La necesidad de la motivación adecuada en la iglesia El diccionario define la palabra motivar como “animar a alguien para que se intere...
La necesidad de la motivación adecuada en la iglesia
El diccionario define la palabra motivar como “animar a alguien para que se interese por alguna cosa”, y algunas de las palabras afines a ella son estimular, incitar, impulsar, invitar, animar. Está demostrado, por la experiencia misma, que dar y recibir motivación es una necesidad en cualquier área de la vida.En el contexto de la iglesia, sin embargo, se percibe a veces cierta resistencia al concepto de la motivación. Como que despierta temor y sospecha. ¿Es correcto motivarnos unos a otros los cristianos? ¿Deberían los obreros ser motivados por los demás miembros de la congregación y por sus líderes?
Algunos dicen: “No necesito ninguna motivación de la iglesia, quien me llamó fue el Señor”, “Mi motivación es Dios y no necesito más”, o incluso: “No necesito que nadie reconozca mi trabajo, porque lo hago para el Señor y no para los hombres”. Por otro lado, también hay líderes que dicen: “No es mi trabajo motivar a la gente, eso lo hace el Espíritu Santo”.
Una falsa dicotomía
¿Qué tiene de incorrecto estas expresiones? Probablemente nada en sí mismas. Es algo muy bueno cuando un obrero tiene bien en claro su llamado, está enfocado en Dios y busca solo glorificar a su Señor con su servicio. ¡Sin duda que necesitamos obreros así! Y también es algo muy bueno cuando los líderes son conscientes de que la gente debe ser impulsada por el Espíritu Santo y no por el hombre.No obstante, aunque correctas, tales expresiones también demuestran tener una idea incompleta de lo que la Palabra de Dios enseña sobre la motivación en el contexto de la iglesia. Al ignorar que Dios nos manda y espera que los creyentes nos motivemos unos a otros, se crea la falsa dicotomía de la motivación de Dios vs. la motivación de los hombres.
Es verdad que Dios mismo es nuestra motivación más grande, que Él nos ha llamado, y que Él reconocerá finalmente nuestro servicio. Pero no es verdad que Dios no nos motive a través de las palabras de nuestros hermanos, o que no nos llame al ministerio mediante el voto de la iglesia, o que no reconozca nuestro servicio mediante una distinción ofrecida por la congregación. La supuesta dicotomía no existe.
El Nuevo Testamento y la motivación en la iglesia
Las cartas del Nuevo Testamento, mayormente dirigidas a iglesias locales, tienen mucho que decir sobre el deber de la motivación mutua. Necesitamos motivarnos incluso para perseverar en las cosas más esenciales de la vida cristiana: “Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras” (He 10.24).Uno de los pasajes más sobresalientes del Nuevo Testamento, que hablan de la necesidad de la motivación y el estímulo en la iglesia, es 1 Tesalonicenses 5.12-14, donde el apóstol Pablo menciona a los diversos grupos de personas en la congregación que necesitan ser motivados:
“Pero les rogamos hermanos, que reconozcan (honren) a los que con diligencia trabajan entre ustedes, y los dirigen en el Señor y los instruyen (amonestan), y que los tengan en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo. Vivan en paz los unos con los otros. Les exhortamos, hermanos, a que amonesten a los indisciplinados, animen a los desalentados, sostengan a los débiles y sean pacientes con todos”.
Vemos que la correcta motivación es aplicable tanto a:
- Los que están trabajando con esmero y ocupan cargos de liderazgo. La manera de motivarlos es reconociéndolos y teniéndolos en alta estima.
- Los que están descuidando la conducta cristiana y necesitan corrección. Hemos de motivarlos con amonestación, es decir, llamarles la atención y advertirles.
- Los que están perdiendo el entusiasmo o tienen poca fuerza. Los motivamos al brindarles ánimo y acompañamiento personal —no los dejamos solos.
Maneras prácticas de motivar
Hay muchas maneras de animar y motivar a los líderes, obreros e integrantes de equipos de trabajo en la iglesia. Aquí mencionamos algunas que motivan no solamente a la persona, sino también al desarrollo de la persona y del ministerio:1. La inclusión en la planificación
La mayoría de las actividades en la iglesia son planificadas, sea la limpieza o la organización de la escuela dominical. Incluir al líder o maestro en la creación de su actividad le hace ser parte del mismo. El sentido de haber sido parte de la creación de la actividad hace responsable al obrero y lo motiva.2. La honesta evaluación
Cada obrero desea saber si lo está haciendo bien. Dedicar unos minutos a la honesta evaluación con el obrero, animándolo a seguir lo que hace bien e indicarle con amor lo que puede mejorar, es importante para darle al obrero un sentido de avance y crecimiento en su ministerio.3. El reconocimientos y la celebración
Las celebraciones motivan a la congregación. Busquemos razones para celebrar en la iglesia y reconocer el trabajo de los pastores, los fundadores y los pioneros. También es importante celebrar y bendecir a quienes terminan una etapa y entran en otra —como cuando los niños pasan a una siguiente etapa en su programa de estudios.4. Es desarrollo de la amistad entre obreros
La amistad ayuda a que se desarrolle una relación de sinceridad y transparencia entre los integrantes de un equipo de trabajo. Y esto consecuentemente lleva a tener más misericordia y comprensión mutua en el trabajo.5. La visita personal del pastor o líder
Una de las principales herramientas pastorales para animar y motivar es la visita personal. No dejemos de lado este hermoso ministerio de la visita para levantar, edificar y bendecir a las familias en la iglesia. Hermanos, no tengamos más temor de motivar o de recibir motivación. Hagamos, más bien, un buen uso de este recurso para el avance de la obra de Dios y el desarrollo personal de los obreros de nuestras iglesias.Fuentes:
A. Blanco. Aprender a motivar. Paidós.J. MacArthur. El plan del Señor para la iglesia. Portavoz.
H. Hendricks. “Aprenda a motivar”. En línea: http://bit.ly/aprenda-HH