Serie: Capellanía Empresarial – parte 2/2 Por Paul Amstutz, www.capellania.org.py Si te interesa la idea de implementar la capellanía emp...
Serie: Capellanía Empresarial – parte 2/2
Por Paul Amstutz, www.capellania.org.py
Si te interesa la idea de implementar la capellanía empresarial en tu comunidad o radio de influencia, te invito primero a hacerte algunas preguntas básicas al considerar el mundo de trabajo como un posible campo de acción misionera:
1. Mi actitud hacia el “mundo empresarial”: ¿Es el mundo del trabajo realmente algo bendecido por Dios, o es solo un “mal necesario” para dar sostén de la población? ¿Considero el mundo productivo/comercial/industrial como el mundo al cual Dios tanto amó (Jn. 3.16) o el mundo que está en enemistad con Dios (Stgo. 4.4)?
2. Mi actitud hacia empleados de empresas: ¿Doy gracias a Dios por la provisión que Él da a mis hermanos/as a través de los puestos de trabajo creados por estas empresas? ¿Puedo afirmar que su actividad de lunes a sábado es la voluntad de Dios para sus vidas como cristianos? ¿Veo el trabajo de ellos como bendición (desarrollo de su potencial dado por Dios) o maldición (con el sudor de su rostro comerás el pan -- Gen. 3.19)?
3. Mi actitud hacia el “empresario cristiano”: ¿Albergo sospechas en mi corazón que ellos se enriquecen por medio de negociaciones turbias y procedimientos éticamente cuestionables? ¿Les acepto como miembros plenos y honrados de la iglesia, o les tolero porque aportan al presupuesto de la iglesia?
Hermano/a consiervo/a, te exhorto a examinarte seriamente referente a estas preguntas, porque ellas revelarán la actitud que emanará de ti al cruzar el umbral del lugar de trabajo, la cual determinará tu aceptación o rechazo por las personas que allí trabajan. En otras palabras, si pones la cobranza de impuestos y el publicano en una misma bolsa, o miras la prostitución y la prostituta (o la agricultura y el productor) con los mismos ojos, no estás preparado para ministrar a las personas a la manera de Dios.
Solo con una actitud de amor, respeto y aceptación incondicional hacia los seres humanos que forman parte del “mundo laboral”, estarás posicionado/a para entablar relaciones saludables con ellos. Al contactar a personas en una empresa, esta actitud se manifiesta de las siguientes maneras, entre otras:
1. El saludo con dignidad y respeto, creyendo que cada uno de ellos es hecho a imagen de Dios, y que quiere hacer su trabajo y conducirse de la mejor forma posible.
2. Consideración por el horario de trabajo y el ritmo de las labores, de manera a dar preferencia a aquellas tareas por las cuales han sido empleados.
3. Un oído presto para escuchar sus anécdotas e historias sobre el trabajo -- los rigores y las alegrías, las frustraciones y los logros, -- tratando de ver el amor de Dios en acción, pero sin ignorar las artimañas del adversario.
4. Un “pico cerrado” para guardar las cosas personales e íntimas que te contaron.
5. Comprensión por el deseo de progresar y mejorar su estándar de vida, y el temor-- no expresado, pero siempre presente -- de perder su empleo.
A Dios le interesa de sobremanera las personas que pasan el 70% o más de sus horas despiertas dedicados al trabajo, y sus familias, y quiere usar a ti y a mi, y los trabajadores creyentes para que “sean salvos y lleguen a conocimiento de la verdad.” (1. Tim. 2.4) ¿Estás dispuesto a ser usado por Dios para este fin?
Por más información, favor llamar al tel. (595) 21 - 293-955, visítanos en www.capellania.org.py o bien o escribanos a: [email protected]
Por Paul Amstutz, www.capellania.org.py
Si te interesa la idea de implementar la capellanía empresarial en tu comunidad o radio de influencia, te invito primero a hacerte algunas preguntas básicas al considerar el mundo de trabajo como un posible campo de acción misionera:
1. Mi actitud hacia el “mundo empresarial”: ¿Es el mundo del trabajo realmente algo bendecido por Dios, o es solo un “mal necesario” para dar sostén de la población? ¿Considero el mundo productivo/comercial/industrial como el mundo al cual Dios tanto amó (Jn. 3.16) o el mundo que está en enemistad con Dios (Stgo. 4.4)?
2. Mi actitud hacia empleados de empresas: ¿Doy gracias a Dios por la provisión que Él da a mis hermanos/as a través de los puestos de trabajo creados por estas empresas? ¿Puedo afirmar que su actividad de lunes a sábado es la voluntad de Dios para sus vidas como cristianos? ¿Veo el trabajo de ellos como bendición (desarrollo de su potencial dado por Dios) o maldición (con el sudor de su rostro comerás el pan -- Gen. 3.19)?
3. Mi actitud hacia el “empresario cristiano”: ¿Albergo sospechas en mi corazón que ellos se enriquecen por medio de negociaciones turbias y procedimientos éticamente cuestionables? ¿Les acepto como miembros plenos y honrados de la iglesia, o les tolero porque aportan al presupuesto de la iglesia?
Hermano/a consiervo/a, te exhorto a examinarte seriamente referente a estas preguntas, porque ellas revelarán la actitud que emanará de ti al cruzar el umbral del lugar de trabajo, la cual determinará tu aceptación o rechazo por las personas que allí trabajan. En otras palabras, si pones la cobranza de impuestos y el publicano en una misma bolsa, o miras la prostitución y la prostituta (o la agricultura y el productor) con los mismos ojos, no estás preparado para ministrar a las personas a la manera de Dios.
Solo con una actitud de amor, respeto y aceptación incondicional hacia los seres humanos que forman parte del “mundo laboral”, estarás posicionado/a para entablar relaciones saludables con ellos. Al contactar a personas en una empresa, esta actitud se manifiesta de las siguientes maneras, entre otras:
1. El saludo con dignidad y respeto, creyendo que cada uno de ellos es hecho a imagen de Dios, y que quiere hacer su trabajo y conducirse de la mejor forma posible.
2. Consideración por el horario de trabajo y el ritmo de las labores, de manera a dar preferencia a aquellas tareas por las cuales han sido empleados.
3. Un oído presto para escuchar sus anécdotas e historias sobre el trabajo -- los rigores y las alegrías, las frustraciones y los logros, -- tratando de ver el amor de Dios en acción, pero sin ignorar las artimañas del adversario.
4. Un “pico cerrado” para guardar las cosas personales e íntimas que te contaron.
5. Comprensión por el deseo de progresar y mejorar su estándar de vida, y el temor-- no expresado, pero siempre presente -- de perder su empleo.
A Dios le interesa de sobremanera las personas que pasan el 70% o más de sus horas despiertas dedicados al trabajo, y sus familias, y quiere usar a ti y a mi, y los trabajadores creyentes para que “sean salvos y lleguen a conocimiento de la verdad.” (1. Tim. 2.4) ¿Estás dispuesto a ser usado por Dios para este fin?
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