Serie: Homilética Foto por: Terri Heisele Transmitir el mensaje y formar parte del equipo de mensajeros de Jesucristo es un desafío con...
Serie: Homilética
Transmitir el mensaje y formar parte del equipo de mensajeros de Jesucristo es un desafío constante que requiere una preparación y capacitación a fin de impactar a los oyentes; por ello, el objetivo de la Homilética es capacitar a las personas que predican para lograr una mayor influencia y mejoramiento a la hora de la preparación y transmisión de un sermón. Homilética, del griego homilía ("estar en compañía de, ejemplo, conversar y comunicar") es el arte y ciencia de comunicar el mensaje de la Palabra de Dios.
Con la ayuda de Samuel Vila, a través de su libro “Manual de Homilética”, compartiremos algunas recomendaciones a tener en cuenta para la elaboración del sermón.
1. Lo general tiene que preceder a lo particular personal. Por ejemplo: Si tratamos de describir la universalidad del pecado, nunca diremos: "Tú y yo somos pecadores, todos los hombres del mundo lo son", sino al contrario: "Todos los hombres son pecadores, tú yo lo somos también."
2. Si hay que relacionar algo presente con lo ausente, se toma lo ausente primero. Por ejemplo: El Señor, en Lucas 13, habla de "aquellos galileos", pero después dice: "Si vosotros no os arrepintiereis, pereceréis igualmente", aplicando el ejemplo de los ausentes a los presentes.
3. Si se trata de un asunto donde entra el elemento tiempo, no se debe invertir el orden, sino tomarlo en el de pasado, presente y futuro. Tenemos el ejemplo en Hebreos 13:8. No tendría la misma fuerza y belleza este pasaje si dijera: "Jesucristo es el mismo por los siglos, hoy y ayer." Parece que esta regla cae por su propio peso; sin embargo, algunos predicadores faltan a ella con frecuencia.
4. Si hay tales elementos como manifestación, causa y resultado, es natural que para tener orden lógico principie por causa, luego manifestación y por último resultado.
5. Siempre debemos poner en el último lugar aquel punto que lleve a la decisión importante que se desea producir por medio de un sermón.
Una buena planificación y preparación de lo que queremos compartir nos dará la seguridad necesaria para hacer llegar a nuestros oyentes con lo que el Señor ha puesto en nuestros corazones.
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Foto por: Terri Heisele |
Con la ayuda de Samuel Vila, a través de su libro “Manual de Homilética”, compartiremos algunas recomendaciones a tener en cuenta para la elaboración del sermón.
El tema
En primer lugar, se debe definir el tema, respondiendo a la pregunta: “¿De qué voy a hablar?”. Para decidir cuál será el tema, puede inspirarse por medio de la reflexión acerca de las necesidades espirituales de sus oyentes, a través de lo observado durante sus visitas pastorales y, por supuesto, pidiendo la guía de Dios en oración.
El desarrollo
Una interesante y práctica manera de elaborar el contenido del sermón es escribiendo preguntas que tengan relación con el tema, con sus antecedentes, que revelen su importancia, los puntos clave del texto, el significado de las palabras, las maneras de aplicarlo a la vida diaria, etc.
El orden es el secreto
El orden es el secreto de un buen sermón. Los subtemas o partes deben presentarse por orden creciente de interés, es decir, lo más importante debe entregarse al final. Paso por paso se debe ganar y mantener el interés del oyente. Al respecto, Vila nos entrega algunas sencillas reglas para ordenar el contenido que hemos de presentar:1. Lo general tiene que preceder a lo particular personal. Por ejemplo: Si tratamos de describir la universalidad del pecado, nunca diremos: "Tú y yo somos pecadores, todos los hombres del mundo lo son", sino al contrario: "Todos los hombres son pecadores, tú yo lo somos también."
2. Si hay que relacionar algo presente con lo ausente, se toma lo ausente primero. Por ejemplo: El Señor, en Lucas 13, habla de "aquellos galileos", pero después dice: "Si vosotros no os arrepintiereis, pereceréis igualmente", aplicando el ejemplo de los ausentes a los presentes.
3. Si se trata de un asunto donde entra el elemento tiempo, no se debe invertir el orden, sino tomarlo en el de pasado, presente y futuro. Tenemos el ejemplo en Hebreos 13:8. No tendría la misma fuerza y belleza este pasaje si dijera: "Jesucristo es el mismo por los siglos, hoy y ayer." Parece que esta regla cae por su propio peso; sin embargo, algunos predicadores faltan a ella con frecuencia.
4. Si hay tales elementos como manifestación, causa y resultado, es natural que para tener orden lógico principie por causa, luego manifestación y por último resultado.
5. Siempre debemos poner en el último lugar aquel punto que lleve a la decisión importante que se desea producir por medio de un sermón.
Una buena planificación y preparación de lo que queremos compartir nos dará la seguridad necesaria para hacer llegar a nuestros oyentes con lo que el Señor ha puesto en nuestros corazones.
Fuente:
Los libros “El púlpito cristiano” y “Manual de Homilética”, de Samuel Vila, pueden descargarse de los siguientes enlaces: http://www.ntslibrary.com/PDF%20Books/El%20Pulpito%20Cristiano.pdf y http://es.scribd.com/doc/3119644/Manual-de-Homiletica
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