La pastoral juvenil como un apoyo vocacional La pregunta de muchos jóvenes que usualmente escucho es: «¿Qué haré en la vida?», o: «Lo ...
La pastoral juvenil como un apoyo vocacional
La pregunta de muchos jóvenes
que usualmente escucho es: «¿Qué
haré en la vida?», o: «Lo que estoy
haciendo, ¿es lo que quiero realmente en
mi vida?». Algunos jóvenes vienen con
una crisis vocacional a la iglesia, se quedan
años en la iglesia… y sus mismas preguntas también.
Cuando envié a mi hijo al kinder, a la
semana me vino con la pregunta ya casi
existencial, muy sorprendido y preocupado: «Papi, ¿qué voy a estudiar cuando sea
grande?». Esta pregunta es como un latido constante desde pequeño y durante la
juventud, y en la iglesia solemos ayudar
involuntariamente a confundirlo más.
Cuando un joven comienza a colaborar
en algún ministerio o departamento de la
iglesia, a veces apoya no donde realmente
puede potencializar sus habilidades o talentos, y la frustración aumenta por confundirlo más en su búsqueda de lo que
hará en la vida.
El sentido de competencia de la sociedad
se traslada a la iglesia, donde no está enfocado en desarrollar a la persona en sus
dones o talentos sino en querer ser mejor
o imitar a otra persona. Varias veces he escuchado que músicos de la iglesia cantan
o tocan ‘muy parecido a’ ciertos cantantes
cristianos conocidos.
Un día visité una iglesia donde el líder de
jóvenes, con buena intención, quería hacer
un banco de empleos, y comenzó a preguntar sobre las profesiones que estaban
estudiando los jóvenes. Muchos respondieron que estudiaban ingeniería, economía,
derecho, medicina, etc. Pero allí también
había otros jóvenes que no querían decir
las ocupaciones que estaban aprendiendo,
porque no tenían un título universitario, y
se sentían disminuidos.
Sí, esta sociedad nos ha dado un sentido
de competencia muy distinto a los valores bíblicos, y también ha sobrevalorado
las profesiones universitarias, y ello suele
ocasionar mucha confusión vocacional en
los jóvenes. Robert Leahy, profesor clínico
de psiquiatría en la Universidad de Cornell, señaló recientemente en una entrevista
con Dennis Prager:
«Estamos viviendo una importante tendencia histórica en el aumento de la ansiedad… El chico promedio de hoy de entre 11 y los 13 años está tan ansioso como lo estaba el paciente psiquiátrico promedio de 1950».
El doctor Leahy también notó: «Hay investigaciones que demuestran que la gente
que tiene un sistema de creencias y una
comunidad que la apoya tiene una vida
mejor y más feliz».
Dios nos ama tal cual somos. Él no fomenta una competencia en la que tú ganes y
eso sea lo único que importe, ni tampoco
quiere que todo el mundo tenga la misma
ocupación o profesión, ni mucho menos
nos codifica según el título académico. La
pastoral juvenil puede venir a ser un apoyo en la búsqueda vocacional de nuestros
jóvenes, no al decirles qué estudiar, sino
al guiarles; no al imponer o manipularles,
sino al inspirarles.
Nuestra iglesia es también una comunidad
de apoyo real que puede llenar el vacío de
muchos jóvenes confundidos que les ha
tocado crecer en una familia ‘disfuncional’
(¿somos realmente una familia para ellos
en la iglesia?). El amor y la irreemplazable
paz de Dios, son ingredientes esenciales
para tomar las mejores decisiones.
«Todos somos unos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar un árbol, vivirá su vida entera creyendo que es un inútil». —Albert Einstein
Por Christian Torres
Nació en el Perú hace 37 años, se desempeña principalmente como pastor
y educador. Casado y padre de dos hijos. Coordinador de proyectos benéficos, laboró en un Estudio Contable
y Jurídico que brinda asesoría especializada a instituciones religiosas. Estudió Teología en el Seminario Evangélico de Lima
(SEL) y es egresado en Educación de la Pontificia Universidad
Católica del Perú (PUCP).
torres.ruiz.christian@gmail.com