La templanza no significa negar, reprimir o esconder nuestras emociones, sino administrarlas equilibradamente. Tampoco es un rasgo natural con el que
POR HANNIA MENESES
Artículo original publicado en la edición 210, página 10 y 11, de la revista LA FUENTE.
Abordando la templanza en momentos desafiantes
La templanza es una característica psicológica que se manifiesta en la armonía y el control de las emociones, los impulsos y la actitud. Este artículo explora la importancia de la templanza en tiempos de crisis y el papel de la resiliencia ante los desafíos ofreciendo una perspectiva científica sobre los beneficios de cultivar esta virtud en el contexto de las crisis.
Se examinarán estrategias concretas para cultivar la templanza y mejorar la calidad de vida.
La necesidad de equilibrio en tiempos desafiantes
Vivimos en tiempos de ansiedad, estrés, complejidad. El auto-equilibrio es una habilidad que se expresa a través de la templanza, se trata de autogobierno, autorregulación de las emociones, facilitando el enfrentar situaciones complejas con calma, con resiliencia, mientras se mantiene el equilibrio en la salud mental, es por tanto un rasgo psicológico.
La templanza no significa negar, reprimir o esconder nuestras emociones, sino administrarlas equilibradamente. Tampoco es un rasgo natural con el que nacemos, pero la buena noticia es que es una virtud que se puede cultivar y desarrollar durante la vida, la podemos desarrollar y robustecer, apoyados por el poder del Espíritu Santo. «Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos [...] hasta lo último de la tierra» (Hch. 1:8 RV60).
Templanza en medio de la crisis: Afrontando desafíos con resiliencia
Cada etapa del ciclo vital puede generar crisis en alguna familia, por ejemplo, el crecimiento de los hijos, el ingreso a la escuela, la adolescencia, cuando contraen nupcias, la muerte de uno de nuestros padres. Hay otras crisis inesperadas, por ejemplo, la muerte de un hijo, un accidente, un incendio, el diagnóstico de una enfermedad, un terremoto, una crisis política, una guerra, crisis económicas. La virtud de la templanza en circunstancias adversas, es un valioso recurso que permite la estabilidad emocional y la toma oportuna de decisiones correctas en medio, algunas veces, de la incertidumbre y el caos.
Cultivando la templanza: Reconociendo nuestras respuestas ante la adversidad
Las personas que han desarrollado conscientemente la virtud de la templanza, tienen una mayor capacidad de enfrentar y superar la crisis y las situaciones difíciles, las cuales, lejos de generar autocompasión o victimización, pueden ser más bien, experiencias que generen un crecimiento personal.
En primer lugar, debemos desarrollar la capacidad de conocernos y reconocer cómo reaccionamos ante las circunstancias adversas. Esto hace referencia a la conciencia de lo que estamos pensando y cómo nos sentimos al respecto, identificando y comprendiendo nuestras emociones; así, podemos gestionarlas de manera eficiente y eficaz y tomar las decisiones correctas y oportunas, sin ser víctima de los impulsos que se pueden experimentar en el momento.
Templanza y resiliencia: Superando desafíos con autocontrol
Podemos desarrollar templanza a través de la resiliencia que es la capacidad de adaptación y recuperación de situaciones adversas. Se logra a través de la templanza, ya que se mantiene la claridad mental y una toma objetiva de decisiones, regulando las emociones mientras se mantiene una actitud positiva ante la adversidad, permitiendo convertir las experiencias difíciles y enfrentarlas de manera efectiva y funcional.
La otra buena noticia es que la templanza es una capacidad desarrollada que permite mantener la calma y el equilibrio emocional, facilita la reducción del estrés, la ansiedad y puede prevenir la depresión. Emociones controladas facilitan la comunicación en momentos de dificultad y, por lo tanto, también puede proporcionar relaciones interpersonales satisfactorias, ya que promueve la empatía y la compasión por los demás e impulsa la solidaridad y el mutuo apoyo.
Una gran cantidad de estudios científicos respaldan los múltiples beneficios de la templanza, ya que las personas con disciplina y dominio propio tienen una mejor salud mental y física, un mayor bienestar general y buenas relaciones sociales, además de un mejor manejo del estrés y resistencia a la tentación de caer en conductas adictivas, que pueden ser desde el consumo de sustancias psicoactivas hasta las redes sociales, personas codependientes, compras compulsivas, pornografía, ludopatía, y una larga y posible lista.
Recomendaciones para cultivar la templanza en nuestra vida
- Autoconocimiento y autorreflexión:
Tener conciencia de las propias emociones, prestando atención a nuestros pensamientos y comportamientos, lo cual nos permite conocer y comprender nuestras reacciones automáticas o por impulso, facilitando el cambio de patrones negativos al identificar los desencadenantes emocionales y lograr estrategias para regularlos. - Técnicas de relajación:
Como la lectura de la Biblia, la oración, la práctica de actividad física, respirar profundamente e hidratarse. - Autocuidado:
Priorizar la dieta saludable y el descanso, atender actividades sociales edificantes y divertidas, mantenerse al día con las tareas y evitar la procrastinación, y permitirse tiempo de ocio. - Dominio propio respecto a respuestas automáticas o por impulso:
Fomentar un pensamiento flexible y contar con un grupo social de apoyo, cultivando relaciones cercanas y de confianza a quienes acudir en momentos especiales o de necesidad. - Compartir miedos y preocupaciones con personas de confianza:
Hablar con alguien facilita el proceso emocional y brinda acceso a otras perspectivas. Dado que somos seres relacionales, no estamos solos.
Conclusión: Promoviendo el bienestar personal y social
La habilidad de mantener la calma, la serenidad y el equilibrio de los pensamientos, y por tanto, de lo que sentimos y hacemos, es elemental y básico para superar los desafíos diarios y, más aún, para mantener nuestra salud mental y física.
Desarrollar la virtud de la templanza promueve el bienestar personal y también impacta positivamente las relaciones con los demás. Nos permite enfrentar con fe los desafíos de manera efectiva y disfrutar del don de la vida. El cultivo de esta herramienta fundamental genera bienestar personal y social, ya que transmitimos un mensaje de esperanza a otros al ser luz en medio de la oscuridad.