un proceso,
de una secuencia ininterrumpida entre
un punto A y un punto B. El punto A es el
punto de partida, la condición actual. El
punto B es el punto de llegada, la condición y características futuras. Al alcanzar
el punto B y completar la transición, la
iglesia ya no es ni funciona como lo era y
hacía en A. Cuando esto proviene de Dios
y es dirigido por el Espíritu Santo, entonces la situación final es mucho mejor que
la inicial.
Transiciones en la iglesia
En el caso de las iglesias, una transición
puede significar un cambio de lugar físico
para las reuniones, o una remodelación
importante del templo que impedirá utilizarlo normalmente. Puede tratarse de
un cambio de pastor, o el inicio de un segundo o tercer culto, o la meta de alcanzar una cierta cantidad de personas para
Cristo en los próximos años, También la
implementación de un nuevo modelo
eclesial (por ejemplo, ser una iglesia celular), o una nueva estructura de liderazgo,
o simplemente avanzar en la visión que
Dios ha dado a la iglesia.
Como se observa, no se trata de cambios cosméticos o superficiales, sino más
bien de transiciones profundas y sensibles
que influyen de manera importante en la
vida o cultura de la iglesia.
Nunca deben llevarse a cabo cambios
o transiciones porque está de moda, o
para llenar el tiempo o la agenda. Tampoco hay que liderar transiciones creyendo
que hacer algunos cambios solucionarán
todos los problemas que la iglesia pudiera
tener. Hay que evitar las transiciones intentando copiar, imitar o trasplantar modelos o estrategias solo porque son aparentemente exitosos en otros lugares. Todas las transiciones propuestas en y
para la iglesia deben ser las necesarias
para un mejor cumplimiento de la misión
encomendada por Dios, y claramente indicadas por Él mismo para la realización
de sus propósitos y sus planes futuros
para su iglesia.
Dios es tanto creador como creativo,
experto en cambios y transiciones. La Biblia abunda en ejemplos. Pero el más sorprendente, maravilloso y milagroso es que
una persona puede pasar de muerte a
vida por la obra del Espíritu de Dios.
En referencia a la iglesia, podemos citar estos ejemplos entre otros:
- Isaías 43:19 afirma que Dios hace cosa nueva. Lo nuevo implica cambiar y dejar atrás lo anterior.
- Isaías 54:2 exhorta al pueblo a ensanchar, alargar, extender, reforzar. Estos cambios debían hacerse porque Dios haría que su pueblo dejara su condición actual para extenderse y crecer.
- Jesús declaró que Él mismo edifica su iglesia, y esta obra aún no ha terminado, sino que continúa y se extiende hacia adelante.
Dios nunca cambia, pero Él lo cambia
todo. Todo lo que está vivo cambia. Es un
principio de la naturaleza. Y su iglesia es
un organismo vivo que debe cambiar
continuamente para llevar mayor fruto
para gloria de su nombre.
Consideraciones básicas
- Porque Dios es Señor y la iglesia es suya, toda transición que una congregación propusiera debe haber nacido en su corazón, haber sido revelada por Él respondiendo a su voluntad y planes.
- Nótese en el pasaje de Lucas 8:22 que Jesús no dijo a los discípulos que ellos eligieran el destino o lugar al cual dirigirse. Simplemente ordenó lo que era su voluntad: «pasemos a la otra orilla».
- En el caso de la transición de Abraham, que se inició en su tierra y parentela, fue Dios quién lo dirigió hacia donde era el plan divino: «Vete… a la tierra que yo te mostraré».
- El pueblo de Israel fue guiado en la transición desde Egipto. El destino final no fue elegido por los israelitas, sino que fue determinado por Dios mismo: la tierra prometida que Él había preparado.
- Por tanto, una estrecha comunión con Dios y una profunda y dinámica vida de oración de toda la iglesia, pero en particular de su pastoral y liderazgo, serán esenciales para reconocer la voz de Dios y la revelación de sus propósitos y de sus planes. Si Dios no va delante nuestro, ¿a quién estamos siguiendo?
- Cuando la iglesia responde en obediencia a la transición que el Señor propone llevar a cabo verá que todos los recursos necesarios son provistos por Él mismo. Cuando hay visión de Dios, también hay provisión de Dios.
- Dios mismo utiliza y levanta líderes para cada transición. Para salir de Egipto hacia la Tierra Prometida levantó principalmente a Moisés. Para conquistar, ingresar y tomar posesión de dicho territorio levantó a Josué, quien incluso había servido junto a Moisés en la transición anterior. Al terminar la cautividad babilónica, Dios mismo designó y levantó a Nehemías y a Esdras entre otros para reconstruir los muros de Jerusalén, reedificar el templo y revitalizar el culto.
- Finalmente, el propósito último por el cual Dios guía las transiciones es preparar a su pueblo, la iglesia, para que cumpla más eficazmente la misión que le fuera encomendada. No eran ocurrencias del momento ni decisiones sin sentido y fundamento. Pasar a la otra orilla tenía como fin ministrar al endemoniado de Gadara, a la hija de Jairo y a la mujer con flujo de sangre. Y luego ir más allá.
Alistándonos para la transición
Enfrentarse a un tiempo de transición demanda preparación y levanta algunos interrogantes.
- ¿Qué cosas deben tenerse en cuenta al momento de plantear una transición?
- ¿Qué características personales deben tener los líderes de la transición?
- ¿Qué habilidades se requieren para gestionar la transición?
- ¿Qué competencias se necesitan para liderar a las personas a través de la transición?
Ciertos intentos de transición han sucumbido precisamente por no tener en
cuenta algunos de estos aspectos. Suponer que llevarlas a cabo es fácil y sencillo
es un error.
Por tanto, dejo abierto el desafío para
que todos aquellos pastores y/o líderes
que necesiten realizar transiciones en su
iglesia puedan hallar en los próximos artículos una guía para la ejecución exitosa.
Así, Dios será glorificado y la iglesia será
edificada conforme a la voluntad del Señor.
Por Ernesto Turosky (turoskye@gmail.com)
Argentino, casado con Silvia Domínguez y padre de dos hijos: Emiliano y Tomás. Pastor principal de la iglesia Jesús es el
Camino en Florencio Varela. Posee una maestría en Liderazgo Formativo por la Midmerica Christian University (Oklahoma, USA), de la que también es profesor. Recibió su licenciatura en T eología por el Seminario Internacional Teológico Bautista de Buenos Aires. Egresado en Advanced Leadership del Haggai Institute (Maui, USA). Como consultor,
profesor y conferencista en desarrollo de liderazgo y crecimiento de la iglesia ha alcanzado a varios miles de pastores
y líderes en diversos países