Si algo se dice del trabajo pastoral, es que el pastor siempre tiene que estar en la disposición de dar, aconsejar, visitar, orar por los enfermos...
CONSEJOS PARA ENCONTRAR COMPAÑEROS DE CAMINO EN EL MINISTERIO
Si algo se dice del trabajo pastoral, es que el pastor siempre tiene que estar en la disposición de dar, aconsejar, visitar, orar por los enfermos, y estar disponible 24/7, sin dejar de lado que tiene que estar listo para predicar en cada servicio, dar las capacitaciones al liderazgo y atender todas las reuniones que estos necesiten. Normalmente no se tiene en cuenta las realidades que el pastor puede estar viviendo; éste siempre debe mostrar el rostro del súper hombre que no sufre, que no tiene problemas y que siempre está «bendecido, prosperado y en victoria» (frase muy popular últimamente). Incluso hay personas que piensan que el pastor tiene que pasar necesidades y momentos difíciles para estar seguros de su llamado.
Lo que esto produce es que el pastor tenga que aparentar un rostro de Superman ante la congregación, el liderazgo, y muchas veces —tristemente— ante su propia familia. El resultado es que a su vida sobreviene mayor presión, y en algunos casos dudas del llamado y de su ministerio, o incluso la idea de la renuncia.
Quisiera dar seguimiento a los artículos que compartí anteriormente, acerca de los grupos más cercanos que el pastor tiene tanto a nivel de congregación como del liderazgo, y las ventajas que estos tienen. Me gustaría enfocarme ahora en la persona del pastor propiamente, y compartir con ustedes algunos pensamientos.
LA MULTITUD DE CONSEJEROS
Proverbios 11:4 nos refiere a que «en la multitud de consejeros hay seguridad» (RV60). Si leemos con cuidado este texto, hace referencia a «multitud de consejeros», no a uno solo o a uno en especial.
La soledad no es buena para el pastor. Siempre es bueno tener otras personas de mayor experiencia al alcance para pedir consejo, porque probablemente esas personas ya han experimentado lo que nosotros estamos viviendo. ¿Por qué varios consejeros? En mi opinión, una sola persona no debería decirte qué hacer, pero si escuchas a varias, puedes elaborar criterio y tomar tus propias decisiones basado en los consejos recibidos.
A este respecto hay que ser muy proactivo. En mi experiencia, hay personas que desean evitar tomar sus propias decisiones, porque así tienen a quién culpar en caso de fallar, diciendo: «Es que fulano me dijo que lo hiciera y no funcionó». Entonces, de esta manera se pasa la responsabilidad de la decisión tomada a la persona que dio el consejo. Lo cual no es nada nuevo, ¿recuerdan?: «La mujer que me diste...» (Gén. 3:12).
Cuando tienes varios consejeros, estos pueden darte diferentes perspectivas y esto te puede ayudar a tomar la mejor decisión, pero debes tomar la decisión de buscar los consejos. De manera personal, les puedo compartir que Dios me ha dado la bendición de tener varios consejeros, para temas diferentes: si es un asunto de finanzas tengo a un experto en ese tema a quien puedo recurrir, si son asuntos de pareja o familia, tengo un experto en asuntos familiares, o si es un asunto bíblico, tengo amigos expertos en Nuevo o Antiguo Testamento, y no tengo problema en acercarme a ellos y preguntar.
Tengo la bendición de poder llamar a cualquiera de ellos y preguntarles si nos podemos tomar un café para conversar, sabiendo que no voy a ser juzgado o sentenciado a priori. Sé que me van a escuchar y me van a dar sus opiniones; siempre muy directas y honestas, pero con mucho amor y respeto. Algunas veces concuerdo con ellos, otras veces no tanto, pero siempre me ayuda recibir sus consejos.
PASTOR SIN PASTOR
Creo que este problema afecta a muchos pastores, ya que, a pesar de que los concilios y denominaciones cuenten con supervisores y presbiterios ministeriales, lamentablemente, suelen ser las opciones menos buscadas. Esto se debe al temor de que «si hablo con el presbítero, me van a poner en disciplina», ya que el ‘superior’ podría interpretar que estamos en pecado o mostrando debilidad. Esto nos lleva a aislarnos y no buscar el apoyo filial o ministerial que necesitamos.
Pienso que siempre es importante tener a alguien a quien rendir cuentas, comentar lo que me está pasando, compartir las victorias y las luchas. ¿Recuerdan lo que nos dice Eclesiastés 4:10-12? «... El uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! [...] Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto» (RV60). Parafraseando el pasaje, en la unidad está la fuerza; el león se comerá al solitario, al que está sin apoyo.
Si me lo permiten, en este tema particular que venimos tratando, yo quisiera proponer que evitemos el uso de la palabra «pastor», debido a su connotación de autoridad. Quisiera proponer simplemente «compañero del camino».
EL PAPEL DE LA FAMILIA
Muchas veces los involucrados en la pastoral, para no cargarles con el peso del ministerio, dejan de lado a su cónyuge. Pero considero esto un gran error, porque se convierte en una puerta para que el enemigo pueda atacarnos.
En mi rol como consejero he escuchado a personas decirme: «Pastor, es que todo empezó cuando conversé con esa persona, él (o ella) me entendía y fue muy fácil...». Y tristemente algunos de esos casos terminaron en una falla moral.
Querido consiervo, la primera persona que te podrá escuchar es tu cónyuge. Esa persona sí que conoce por lo que
estás pasando.
PASOS A SEGUIR PARA TENER UN COMPAÑERO DE VIAJE
- Revisa quiénes han estado a tu lado a lo largo de tu vida.
- Crea una lista de unas 5 o 7 personas que crees podrían ser apoyo a tu vida. Define en cuáles áreas te podrían ayudar.
- De esa lista previa, define 2 o 3 personas que se podrían convertir en tus compañeros del camino.
- Escoge personas que sean fuertes emocional y ministerialmente. Preferiblemente que sean fuertes donde tú te consideras débil.
- Cuando tengas a esas personas definidas, conversa con ellas, y expresa el deseo de que te acompañen en la vida con su consejo. ¡Ojo! Puede ser que algunos te digan que no pueden, por el motivo que sea, ¡y eso está bien! No tienen porqué sentirse obligados a hacerlo.
- Considera que esas personas serán tus acompañantes del camino, y eso no significa necesariamente que tu serás el acompañante de ellos (ya eso es decisión de cada uno).
- Planifica junto con esos acompañantes del camino cada cuánto se podrían ver. Puede ser cada mes, o cada dos meses, o cada tres meses; nada debe estar «escrito en piedra» pero sí debería haber un acuerdo. Yo acompaño a gente que a veces me escriben o conversamos una vez al año, pero saben que me pueden contactar cuando ellos lo necesiten, y de igual manera con las personas que me acompañan, cuando tengo necesidad de conversar con ellos, simplemente les doy una llamada telefónica y les pregunto cuándo tendrían tiempo en su agenda para que nos tomemos un café, y gracias a Dios siempre logramos coordinarlo.
- ¡HACERLO! Sí, aunque suene muy obvio. Muchas veces hay buenas intenciones que acaban en eso, porque no están acompañadas de la acción.
ÓSCAR FERNÁNDEZ
Óscar Fernández Herrera es de Costa Rica y es director del Ministerio Internacional Formador de Formadores, enfocado en la capacitación del liderazgo eclesial y equipos pastorales. Es consultor en temas de familia y consejería, así como en gerencia de proyectos. Tiene una maestría en Teología y otra en Gerencia de Proyectos. También es pastor y docente universitario.