Serie: Preparando al joven para las misiones. Parte 1/3. Por Félix Rodríguez Cuevas, Lic., felix.rodriguez@cima-net.com. Director del CEC P...
Serie: Preparando al joven para las misiones. Parte 1/3. Por Félix Rodríguez Cuevas, Lic., felix.rodriguez@cima-net.com. Director del CEC Paraguay, http://paraguay.elcec.org
Después de haber participado de un campamento misionero, un joven fue a su pastor y con mucho entusiasmo le contó de su experiencia, y de un supuesto llamado para ser misionero.
Con su entusiasmo parecía estar dispuesto a ganar todo el mundo para Cristo. El Pastor después de observarlo y escucharlo por un momento le dijo: “No te preocupes mi hijo, muy pronto se te va pasar”. Parece chistoso, pero realmente es triste. Los pastores que pasaron por la misma experiencia quizás no le digan eso al joven, pero estoy seguro que muchos lo habrán pensado. Como pastor, ¿qué podemos hacer cuando un joven viene de un congreso y se presenta así a nosotros? ¿Cuáles son las razones por la que un joven prontamente pierde el entusiasmo? ¿Cómo el pastor puede ayudar a estos jóvenes? ¿Por qué no estamos preparados para aprovechar este tipo de jóvenes? A continuación vamos a tratar de responder estas preguntas tratando de comprender la realidad del joven y la realidad nuestra como pastores.
La realidad del joven.
Durante la juventud se producen grandes cambios como en ninguna otra etapa. En la entrada a la juventud aparecen los cambios físicos y biológicos que afectan la esfera afectiva, mental, espiritual y social. En lo social, el joven también comienza a ir a la secundaria y luego a la universidad, cambiando de amigos, ambiente y cultura.
En el aspecto afectivo, de tener un fuerte apego a los padres y la familia, empieza a experimentar otros lazos sentimentales que lo llevarán al noviazgo y luego a la formación de una nueva familia. También comienzan cambios en lo económico, dejando de depender exclusivamente de sus padres, comienzan a trabajar y manejar su propio dinero. Entonces comienza a proyectarse económicamente hacia el futuro, pensando en una futura profesión.
• Es una etapa llena de idealismo. Este idealismo lo lleva a ser exigente, crítico, inconformista, extremo, ansioso. Además, un profundo compromiso hacia sus valores y convicciones.
• Es un tiempo de decisiones. En esta edad los jóvenes deciden su futuro, profesión, matrimonio, domicilio, etc. La mayoría de los fumadores y tomadores de alcohol, iniciaron estos hábitos durante la juventud.
• Es una etapa de desarrollo. El desarrollo no es solo físico, sino también de carácter y de fe. Es una etapa de crecimiento, y el joven quiere crecer. Es por eso que desea tomar grandes desafíos y hacer grandes cosas. El joven quiere ser ya adulto.
La realidad del pastor.
Esta inmadurez del joven, choca con la realidad del pastor y su tarea pastoral que es mucho más compleja de lo que el joven puede imaginarse. Su tarea no es solo predicar los domingos, como el joven quizás piense. El pastor lleva sobre sus hombros la responsabilidad del crecimiento de la iglesia, tanto espiritual como numérica. Es el líder que debe coordinar los distintos ministerios y departamentos. Debe atender necesidades emocionales y espirituales que muchas veces lo realiza en el anonimato.
El joven no sabe que el pastor trabaja con voluntarios. Cada cosa que se quiera hacer en la iglesia, debe hacerse con gente voluntaria, y si por el camino hay voluntarios que desertan, el pastor debe hacer de “parche” para que no se “desinfle” el proyecto iniciado. Esta es la razón por la que muchos pastores no tienen la iniciativa de comenzar nuevos proyectos, porque eso requiere gente. El espera que las iniciativas salgan de la misma iglesia.
Debemos conocer al joven para ganarlo.
Este joven quizás no tenía una asistencia muy frecuente en la iglesia, fue a un campamento de evangelismo y misiones. Allí escuchó de la realidad del mundo, de la necesidad de evangelizar, y de que Dios podría usarle. El regresó con gran entusiasmo y duras críticas a la iglesia. El volvió diciendo: “aquí no se hace nada”, “nunca se evangeliza”, etc. Aquí se espera la prudencia y la comprensión del líder quien debe tratar de ganar a este joven. Y para ganarlo debe conocer su desarrollo afectivo, mental, espiritual y social, pero también debe conocerse a sí mismo. En la próxima edición de LA FUENTE estaremos publicando la segunda parte de este artículo.
Después de haber participado de un campamento misionero, un joven fue a su pastor y con mucho entusiasmo le contó de su experiencia, y de un supuesto llamado para ser misionero.
Con su entusiasmo parecía estar dispuesto a ganar todo el mundo para Cristo. El Pastor después de observarlo y escucharlo por un momento le dijo: “No te preocupes mi hijo, muy pronto se te va pasar”. Parece chistoso, pero realmente es triste. Los pastores que pasaron por la misma experiencia quizás no le digan eso al joven, pero estoy seguro que muchos lo habrán pensado. Como pastor, ¿qué podemos hacer cuando un joven viene de un congreso y se presenta así a nosotros? ¿Cuáles son las razones por la que un joven prontamente pierde el entusiasmo? ¿Cómo el pastor puede ayudar a estos jóvenes? ¿Por qué no estamos preparados para aprovechar este tipo de jóvenes? A continuación vamos a tratar de responder estas preguntas tratando de comprender la realidad del joven y la realidad nuestra como pastores.
La realidad del joven.
Durante la juventud se producen grandes cambios como en ninguna otra etapa. En la entrada a la juventud aparecen los cambios físicos y biológicos que afectan la esfera afectiva, mental, espiritual y social. En lo social, el joven también comienza a ir a la secundaria y luego a la universidad, cambiando de amigos, ambiente y cultura.
En el aspecto afectivo, de tener un fuerte apego a los padres y la familia, empieza a experimentar otros lazos sentimentales que lo llevarán al noviazgo y luego a la formación de una nueva familia. También comienzan cambios en lo económico, dejando de depender exclusivamente de sus padres, comienzan a trabajar y manejar su propio dinero. Entonces comienza a proyectarse económicamente hacia el futuro, pensando en una futura profesión.
• Es una etapa llena de idealismo. Este idealismo lo lleva a ser exigente, crítico, inconformista, extremo, ansioso. Además, un profundo compromiso hacia sus valores y convicciones.
• Es un tiempo de decisiones. En esta edad los jóvenes deciden su futuro, profesión, matrimonio, domicilio, etc. La mayoría de los fumadores y tomadores de alcohol, iniciaron estos hábitos durante la juventud.
• Es una etapa de desarrollo. El desarrollo no es solo físico, sino también de carácter y de fe. Es una etapa de crecimiento, y el joven quiere crecer. Es por eso que desea tomar grandes desafíos y hacer grandes cosas. El joven quiere ser ya adulto.
La realidad del pastor.
Esta inmadurez del joven, choca con la realidad del pastor y su tarea pastoral que es mucho más compleja de lo que el joven puede imaginarse. Su tarea no es solo predicar los domingos, como el joven quizás piense. El pastor lleva sobre sus hombros la responsabilidad del crecimiento de la iglesia, tanto espiritual como numérica. Es el líder que debe coordinar los distintos ministerios y departamentos. Debe atender necesidades emocionales y espirituales que muchas veces lo realiza en el anonimato.
El joven no sabe que el pastor trabaja con voluntarios. Cada cosa que se quiera hacer en la iglesia, debe hacerse con gente voluntaria, y si por el camino hay voluntarios que desertan, el pastor debe hacer de “parche” para que no se “desinfle” el proyecto iniciado. Esta es la razón por la que muchos pastores no tienen la iniciativa de comenzar nuevos proyectos, porque eso requiere gente. El espera que las iniciativas salgan de la misma iglesia.
Debemos conocer al joven para ganarlo.
Este joven quizás no tenía una asistencia muy frecuente en la iglesia, fue a un campamento de evangelismo y misiones. Allí escuchó de la realidad del mundo, de la necesidad de evangelizar, y de que Dios podría usarle. El regresó con gran entusiasmo y duras críticas a la iglesia. El volvió diciendo: “aquí no se hace nada”, “nunca se evangeliza”, etc. Aquí se espera la prudencia y la comprensión del líder quien debe tratar de ganar a este joven. Y para ganarlo debe conocer su desarrollo afectivo, mental, espiritual y social, pero también debe conocerse a sí mismo. En la próxima edición de LA FUENTE estaremos publicando la segunda parte de este artículo.