¿Se puede orar en el lugar de trabajo? Durante mucho tiempo el cristianismo se vivió de manera privada. Existía una clara división entre lo secular y
EL TRABAJO COMO UN LUGAR PROPICIO PARA COMPARTIR LA FE
Durante mucho tiempo el cristianismo se vivió de manera privada. Existía una clara división entre
lo secular y lo espiritual: la fe se reservaba para la iglesia los domingos y, en algunos casos, para los estudios bíblicos o
reuniones en casas durante la semana.
En los ámbitos laborales, universitarios
o sociales, era difícil identificar qué tipo
de fe profesaba una persona. Por supuesto, su forma de enfrentar la vida,
resolver los problemas, su vocabulario y
la manera de evitar ciertos eventos o
comentarios evidenciaban que el cristiano era diferente del resto.
Con el tiempo, esto comenzó a
cambiar. Muchos creyentes sintieron la
necesidad de compartir su fe intencionalmente, inspirados por el mandato de Mateo 28:19: «Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones» (RVR60),
o como se traduce literalmente: «yendo, hagan discípulos». Así surgieron
movimientos dentro de las actividades
cotidianas, donde se compartía el evangelio.
En las empresas, algunos cristianos
aprovecharon las dificultades que atravesaban sus compañeros de trabajo
para ofrecer oración y consejo. Al principio hubo rechazo, pero cuando las situaciones se volvían insostenibles, muchos se acercaban a buscar ayuda espiritual. Con el tiempo, en algunos lugares
se comenzaron a organizar espacios durante el almuerzo o en los recesos para
leer la Biblia, realizar estudios, brindar
consejería y orar juntos.
¿Es apropiada una reunión de cristianos en el lugar de trabajo?
Hoy en día existen empresas que inician
el mes con una reunión de gratitud a
Dios, en la cual se recuerda lo logrado el
mes anterior y se presentan los objetivos del nuevo. En estos encuentros suele haber cantos de alabanza, oraciones y
una breve predicación. En otros casos,
colaboradores que comparten la misma
fe se reúnen una vez por semana para
orar por las distintas situaciones de la
empresa, además de compartir lo
aprendido en la iglesia el fin de semana,
lo que resulta edificante para todos.
Siempre que se respeten el lugar de
trabajo, los horarios y las responsabilidades asignadas, no hay razón para que
los cristianos no puedan reunirse, siempre y cuando las políticas internas y los
dueños de la empresa lo permitan.
Aunque en algunos ambientes esto no
es fácil, debido a la oposición de ciertos
gerentes o compañeros, en nuestro país
se ha logrado un avance significativo en
cuanto a la proclamación de la Palabra,
la oración y el estudio bíblico en los espacios laborales.
¿Es el lugar de trabajo un lugar espiritual?
Algunas personas consideran que existen lugares «seculares» donde lo espiritual no tiene cabida. Sin embargo, la Biblia enseña que todo fue creado por
Dios. Por lo tanto, podemos afirmar que
el lugar de trabajo también es un espacio espiritual.
El ser humano no puede fragmentarse: no llevamos solo el cuerpo y dejamos el espíritu en casa. Además, la Biblia habla de la omnipresencia de Dios.
El salmista dice en el Salmo 139:7-10:
«¿Adónde me iré de tu Espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia? Si subo a los cielos, allí estás tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú. Si tomo las alas del alba y habito en lo más remoto del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra» (LBLA).
Asimismo, Jesús afirmó que donde
dos o tres se reúnen en su nombre, Él
está presente en medio de ellos. Por lo
tanto, el lugar de trabajo también puede ser un lugar espiritual, donde las personas usan sus dones, talentos y sabiduría no solo para contribuir a los objetivos de la empresa, sino también para
proveer sustento a sus hogares.
La mayoría de las personas pasa
gran parte del día en su lugar de trabajo,
donde surgen relaciones que trascienden lo laboral y se convierten en amistad y compañerismo. Ese ambiente es
propicio para compartir la fe con quienes aún no conocen a Jesús. Como señala un especialista:
«Las investigaciones sugieren que alentar la espiritualidad en el trabajo puede beneficiar aspectos tales como la creatividad, la honestidad, la confianza, el compromiso y la realización personal, todo lo cual conduce, en última instancia, a un mejor desempeño organizacional» (Edelberg, 2006, p. 136).[1]
¿Se puede evangelizar en el lugar de trabajo?
En 1999 fui invitado a trabajar en una
empresa. La persona que me recomendó me advirtió que la dueña era evangélica y que, antes de comenzar las reuniones de trabajo, compartía una porción
de la Biblia y oraba. Fue en esa empresa
donde entregué mi vida a Jesús, gracias
a que la dueña compartía su fe y nos desafiaba a recibir a Cristo como Señor y
Salvador.
Hoy en día existen numerosas empresas donde se predica la Palabra de
Dios. En nuestro país, más de 120 empresas con alrededor de 312 sucursales
comparten semanalmente un devocional a cargo de un capellán. En algunos
casos, cuando el capellán no puede asistir, un colaborador se encarga de la reflexión bíblica. En muchas sucursales,
antes de iniciar la jornada laboral, se
comparte un versículo y una oración.
De este trabajo han surgido iglesias,
se han restaurado familias, se han celebrado bodas y bautismos, y actualmente existen unos 94 grupos de encuentro
familiar en casas de colaboradores,
donde se estudia la Biblia, se ora y se invita a los vecinos a participar.[2]
Como cristianos nacidos de nuevo
tenemos la tarea de predicar el evangelio, sembrar la Palabra y permitir que el
Espíritu Santo haga su obra de convencer a las personas de pecado, justicia y
juicio. Aquellos que el Señor ha elegido
escucharán el mensaje, abrirán su corazón y recibirán a Jesús como Señor y Salvador.
[1] Guillermo S. Edelberg. «La espiritualidad y la religión
en el trabajo». Revista EAE (58, Sep./Dic. 2006), p. 136.
Informe anual sobre trabajos en empresas de la
Capellanía Empresarial. Asunción, Paraguay: Capellanía
Empresarial.
[2] Capellanía Empresarial. Informe anual sobre trabajos en
empresas de la Capellanía Empresarial. Asunción,
Paraguay: Capellanía Empresarial, 2025.
Por Carlos Jorge Delgado (carlosjdelg81@gmail.com)
Magíster en Consejería Pastoral y Liderazgo (tesis en proceso), licenciado en Teología. Pastor de la Iglesia Asambleas de
Dios Maranata Ebenezer. Supervisor mentor de la Capellanía Empresarial. Casado con Rossana María Vera de Delgado, con quien tiene tres hijos, dos nietas y un nieto.