Santiago 4:1 habla de que los celos, las rivalidades y las peleas (guerras en el texto original) entre cristianos se originan en el mismo ...
Santiago 4:1 habla de que los celos, las rivalidades y las peleas (guerras en el texto original) entre cristianos se originan en el mismo interior del individuo. Las pasiones que surgen dentro de cada persona pueden variar. A veces se manifiestan como ambición de dinero, de poder y de fama. La persona llena de intereses egoístas nunca se sacia. Se logra una cosa y ya se desea otra. Estos deseos insaciables pueden destruir hogares, amistades, iglesias y aún el Estado.
El campo de batalla es el propio cuerpo de la persona. Las pasiones luchan duramente para dominar toda nuestra mente, nuestra voluntad, nuestros sentimientos y hasta nuestra lengua y es allí donde tenemos que cuidarnos que esto no suceda.
¿Podría nombrar algunas de las razones de las peleas?
En los versículos 2 al 6 se habla de la codicia, la envidia, que dan como resultado el “matar” y “arder de ira”, o tener celos hacia alguien. No siempre se refiere esto a asesinato físico. Las actitudes, los chismes, las mentiras y las ofensas unos a otros tienen que ver con esto. Los celos entre hermanos son un síntoma de una deplorable condición espiritual.
Algunas de las razones son las siguientes:
No pedís: No todos los deseos son malos. Jesús indicó claramente la importancia de la oración y de pedir a Dios. Tal vez hay tantas peleas porque no hacemos más uso de este instrumento poderoso que es la oración. Hay motivos equivocados: ¿Qué pedimos a Dios y con qué motivos lo pedimos? ¿Por qué por ejemplo queremos tener cierto cargo en la iglesia? ¿Es para servir de corazón a Dios y a los hermanos o es para tener más influencia, más reconocimiento y más fama? Si pedimos dinero o alguna posesión material, ¿es para servir mejor a Dios, dar gloria a su nombre y ayudar a los demás, o es para tener más placer y para competir con el prójimo?
Esto es parte de una entrevista realizada a Elfriede Janz de Verón. Lee el artículo completo, aquí: http://www.liderazgopastoral.com/2009/01/cuando-los-santos-pelean.html
El campo de batalla es el propio cuerpo de la persona. Las pasiones luchan duramente para dominar toda nuestra mente, nuestra voluntad, nuestros sentimientos y hasta nuestra lengua y es allí donde tenemos que cuidarnos que esto no suceda.
¿Podría nombrar algunas de las razones de las peleas?
En los versículos 2 al 6 se habla de la codicia, la envidia, que dan como resultado el “matar” y “arder de ira”, o tener celos hacia alguien. No siempre se refiere esto a asesinato físico. Las actitudes, los chismes, las mentiras y las ofensas unos a otros tienen que ver con esto. Los celos entre hermanos son un síntoma de una deplorable condición espiritual.
Algunas de las razones son las siguientes:
No pedís: No todos los deseos son malos. Jesús indicó claramente la importancia de la oración y de pedir a Dios. Tal vez hay tantas peleas porque no hacemos más uso de este instrumento poderoso que es la oración. Hay motivos equivocados: ¿Qué pedimos a Dios y con qué motivos lo pedimos? ¿Por qué por ejemplo queremos tener cierto cargo en la iglesia? ¿Es para servir de corazón a Dios y a los hermanos o es para tener más influencia, más reconocimiento y más fama? Si pedimos dinero o alguna posesión material, ¿es para servir mejor a Dios, dar gloria a su nombre y ayudar a los demás, o es para tener más placer y para competir con el prójimo?
Esto es parte de una entrevista realizada a Elfriede Janz de Verón. Lee el artículo completo, aquí: http://www.liderazgopastoral.com/2009/01/cuando-los-santos-pelean.html
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