La falta de conocimiento bíblico ha hecho que los miembros de las iglesias no se hayan percatado de la presencia de la Teología de la Prosperidad...
ORIGEN Y PROPAGACIÓN DE LA TEOLOGÍA DE LA PROSPERIDAD
La Teología de la Prosperidad es un movimiento espiritual muy fuerte y llamativo, no solo en los Estados Unidos sino también en Latinoamérica y otras latitudes. Como consecuencia de este fenómeno, se cree haberse vuelto casi indispensable para entender el crecimiento de las congregaciones cristianas.
Además, se cree que la falta de conocimiento bíblico y teológico ha hecho que los miembros de las iglesias no se hayan percatado de la presencia de la Teología de la Prosperidad. Esta situación se acentúa tanto por los grandes beneficios obtenidos en la aplicación de sus postulados o principios (por ejemplo, los aportes económicos de sus miembros, la ley de la siembra y la cosecha, la ley de la fe y la salud, etc.) como por el mismo crecimiento numérico de la congregación.
DEFINICIONES DE LA TEOLOGÍA DE LA PROSPERIDAD
La Teología de la Prosperidad es aquella que sostiene que la bendición financiera y el bienestar físico son siempre la voluntad de Dios para los creyentes, y que la fe, el discurso positivo y las donaciones a sus referentes aumentarán la riqueza material de uno. «La Teología de la Prosperidad ve la Biblia como un contrato entre Dios y los hombres: si los hombres tienen fe en Dios, él les dará seguridad y prosperidad».[1]
La Teología de la Prosperidad afirma que, si se siguen ciertos principios, la obra expiatoria de Cristo garantiza a todos los que creen la sanidad divina, las riquezas de este mundo y la felicidad sin sufrimientos. «Sucintamente se refiere al hecho de que los cristianos, como “hijos del Rey”, tienen derecho a apropiarse —o reclamar— los diversos beneficios de Dios: salvación espiritual, sanidad física y prosperidad material».[2]
SU ORIGEN
Emanuel Swedenborg (1688-1772), quien es considerado el abuelo del Nuevo Pensamiento, publicó en 1734 su libro El infinito. Esta obra puede considerarse su principal aporte, pues en ella sintetizó su criterio y significado sobre el alma humana. En 1744, también publicó el libro Secretos celestiales, texto en el cual reclamaba para sí «el revelador singular del Señor», dadas las apariciones, revelaciones y dirección espiritual que, según Emanuel, tuvo con y del Señor.
El examen de las obras principales de Swedenborg pone de manifiesto que su doctrina incluye una combinación de filosofías paganas (principios del budismo, hinduismo, idealismo filosófico, trascendentalismo, etc.), la creencia en Dios como una fuerza mística y la idea de que la mente humana tiene la capacidad de controlar el mundo físico. Estas ideas más tarde se convirtieron en doctrinas básicas del Nuevo Pensamiento.[3]
La influencia que Swedenborg ejerció, con sus libros y criterios, caló profundamente en la sociedad norteamericana tanto de su ápoca como posterior a ella. Entre sus seguidores se encuentran: Ralph Waldo Trine, Warren Felt Evans y Martin Larson; este último fue autor del texto Nuevo Pensamiento, un enfoque religioso moderno tal y como se conoció. El movimiento filosófico conocido como el Nuevo Pensamiento se acredita principalmente a Phineas P. Quimby (1860), quien proclamaba una experiencia directa con el creador sin la necesidad de intermediarios. Básicamente, «esta propuesta está basada en un movimiento metafísico cuya premisa es el poder de la mente, el poder para crear las propias realidades. En este sentido, tanto Swedenborg como Quimby creían que la mente crea y controla la realidad; posteriormente, Quimby aprovechó este posicionamiento teórico para establecer las bases del Nuevo Pensamiento».
Ahora, dicho evangelio llegó a la Iglesia por medio de una mezcla adaptada por Essek William Kenyon (1867–1948), específicamente a partir de la declaración positiva: «Lo que se confiesa, se obtiene», por medio del poder creativo de las palabras. Kenyon, en medio de sus experiencias con las enseñanzas de la escuela de oratoria Emerson en Boston, participó de las ideas del Nuevo Pensamiento y de la Ciencia Cristiana. «Estos movimientos enseñaban que la verdadera realidad es espiritual y que lo que vemos físicamente es la consecuencia de esta realidad espiritual. El ser humano tendría el poder para crear su propia realidad, sea esta buena o mala».[4]
FUNDAMENTO HISTÓRICO
Posterior a los años 1950–1960, se da en Latinoamérica una desregulación religiosa gracias a los espacios abiertos que dejó la Iglesia Católica. La Teología de la Prosperidad es uno de los fundamentos del Movimiento de Fe. Mayoritariamente, se ha reconocido a Kenneth Hagin como el defensor más fehaciente y quien más ha influenciado esta doctrina, mientras que a E. W. Kenyon se le considera el gran precursor del movimiento.
No resulta sorprendente que los principales fundamentos teológicos del Nuevo Pensamiento, incorporados por Kenyon, sean los mismos principios básicos y de referencia de la Teología de la Prosperidad, tal como se constatará más adelante. «Una iglesia que perdió su norte, lo que atrae al hombre atrae multitudes, aunque no sea tras la verdad de Dios, de Cristo. El predicador se fue detrás de la multitud y la multitud detrás de lo que se predica del bienestar y la prosperidad material y económica. Es en esta generación en la cual se carece de un sentido de sacrificio».
PRINCIPIOS NEFASTOS
- Se aparta de las doctrinas bíblicas.
- Supremacía de la mente sobre la materia.
- Prioridad de la salud y los bienes materiales: leyes del dar y recibir, súper fe y salud.
- La salvación es por obras (moralista): una salvación por gracia, en esta filosofía, no es bíblica.
- Un pensamiento positivo y una declaración verbal positiva podrían crear salud y riquezas; mientras que una actitud y declaración negativa podrían conducir a la pobreza y enfermedad.
En esta misma línea, el renombrado pastor Kenneth Hagin, conocido como el padre del movimiento Palabra de Fe, fue el fundador oficial del movimiento carismático Teología de la Prosperidad, esto bajo la dirección de los escritos sobrenaturales de Essek William Kenyon.
Uno de los mayores propulsores del Pensamiento Positivo es el pragmático americano William James, el cual señalaba que «los conceptos filosóficos debían evaluarse de acuerdo con sus consecuencias prácticas». A partir de sus creencias y estudios relacionados con lo que él mismo llamaba el «valor efectivo» de las ideas, James enseñó a sus seguidores el «deber de creer para lograr los resultados». Estas mismas formas de pensamiento las introdujo en el quehacer cristiano de las iglesias de la época con la ayuda y el testimonio de Norman Vincent Peale, quien, «basado en las enseñanzas de James, también decía que lo que se cree ayudará a crear los hechos.
Asimismo, Roberto Shuller, fundador y pastor de la Catedral de Cristal, fue un seguidor y propagador de las ideas de Peale, en cuanto a que el pensamiento positivo atrae las riquezas, el éxito, la salud y la felicidad».
En las siguientes publicaciones veremos en mayor detalle cómo tales principios, valores y enseñanzas establecidas desde el siglo XVII se terminan de conformar en principios básicos de la Teología de la Prosperidad. Sus principales doctrinas, como sus leyes, sus procesos y postulados, han logrado distorsionar el evangelio que Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, anhelan que sea predicado a toda criatura.
Fuentes y referencias:
- «Teología de la Prosperidad» (10 junio 2020). Wikipedia, en línea: https://cutt.ly/PgIMFzL.
- Ocaña, M. (2002). Los banqueros de Dios. Ediciones Puma.
- Jones, D. & Woodbridge, R. (2012). ¿Salud, riquezas y felicidad? Editorial Portavoz.
- Saracco, N. (2020). «La Teología de la Prosperidad: Aportes para entender sus raíces y desarrollo». Red Cristiana Radical, en línea: https://cutt.ly/kgI1Zh9.
POR ADRIÁN MUÑOZ
Adrián reside en San José, Costa Rica, con su esposa Elena. Posee un bachillerato y una maestría en Pastoral y Liderazgo otorgados por la Escuela de Estudios Pastorales (ESEPA), y actualmente trabaja en su tesis de Doctorado en Teología en la Universidad Evangélica Latinoamericana (UNELA). Administrador y contador público, posee además un MBA con especialización en Bolsa, Contratación Administrativa y Proyectos, y ha acumulado una extensa experiencia profesional en instituciones financieras de Costa Rica, como el Banco Central, el Instituto Costarrice+nse de Electricidad (ICE) y el Banco de Costa Rica (BCR).