La formación de equipos para el cuidado pastoral de la Iglesia
En los artículos previos, hemos visto que la obra del cuidado pastoral se enfoca en el rebaño, no en el pastor; la obra es la obra de muchos, no solamente del pastor; y la obra involucra principalmente ‘estar’ y ‘escuchar’.
Una tarde, llamé a un hermano en el hospital (en algunos hospitales, como en muchos lugares e instituciones, todavía vemos limitaciones en las visitas a causa del COVID). Él estaba recuperándose de un piquete de araña —una viuda negra —. El hermano me dijo en tono de queja: «He estado aquí una semana y nadie me ha llamado, ni visitado...».
Otra vez, los pastores y líderes de las iglesias no son telepáticos —no podemos adivinar lo que está pasando en las vidas de los miembros de nuestras congregaciones. Dependemos de nuestros congregantes para informarnos de lo que sucede en la comunidad de fe. Compartir esta información es aún más importante en las iglesias grandes. Y claro, las Escrituras nos llaman a hacer esta obra importante en equipo.
FORMAR UN EQUIPO
Formar un equipo de cuidado pastoral no es tan difícil. Primero, los pastores y líderes necesitan enseñar a la gente que el cuidado pastoral no es obra solamente del pastor. Después, los pastores y líderes necesitan invitar a la gente a usar sus dones y talentos para ayudar y animar a la gente en su tiempo de necesidad. Cuando esto está hecho, ya estamos listos para formar un equipo.
En nuestra congregación, usamos nuestro equipo para ministrar a aquellos que están en hospitales, en asilos de ancianos, o en situaciones en que no pueden salir de sus casas. Entrenamos a este equipo con información básica:
- Entrar. Cuando entramos al cuarto o situación, debemos saludar y sentarnos (si hay silla). Si no hay silla, quitarse un abrigo o sombrero —un acto de estar sin prisa—.
- Estar y escuchar. Preguntamos a la persona sobre su vida, su familia, su situación... y escuchamos. La persona visitada es el enfoque —100%—.
- Escritura. Después de platicar y escuchar un rato, le preguntamos si tiene un pasaje favorito de la Escritura que quiera escuchar. Si no es así, debemos llegar con uno o dos pasajes en mente — pasajes llenos de esperanza, fe o amor—. (En lo personal, me gusta leer algo de los Salmos si ellos no tienen un favorito).
- Orar. En este momento, es importante —si es posible y apropiado— poner nuestra mano sobre la mano de ellos o en su hombro. No debemos subestimar el poder del contacto. Debemos practicar la oración antes (sí, yo sé, el Espíritu puede darte lo que necesitas decir en el momento, pero el Espíritu puede usar nuestra oración planeada también). En esta situación, la oración debe ser dicha en forma suave, sencilla y breve (es decir, no un sermón ni una oración por todo el mundo —ellos son nuestro enfoque—).
- Despedirse. Bendiciones, sonrisas y salir lentamente —no corriendo—.
Podemos enseñar y liberar a nuestra gente para estar en el ministerio con nosotros. La mejor manera de enseñarles estos pasos es llevarlos con nosotros en algunas visitas —dos o tres—. Después, nosotros los acompañamos —ellos como líderes en la situación— dos o tres veces, con tiempos de discusión después para afinar sus acciones y palabras. Así invitamos, enseñamos y liberamos a nuestra gente para el ministerio.
EL CUIDADO PASTORAL
Finalmente, me gustaría hablar del ‘cuidado pastoral’ —literalmente—. Debemos cuidar a nuestros pastores.
- Nuestros pastores no son invencibles.
- No pueden estar disponible 24/7.
- Son seres humanos, y son miembros de la iglesia también.
Hay bastantes asuntos en las Escrituras que caen en la «zona gris» —cosas no prohibidas ni prescritas. Sin embargo, la importancia del sabbat no cae en esta zona. Todos deben tomar un tiempo de descanso.
¡Sorpresa! El domingo no es un día de descaso para su pastor. Él termina los servicios exhausto. Muchas veces, el sábado tampoco es un día de descanso, ya que es cuando prepara todo lo necesario para el domingo —revisar su sermón, hacer visitas, poner todo en orden en el santuario—.
Dé a su pastor un día de descanso... de su elección.
- En mi experiencia, los lunes eran los días mejores y más necesitados para descansar. Otros pastores toman los viernes.
- Lo que importa es que demos tiempo de descanso a nuestros pastores —tiempo con la familia, tiempo para leer, tiempo para dar a su mente un momento de descanso—.
- Cuando les damos este tiempo importante, vamos a verlos más efectivos en sus ministerios, sus familias más felices, y sus ministerios rejuvenecidos.
PALABRAS FINALES
La obra del cuidado pastoral es obra de muchos. Todos podemos involucrarnos en este ministerio importante. Pastores y líderes: debemos invitar a nuestra gente a obrar y servir con nosotros en este ministerio. Congregaciones: hay lugar para que cada persona use sus dones, y responda al llamado de Dios. Iglesias: debemos cuidar a nuestros pastores.
En fin, el cuidado pastoral es el cuidado del rebaño —pastores, ovejas, todos —. Determinémonos a cuidar nuestras congregaciones como Pablo nos animó:
«... que sus miembros se preocu- pen por igual unos por otros» (1 Cor. 12:25).
Amén.
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POR JON HERRIN
El Rvdo. Dr. Jon A. Herrin es teólogo, escritor y pastor. Después de servir por siete años en Venezuela y México, él y su esposa, Jeanne, viven ahora en los Estados Unidos en la frontera de Texas con México donde Jon sirve como pastor y profesor de ministerio cristiano. Él es autor del libro recién publicado, Making Sense of It All: Reflections on the Ancient Narratives of Genesis (Descubriendo el sentido de todo: Reflexiones sobre las antiguas narrativas de Génesis). Él y su esposa tienen tres hijos grandes y un nieto. Sus intereses incluyen la teología, el senderismo y el café expreso.