Un enfoque de grupos pequeños de evangelismo Hoy más que nunca se necesita ser sensoriales, o tener la intencionalidad de serlo, para no re...
Un enfoque de grupos pequeños de evangelismo
Hoy más que nunca se necesita ser sensoriales, o tener la intencionalidad de serlo, para no reducir el evangelio a un mero activismo social ni tampoco a un sentimiento de satisfacción por la amistad. El evangelio no debe limitarse a responder estímulos externos, sino dar una respuesta a necesidades reales y puntuales.
Mi hijo menor tenía 6 años cuando miró a una persona necesitada y me dijo: “Papi, oremos por la señora que está en la esquina pidiendo dinero”. Oramos unos minutos en voz alta pidiéndole a Dios que le ayude en su necesidad. De pronto, mi hijo se detuvo frente a un restaurante diciéndome: “Esta es una señal. Ya hemos orado, ahora hay que darle comida, papi”. Compramos comida y compartimos con la señora, y llegó a ser una gran oportunidad para compartirle las buenas noticias de Jesús.
Las dos caras
En el Nuevo Testamento hay dos términos usados para la salvación,
el apóstol Pablo los utiliza indistintamente. Las palabras en griego son σωτήρ (soter) y σῴζω (sozo), la primera tiene que ver más con la salvación eterna y la segunda con el bienestar presente, es decir, ambas palabras describen las dos caras de la moneda del evangelio.
Hoy más que nunca es necesario ser sensibles a las necesidades del prójimo, y saber que el evangelio no es una verdad abstracta. Si fuese así, Jesús nunca hubiese sanado a nadie, ni habría hecho milagros; los hizo porque buscar el bienestar del prójimo es expresarle el cuidado de Dios.
Ideas para el grupo
El evangelismo no es repetir versículos bíblicos, ni es hacer repetir una oración prefabricada para aceptar a Jesús en el corazón. Es en primer lugar expresar el amor de Dios de maneras concretas, es buscar un vínculo con el prójimo para brindarle nuestra amistad.
Aquí algunas ideas para los grupos pequeños donde se enfatiza el evangelismo y el promover ser parte de una comunidad de amigos:
• Planificar clases de inglés, repostería o aeróbicos a través de Zoom o en el patio de la iglesia, respetando el aforo según las restricciones del país en que reside.
• Realizar vídeos de sus testimonios que pueden publicar en las historias o fleets en redes sociales.
• Averigüen cuántos adultos mayores hay en su vecindario para brindarles el apoyo de hacerles las compras en el mercado, sacar a pasear a sus mascotas o comprar el pan de cada mañana.
• Planifiquen brindar alimentos a personas indigentes una vez por semana o mensualmente.
• Háganse miembros de grupos de Facebook para personas con depresión, y verán cuánta ayuda harán escribiendo a tantas personas que “gritan” por auxilio.
Al estar atentos y realizar el seguimiento a las necesidades de las personas alrededor, un grupo pequeño abrirá puertas que los mejores sermones y los más lujosos templos quizás no han podido: hacer que un corazón esté dispuesto para seguir a Jesús.
Sigamos fuertes y valientes.
Por Christian Torres
[email protected]
Peruano. Casado con Jessica Galarza y son padres de Joaquín y César Augusto. Es pastor ordenado hace 17 años, profesor de teología, bloguero y labora en un Estudio Contable y Legal para asociaciones religiosas. Estudió Teología en el Seminario Evangélico de Lima (SEL) y Educación en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
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