“Me pusieron a cuidar las viñas, ¡y mi propia viña descuidé!” Cantares 1:6b Por Daniel Morales, Puerto Rico. La parábola del Buen Samari...

Por Daniel Morales, Puerto Rico.
La parábola del Buen Samaritano tiene grandes enseñanzas. En muchas ocasiones he predicado de este pasaje en diferentes iglesias, pero nunca desde el punto de vista que voy a compartirles.
Estaba en una iglesia en Miami, Florida, predicando sobre este pasaje. Lo había enfocado en estimular a la congregación a actuar como el Buen Samaritano. Al terminar, el pastor me pidió que despidiera el servicio mientras él se iba a la puerta a saludar a los hermanos.
Al bajar del altar noté que la esposa del pastor estaba todavía sentada y llorando. Me acerqué a ella y le pregunté si necesitaba que orara por ella. Ella me dijo entre sollozos que la palabra le había impactado y me comentó: “Pastor Daniel, hoy en su mensaje descubrí quién es mi esposo.” No entendía lo que me estaba tratando de decir y le pregunté cómo es que había descubierto quién era su esposo. Me contestó: ...
Estaba en una iglesia en Miami, Florida, predicando sobre este pasaje. Lo había enfocado en estimular a la congregación a actuar como el Buen Samaritano. Al terminar, el pastor me pidió que despidiera el servicio mientras él se iba a la puerta a saludar a los hermanos.
Al bajar del altar noté que la esposa del pastor estaba todavía sentada y llorando. Me acerqué a ella y le pregunté si necesitaba que orara por ella. Ella me dijo entre sollozos que la palabra le había impactado y me comentó: “Pastor Daniel, hoy en su mensaje descubrí quién es mi esposo.” No entendía lo que me estaba tratando de decir y le pregunté cómo es que había descubierto quién era su esposo. Me contestó: ...
“Mi esposo, el pastor de esta iglesia, es el buen samaritano de la congregación, pero para mí es el sacerdote que pasó de largo.” Entonces me dijo: “Yo necesito que este martes usted nos visite. Le diré a mi esposo que no haremos visita el martes, pues usted nos estará visitando.”
Ese martes llegué a la casa del pastor. Él me recibió sorprendido y su esposa me pidió que nos sentáramos a la mesa. Entonces, ella le explicó por qué yo estaba allí. Ella le dijo: “Necesito hablar contigo, necesito abrir mi corazón.” Le contó lo que le pasó en el servicio del domingo.
“Descubrí que en realidad tú eres el Buen Samaritano de la congregación. Te desvives por ayudar y entender a los hermanos. Vives pendiente a sus necesidades para suplirlas. Pero, para mí que soy tu esposa, eres el sacerdote o el levita que pasó de largo ante aquel que estaba necesitado junto al camino. Así me siento yo en relación a ti. Estoy cansada de sentirme abandonada por ti. Tú eres el pastor de esta congregación, pero yo no tengo pastor, yo quisiera que tú fueras mi pastor.
Pero eres mi esposo. Tratas a los hermanos con mucha ternura. Si una hermana va a dirigir el culto y te llama que no se siente bien, tú le dices: No se preocupe hermanita, yo lo dirijo, pero si yo te digo que no me siento bien me dices: Tú tienes que ir por que eres la esposa del pastor. Sabes, para mí eres el sacerdote que está pasando de largo ante las necesidades de tu propia familia. Tú solo tienes tiempo para la iglesia y nunca para nosotros. Tus hijos te necesitan y yo te necesito. Tus hijos te necesitan como papá y yo te necesito como esposo.”
El pastor le dijo: “Perdóname, no me había dado cuenta que te estaba dejando sola. Que estaba pasando por alto tus necesidades, te prometo que cambiaré.” Aquella noche se abrazaron y el pastor se dispuso a no pasar por alto las necesidades de su familia. Oré por ellos y me despedí.
Salí de allí impactado y a la misma vez preocupado. Mientras conducía mi automóvil de regreso a casa me preguntaba: “¿Cuál sería yo en mi casa, el buen samaritano, el levita o el sacerdote?”
Decidí reunirme con mi esposa y mis hijos. Le dediqué un día a cada uno. Le hice la historia y les pregunté cuál de ellos era yo para ellos. Les pregunté si yo había pasado de largo alguna de sus necesidades. Tanto mi esposa, como algunos de mis hijos me dijeron que hubo ocasiones en que sí se habían sentido que yo había pasado de largo. Les pedí perdón y desde entonces me he propuesto estar más atento a sus necesidades.
Esto me sirvió para conocer el estado de mis propias ovejas, como dice Proverbios 27:23: “Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas y mira con cuidado por tus rebaños.”
Mi esposa y hijos me lo agradecieron y hoy son los primeros que me apoyan con gozo en el ministerio. He llegado a conocer el estado de mis ovejas y a mirar con cuidado por mis rebaños.
Pregúntale a los tuyos y quizás te sorprenderás de sus respuestas. Tu esposa o esposo te necesitan amado pastor(a) y tus hijos también. Decídete a no pasar de largo ante sus necesidades. Recuerda, no descuides tu propia viña.
AUTOR:
Por el Pastor Daniel Morales, ([email protected]) y su esposa Frances son de Puerto Rico, ministros de la Asociación Bíblica y Misionera de Puerto Rico. En 1975 inauguraron la escuela básica Eben Ezer, un Instituto Bíblico y establecieron 13 iglesias. Hacen 28 años que residen en la ciudad de Pompano Beach, Florida. El pastor Danny fue director asociado de Juventud para Cristo por 10 años. Ha continuado su labor misionera en Honduras llevando brigadas médicos, grupos voluntarios, construyendo Iglesias, escuelas, y comedores.
Ese martes llegué a la casa del pastor. Él me recibió sorprendido y su esposa me pidió que nos sentáramos a la mesa. Entonces, ella le explicó por qué yo estaba allí. Ella le dijo: “Necesito hablar contigo, necesito abrir mi corazón.” Le contó lo que le pasó en el servicio del domingo.
“Descubrí que en realidad tú eres el Buen Samaritano de la congregación. Te desvives por ayudar y entender a los hermanos. Vives pendiente a sus necesidades para suplirlas. Pero, para mí que soy tu esposa, eres el sacerdote o el levita que pasó de largo ante aquel que estaba necesitado junto al camino. Así me siento yo en relación a ti. Estoy cansada de sentirme abandonada por ti. Tú eres el pastor de esta congregación, pero yo no tengo pastor, yo quisiera que tú fueras mi pastor.
Pero eres mi esposo. Tratas a los hermanos con mucha ternura. Si una hermana va a dirigir el culto y te llama que no se siente bien, tú le dices: No se preocupe hermanita, yo lo dirijo, pero si yo te digo que no me siento bien me dices: Tú tienes que ir por que eres la esposa del pastor. Sabes, para mí eres el sacerdote que está pasando de largo ante las necesidades de tu propia familia. Tú solo tienes tiempo para la iglesia y nunca para nosotros. Tus hijos te necesitan y yo te necesito. Tus hijos te necesitan como papá y yo te necesito como esposo.”
El pastor le dijo: “Perdóname, no me había dado cuenta que te estaba dejando sola. Que estaba pasando por alto tus necesidades, te prometo que cambiaré.” Aquella noche se abrazaron y el pastor se dispuso a no pasar por alto las necesidades de su familia. Oré por ellos y me despedí.
Salí de allí impactado y a la misma vez preocupado. Mientras conducía mi automóvil de regreso a casa me preguntaba: “¿Cuál sería yo en mi casa, el buen samaritano, el levita o el sacerdote?”
Decidí reunirme con mi esposa y mis hijos. Le dediqué un día a cada uno. Le hice la historia y les pregunté cuál de ellos era yo para ellos. Les pregunté si yo había pasado de largo alguna de sus necesidades. Tanto mi esposa, como algunos de mis hijos me dijeron que hubo ocasiones en que sí se habían sentido que yo había pasado de largo. Les pedí perdón y desde entonces me he propuesto estar más atento a sus necesidades.
Esto me sirvió para conocer el estado de mis propias ovejas, como dice Proverbios 27:23: “Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas y mira con cuidado por tus rebaños.”
Mi esposa y hijos me lo agradecieron y hoy son los primeros que me apoyan con gozo en el ministerio. He llegado a conocer el estado de mis ovejas y a mirar con cuidado por mis rebaños.
Pregúntale a los tuyos y quizás te sorprenderás de sus respuestas. Tu esposa o esposo te necesitan amado pastor(a) y tus hijos también. Decídete a no pasar de largo ante sus necesidades. Recuerda, no descuides tu propia viña.
AUTOR:
Por el Pastor Daniel Morales, ([email protected]) y su esposa Frances son de Puerto Rico, ministros de la Asociación Bíblica y Misionera de Puerto Rico. En 1975 inauguraron la escuela básica Eben Ezer, un Instituto Bíblico y establecieron 13 iglesias. Hacen 28 años que residen en la ciudad de Pompano Beach, Florida. El pastor Danny fue director asociado de Juventud para Cristo por 10 años. Ha continuado su labor misionera en Honduras llevando brigadas médicos, grupos voluntarios, construyendo Iglesias, escuelas, y comedores.
Excelente comentario trazado con la palabra a sido de gran ayuda y bendición para mi vida Dios les bendiga poderosamente 🙏
ResponderEliminarMuy buena enseñanza Dios le bendiga
ResponderEliminarDios les bendiga a sido de gran ayuda para mi tambien .Dios es bueno.
ResponderEliminarMil bendiciones, que Dios los siga usando, me edifico el mensaje. Gracias.
ResponderEliminarGracias por la palabra, en ocasiones ponemos más empeño en las obligaciones de la iglesia y eso no está mal, lo malo es cuando olvidamos que Dios nos puso al frente de una familia para ser su pastor.
ResponderEliminarEsta palabra me tocó el corazon.
Muy bueno,buenisimo
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