Depresión infantil, rendimiento escolar y tratamiento Luego de la familia, el entorno escolar es lo más próximo al niño y donde suele s...
Depresión infantil, rendimiento escolar y tratamiento
Luego de la familia, el entorno escolar es
lo más próximo al niño y donde suele sufrir diferentes dificultades a causa de la depresión infantil. Los docentes en algunos
casos, al no saber identificar los síntomas
o las características de la misma, describen
al niño solo como un cambio de humor.
Al notar un cambio anímico en el niño,
recurrente y prolongado, es necesario comentar de inmediato los cambios a los
padres y derivar el caso al psicólogo de la
institución. Cuando más rápido se actúe
mejores resultados se obtendrán.
El rendimiento escolar
Algunos profesionales relacionan la depresión infantil con el rendimiento escolar, en
algunos casos como causa y en otras como
efecto de la misma. No sería raro que un
niño deprimido presente dificultades en
el proceso de aprendizaje, y esto a su vez
desencadene no solo un mal pronóstico en
las calificaciones sino también en el área
conductual. En otros casos, por el contrario, el niño se ve afectado justamente por
un fracaso académico.
Es muy importante el trabajo del maestro
en este sentido, pues la buena evaluación
y seguimiento por parte del mismo para
detectar los cambios en el alumno es fundamental.
Tratando la depresión infantil
La depresión infantil es una realidad actual
en nuestra sociedad. Cuando es detectada,
se debe tener en cuenta que el tratamiento
debe ser individualizado con respecto al
paciente, adaptado a cada caso en particular y considerar la fase del desarrollo en
que se encuentra el niño. Se debe considerar también su funcionamiento cognitivo,
su maduración social y su capacidad de
mantener la atención.
En cuanto a quiénes deben estar involucrados en el proceso, se considera en primer lugar y de manera activa a los padres,
y observando su entorno más próximo
realizar las intervenciones, sean estas familiares, sociales y escolares. Se trabaja por
fases, pues el tratamiento se divide en fase
aguda, que abarca el tratamiento psicológico, farmacológico y combinado, y la fase
de mantenimiento.
En las terapias psicológicas se trabaja el
área cognitivo-conductual, que se basa en
la premisa de que el niño deprimido tiene una visión distorsionada de sí mismo,
de su entorno, de su presente y del futuro. Esas distorsiones, que contribuyen a la
depresión, son tratadas con esta terapia.
Se aplica metodologías conductuales que
ayudan al manejo adecuado de la situación, y se trabaja el área psicodinámica,
interpersonal, familiar, grupal y de apoyo.
El tratamiento farmacológico se basa en el
uso antidepresivos, para lo cual se requiere
un electroencefalograma (EEG) basal, y
mediciones de tensión arterial, frecuencia cardíaca y peso. El Tratamiento Combinado, que incluye fármacos y terapias
psicológicas, ha demostrado ser lo más
adecuado en la actualidad. Así mismo, el
Tratamiento en fase de mantenimiento va
a depender del estado clínico del paciente,
su funcionamiento intelectual, su sistema
de apoyo, la presencia o no de estresores
ambientales y su respuesta al tratamiento.
La contención espiritual es también un
factor muy importante a tener en cuenta,
y no debe quedar fuera. No son pocos los
casos de depresión que han sido superados
con la ayuda espiritual.
«Le pedí a Dios que me ayudara, y su respuesta fue positiva: me libró del miedo
que tenía» (Salmos 34.4 TLA).
Por María Estela Martínez
Maestra de Escolar Básica, con
profesorado en Lengua Guaraní.
Licenciada en Ciencias de la Educación. Doctora en Psicología Clínica,
docente universitaria, psicóloga en
consultorio. Miembro activo de la
iglesia C. F. A. Capiatá, donde realiza apoyo de contención.
Realiza trabajo de voluntariado con enfermos en hospitales,
niños y adolescentes con cáncer. Hija, esposa, madre, abuela
y profesional.
widiz_01@hotmail.com