Hablar de sexo hoy: una introducción contextual Recuerdo la primera vez que nos hablaron de sexualidad en la iglesia en el grupo de jóvene...
Hablar de sexo hoy: una introducción contextual
Recuerdo la primera vez que nos hablaron de sexualidad en la iglesia en el grupo de jóvenes en el que participaba: la seriedad de los dos líderes encargados de la enseñanza, nuestro silencio que mezclaba atención y el tabú de nuestras interrogantes, y la temática que estaba centrada en la fornicación entendida como sexo prematrimonial.
No hubo allí palabras sobre la pornografía, la masturbación, la homosexualidad. Mucho menos se mostró el sexo como un don de Dios desde el marco creacional y de la redención conquistada por Jesucristo. Solo se enfatizó en la sexualidad bajo la caída. En esos tiempos,
tampoco se hablaba mucho de sexualidad en la escuela, salvo en las clases de biología o en alguna charla de orientación. En casa, el tema estaba marcado por el tabú.
Cuando me tocó trabajar por primera vez en el liderazgo de jóvenes, hace aproximadamente veinte años atrás, quise revertir esa situación, pero para eso había que estudiar. Y así, mientras me compraba libros de teología y comentarios bíblicos, pude acceder a los libros Sexo y juventud de Luis Palau, Pureza bajo presión de Neil Anderson y Dave Park, Las tres caras del amor de Josh McDowell y Paul Lewis, junto con el comentario al Cantar de los cantares de Pablo Deiros en el Comentario Bíblico Mundo Hispano
(Tomo 9). Así y todo, seguía siendo un desafío hablar de la temática, porque ella a un nivel más general seguía siendo un tabú. Además, era tan joven como los otros, soltero como ellos, y mis palabras eran las de un par que tenía las mismas luchas, con las fortalezas y debilidades que eso puede implicar.
Los temas actuales
Si bien es cierto que ha pasado mucho tiempo, y ya en las iglesias se habla de sexualidad de manera más abierta y clara, sigue tratándose de un tema complejo de abordar. Tenemos más y mejores recursos bibliográficos, pero el problema del presente no radica en la falta de información, sino en la diversidad de temáticas que se han abierto a propósito de la situación actual:
a. El diseño divino de la sexualidad en contraste con los llamados derechos sexuales y reproductivos;
b. Las teorías de género y las reclamaciones políticas y culturales de identidades sexuales;
c. El acoso y el abuso sexual, del que las iglesias no han estado exentas, con el cual personas creadas a imagen y semejanza de Dios han sido dañadas junto con el testimonio cristiano; y...
d. La pornografía y la afectación de la realidad respecto del sexo, junto con la conversión de la mujer en mero objeto para el placer egolátrico.
Todo se complejiza más cuando líderes supuestamente cristianos y, a veces, sus denominaciones, en pos de ponerse a tono con el momento en que viven, se adaptan al mundo asumiendo acríticamente como propias ideas que contravienen la Biblia, a la que evidentemente no consideran Palabra de Dios, revelada y autoritativa, apelando a un “tal como eres permanente” que construye un dios que carece de poder para transformar a los seres humanos y las realidades en todas las esferas de la vida, distinto al Señor Todopoderoso.
Desafíos del presente
Es parte de nuestra vida de fe en el mundo que nos toca vivir reaccionar a los estímulos que nos presenta la cultura imperante. Pero una cosa es reaccionar y otra es ser “reaccionario”. La fe evangélica no es meramente reaccionaria, sino más bien, ella es viva, propositiva, proyectiva. Reacciona frente a la ofensa, la distorsión y la perversión; pero, a la vez, piensa su fe, vive lo que cree y confiesa, y actúa glorificando a Dios y extendiendo su Reino.
Como señala Rosaria Butterfield: “En la iglesia, tendemos a tener más miedo del pecado (percibido) en el mundo que del pecado en nuestro corazón. ¿Por qué es así? Aquí va lo que pienso. Creo que no hay enemigo mayor a la fe viva y vital que insistir en la uniformidad cultural. Cuando el miedo domina la teología, Dios no aparece en lugar alguno del paradigma, no importa cuántos versículos bíblicos sean insertados en él” (Butterfield, 2013:176).
El fortalecimiento de una cosmovisión cristiana es una tarea espiritual que atañe al corazón como centro religioso de la vida y que implica una transformación del intelecto, las emociones y la voluntad. Un corazón que tiene a Cristo como Señor y se sustenta en la Palabra no tiene miedo a pensar lo que ocurre a nuestro alrededor.
El segundo desafío tiene que ver con la tercerización de la educación sexual en la iglesia o la escuela. Los líderes de jóvenes, junto con los pastores y líderes de la iglesia, deben estar conscientes de los alcances y límites de su tarea, toda vez que se debe sostener el derecho preferente de los padres a enseñar a
sus hijos. Y en esa tarea, se debe colaborar con formación y con el desarrollo de materiales actualizados y con una presentación que facilite el interés y la comprensión.
La idea es colaborar para que las preguntas de los jóvenes sean respondidas por los padres creyentes sin evasivas, vergüenza y con fundamentos sólidos, haciéndose cargo del momento actual y siempre teniendo como fundamento la Palabra de Dios. Solo se necesitará un papel protagónico en la enseñanza en caso que el joven no proceda de una familia cristiana.
Por Luis Pino Moyano ([email protected], enelbalconyenelcamino.com)
Chileno, casado con Mónica, papá de Miguel y Sophía. Sirve como Presbítero de la Iglesia Puente de Vida, donde es director de jóvenes. Es miembro del Núcleo Fe Pública.
Me llama tremendamente mucho la atención, qué el sexo siempre que se habla de Sexo, es generalmente de algo pecaminoso; masturbación, condenación, violaciones, pedofilia, pornografia etc etc , pero nunca se habla de lo maravilloso y los beneficios que provee. Dios creó el sexo, y técnicamente imposible qué al poner el tema sobre la mesa, no se desvíe a la perversidad instantáneamente. Nunca se les recuerda a los feligreses qué se amen y se gocen; lo cuál discrepa un poquito de lo que nos dice Corintios 7:3-5. Humildemente creó, que muchos de los problemas de pareja y las separaciones va por no respetarse. Corintios es bien explícito y vaya que claro. Por qué no se habla de lo que si nos une. Por qué Malí fichar el sexo. Estoy muy seguro, qué muchos matrimonios se hubiesen salvado si hubiesen sido concientizados de buena manera. Hasta el día de hoy el sexo es tabú. Al igual de las atrocidades que han ejercido las iglesias. Se clasifican ó tienen la misma clasificación.
ResponderEliminarCorintios 7:3-5
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