Pero, existe un amor que no cabe en ninguna de las clasificaciones humanas y que, basados en este amor, podemos demostrar que aún se puede, en pleno
LO FUNDAMENTAL PARA MANTENER UN MATRIMONIO SANO Y EXITOSO
Los eruditos han tratado, a través de los siglos, de descifrar el amor. Muchos escritos, análisis, reacciones filosóficas, antropológicas, poéticas, etc., han tratado de hacernos entender el amor. Inclusive lo han desglosado en diferentes porciones. Por ejemplo, la gran civilización griega dividió en cuatro grandes definiciones o rasgos los tipos de amor que existen:
- El amor eros. Es un amor efímero, puramente romántico y pasional; su nombre se debía al dios de la atracción, la pasión y la fertilidad. Es un tipo de amor basado en el físico y la sensualidad, se somete a los caprichos del deseo —de ahí su naturaleza efímera— y, sin embargo, la naturalidad del deseo lo hace capaz de evolucionar a un amor más profundo.
- El amor storge. Este tipo de amor sucede de manera natural. Storge se refiere a las relaciones familiares y de amistad, tiene que ver con el afecto, por ejemplo, entre padres e hijos. Supone un compromiso que perdura en el tiempo y surge de forma sosegada y cautelosa. Es un amor que se transforma y que busca más el compromiso duradero que la satisfacción placentera; tampoco da importancia a la apariencia física.
- El amor philia. Solidaridad, hermandad y amor por el prójimo son algunas de las premisas fundamentales de este tipo de amor. Es la máxima expresión amorosa y con frecuencia sirve como motor para que un individuo busque el bien común, por lo que se desdobla en aspectos como el respeto, la gentileza y la cooperación.
- El amor ágape. Se refiere a la frecuencia más profunda del amor. Su vehículo es la pureza, la incondicionalidad e incluso la devoción. Esta forma de amor es universal, como el amor por una deidad, por la naturaleza o por la humanidad completa. El profesar este tipo de amor suele enriquecer a la persona y quizá sea parte de la esencia misma del ser humano.
Pero, existe un amor que no cabe en
ninguna de las clasificaciones humanas y que, basados en este amor, podemos demostrar que aún se puede, en pleno siglo XXI, mantener una relación conyugal entre un hombre y una mujer bajo los principios de Dios. A pesar de tiempos oscuros para la integridad de la familia, del ser humano y del descrédito del matrimonio como tal.
Un amor divino, compasivo y fiel como el del Padre, es el amor jesed.
¿AMOR JESED?
Un diccionario del Antiguo Testamento define la palabra jesed como «bondad; amor constante; gracia; misericordia; fidelidad; devoción». No hay una sola palabra en castellano que sea capaz de captar los matices del original.
La frase que tal vez más se aproxima es, precisamente, «amor constante». Los escritores hebreos a menudo subrayaban el elemento de constancia (o fuerza) ligando a jesed con «verdad, veracidad y fidelidad».
JESED Y EL AMOR CONYUGAL
El amor conyugal se relaciona con jesed. Este tipo de amor tiene que ver sobre todo con los derechos y las responsabilidades recíprocas entre las partes de una relación —en particular, Jesucristo y la Iglesia de acuerdo al Nuevo Testamento—; pero claramente trasladado al matrimonio.
Jesed no es únicamente un asunto de obligación, también tiene que ver con generosidad. No solo entra en juego la lealtad, sino también la misericordia. La parte más débil busca la protección y bendición de su protector. La parte más fuerte permanece comprometida con cumplir su palabra, sobre todo en cómo llevar a cabo sus promesas. Jesed indica involucramiento y compromiso personal en una relación matrimonial.
Al entender este amor, lo debemos referir a un amor leal, a un amor sin fin, generosidad, compromiso duradero, a mantener promesas, lealtad, misericordia; en definitiva, es comprender que el amor fiel y compasivo de Dios permanece para siempre en nosotros. Jesed debe existir en el matrimonio.
Jesed es Dios, haciendo todo lo posible para ayudarnos a mantener el pacto matrimonial.
Mantener el pacto con nuestro cónyuge es tan importante como decir la verdad acerca del pacto de Dios con nosotros en Jesucristo. El matrimonio no se trata principalmente de estar o permanecer enamorado. Se trata fundamentalmente de decir la verdad con nuestra vida. Esto es jesed, vida y amor al máximo.
La clave está en la Carta a los Efesios:
«Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo» (Ef. 5:21).
Ese es el ejemplo de un matrimonio sano y exitoso. El esposo, desea que su esposa tenga éxito, que sea bendecida. Entonces debe estar dispuesto a ceder por el bien de ella, tal como ella lo hace por su esposo. Es sometimiento mutuo.
JESED Y SUS CONSIDERACIONES
- Jesed es el verdadero amor que emana del Padre. Es el amor que sustenta el matrimonio. Es la preocupación constante por las necesidades de tu cónyuge. Es la ayuda mutua, es la gratitud, el favor y el respeto.
- Llevar este amor al matrimonio no es fácil, exige renuncias, pero por sobre todo exige vivir y mantener el pacto conyugal. Se trata de bendecir, de negarse a uno mismo en ciertas situaciones, por el bien del matrimonio.
- La expresión de «amor incondicional» es la mejor manera de traducir la palabra jesed del Antiguo Testamento. El amor incondicional es la característica principal de un pacto matrimonial. En ocasiones, jesed se traduce como pacto, pero con más frecuencia se traduce por misericordia.
- Cuando dos personas viven juntas en santo matrimonio, la experiencia hace aflorar lo mejor y lo peor que hay en ellos. Es una oportunidad para ejercer la fe, la esperanza y el amor y para madurar en el sacrificio y en el servicio mutuos para la gloria de Dios. Eso es jesed.
Queridos esposos, el matrimonio es una obra diseñada por Dios. Él lo creó por su Palabra y lleva a cabo esta unión en un solo cuerpo. Estableció sus principios y fundamentos. En él compartimos todos los aspectos de la vida: social, intelectual, emocional, espiritual y física.
Nuestro mayor deseo es que puedan cultivar día a día en vuestro matrimonio el gran amor del Padre, el amor jesed. ¿Están dispuestos?
POR RICARDO TAPIA & ANA MARÍA OLIVERO
Ricardo Tapia, escritor cristiano, y su esposa Any han desarrollado por más de 30 años el ministerio de consejería y restauración familiar Pelead por Vuestras Familias. Actualmente pertenecen a la Iglesia Cristiana Iberoamericana (ICI), en Maipú, Chile.