La parte formativa intelectual en el campo teológico de la mujer ha sido por muchos años, hecha de lado. Generalmente, el énfasis en la importancia
La formación bíblica y teológica de las mujeres
La parte formativa intelectual en el campo teológico de la mujer ha sido por muchos años, hecha de lado. Generalmente, el énfasis en la importancia de la formación bíblica, parece circunscribirse a los hombres.
Sin embargo, es notable de destacar que, desde los tiempos bíblicos, eran las mujeres las responsables de la crianza de los hijos en los primeros años y se involucraban en la enseñanza de las verdades de Dios con una importancia de vida, ya que estos principios marcarían el futuro de sus hijos. La repetición de la Palabra era de extraordinaria importancia, además, debían involucrarse en las habilidades esenciales de la vida doméstica.
Las mujeres hemos sido desde siempre vitales en la formación intelectual de los hijos, de las familias, de las naciones. Por ello, como cristianas, la lectura de la Palabra de Dios debe ser una dieta espiritual diaria, que no debemos evadir o descuidar, so pretexto que no somos pastoras o ministras. Al final, somos pastoras de nuestros hijos, de nuestras familias, de aquellas mujeres, muchas veces atribuladas, que Dios pone en nuestros caminos.
MÁS ALLÁ DE LAS FLORES Y LAS CACEROLAS
Tradicionalmente, son las mujeres las asignadas para ciertas labores importantes en la iglesia, pero que se vuelven en una tremenda desventaja para ellas cuando se les ve exclusivamente en ellas: el arreglo y la decoración, la limpieza de
los auditorios y la cocina. He estado en lugares donde a algunas damas no se les vio en todo el evento, ¡incluso cuando el evento se dirigía a las mujeres!, debido a que la cocina no las soltó ni un rato.
Gracias a Dios por aquellos ministros que han superado la barrera cultural de que «la mujer es para la cocina y los hombres para el estudio y la enseñanza», y ya se preocupan por motivar a las mujeres a ir «más allá de arreglar flores o lavar cacerolas».
OPORTUNIDADES A UN SOLO CLIC
Por lo general, las mujeres que están involucradas en los ministerios femeniles son personas con múltiples ocupaciones. Las mujeres somos multifacéticas y nos volvemos plomeras, educadoras, enfermeras y demás. Sin embargo, las exigencias de la vida cristiana demandan que avancemos y demos pasos hacia la formación académica, bíblica y teológica.
Hoy en día, hay oportunidades diversas que facilitan el aprendizaje y la formación integral que debemos alcanzar, si queremos hacer de nuestro ministerio femenil mucho más que la descripción que hice en apartados anteriores. Tenemos todo un menú de institutos y universidades cristianas evangélicas que, escrutados cuidadosamente, se puede volver en una oportunidad de estudiar un diplomado, taller o estudio que nos permita una formación más completa. Sitios en internet de contenido de doctrina sana, que son oportunidades viables para mujeres ocupadas pero con deseos de formación bíblica formal para estar a tono a las exigencias que se nos presentan.
EL EJEMPLO DE ESDRAS
Leemos acerca del escriba Esdras en el libro que lleva su nombre:
«Así fue porque Esdras había decidido estudiar y obedecer la ley del Señor y enseñar sus decretos y ordenanzas al pueblo de Israel» (Esd. 7:10 NTV).
¿Por qué y para qué había decidido Esdras estudiar la ley del Señor? Los escribas eran personas intelectualmente muy preparadas. Se ocupaban de escritos importantes; para ellos la intelectualidad era una prioridad. De esta clase de personas era Esdras, un intelectual, pero con un corazón sensible y humilde ante el Señor.
Él estaba agradecido porque «la mano de Jehová su Dios» estaba con él (Esd. 7:6, 9 RVR 1960). Y, junto a otros hombres, se dirigió hacia la destruida Jerusalén desde Babilonia, en donde habían estado cautivos por setenta años a causa de la desobediencia de Israel. El viaje duró aproximadamente cuatro meses (Esd. 7:9). Esdras estaba agradecido porque la mano del Señor los había acompañado y llevado para una obra majestuosa: reconstruir la vida espiritual de la nación. ¡Vaya tarea! «Porque la mano bondadosa de Dios estaba con él» (v. 9). Esa era la razón por la que Esdras había decidido, se había determinado, estudiar y obedecer la ley del Señor. Conocimiento y práctica debían ir de la mano. Y sigue siendo así.
El objetivo de Esdras era enseñar al pueblo los decretos y ordenanzas de Dios a su pueblo. Desde entonces, esta ha sido también la comisión de los ministros del evangelio. Y la mujer no está excluida de la enseñanza y, obviamente, de una formación constante (Hch. 18:24-26; Rom. 16:3; Fil. 4:2-3).
Siendo que las congregaciones generalmente están conformadas por un alto porcentaje de mujeres, los ministerios femeniles se vuelven un gran apoyo para la enseñanza en sus círculos de servicio y de influencia. Y, entonces, la formación de las integrantes de estos ministerios es una urgente y permanente necesidad.
CÍRCULOS DE FORMACIÓN BÍBLICA
Algunas formas prácticas para iniciar un círculo de formación bíblica de mujeres:
• Establecer grupos pequeños para la lectura de la Biblia de manera metódica y sistemática.
• Utilizar como herramientas guías de estudio bíblico.
• Aprendiendo de los personajes bíblicos. Realizar en estos grupos pequeños sinopsis del libro o personaje en cuestión: fortalezas, debilidades, lecciones de vida que podemos aprender.
• Estudio de temas generales de vida cristiana: oración, ayuno, intercesión, frutos del Espíritu, etc.
• La supervisión pastoral es de vital importancia.
LIDERAZGO PARA LA FORMACIÓN
Al frente de un ministerio femenil hay una mujer que tiene la oportunidad de liderar la formación cristiana del grupo. Algunos aspectos a tomar en cuenta:
• Disciplina y orden en los días de estudio.
• Puntualidad.
• Perseverancia.
• Horarios accesibles al grupo.
• Buscar fuentes de formación.
• Lidere con humildad y mucha empatía.
• Propicie un ambiente de confianza.
• Mantenga informado a su pastor.
LA PALABRA DE DIOS FORMA NUESTRO CORAZÓN
Es tan conocido el hecho, tristemente, de que la Biblia es el libro más vendido pero a la vez el menos leído. Se vuelve una necesidad que en nuestros ministerios femeniles dediquemos tiempo a la alfabetización bíblica. Círculos de lectura deben formar parte de nuestro quehacer. Promovamos la formación individual e incentivemos a que sea continua.
Amemos la formación que la lectura de la Biblia nos da. Una lectura intencional, con el corazón en total disposición, como el de Esdras, nos dará una formación enorme para compartir con las mujeres con quienes nos relacionamos y a quienes servimos. El ejemplo de María, sentada a los pies de su Maestro (Lc. 10:39) es un ejemplo de esa actitud del corazón para escuchar a Dios hablar a nuestros corazones. La Palabra forma nuestro corazón. Su enseñanza nos inspira. Y esta debe ser compartida.
«Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero» (Sal. 119:105).
POR CARMEN DE CASTRO
Salvadoreña. Casada con el pastor Roberto Armando Castro. Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Consejera en su congregación local, Misión Cristiana Elim. Conferencista en su país y en el extranjero. Escritora del libro Al corazón de la mujer que sufre (Elim Editores, 20XX).