¿Cómo podemos tratar temas delicados —teológicos, sociales o políticos— desde el púlpito y no dejar a la iglesia herida, dividida, o dañada?
LA PREDICACIÓN Y LOS TEMAS DIFÍCILES DE DOCTRINA Y PRÁCTICA
Cada domingo, nos reunimos como cristianos para escuchar la Palabra de Dios. Nosotros, como pastores,
predicadores y maestros en la iglesia, tenemos un gran deber de abrir y presentar la Biblia (la Palabra) para que la gente pueda escuchar la Palabra (lo que Dios tiene para ellos). ¿Cómo podemos tratar temas delicados —teológicos, sociales o políticos— desde el púlpito y no dejar a la iglesia herida, dividida, o dañada?
LA PREDICACIÓN, ¿QUÉ ES?
Encontramos la predicación en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Los profetas, los jueces, los discípulos, Jesucristo... todos predicaron de alguna manera. Cuando examinamos la predicación del Nuevo Testamento (de donde tomamo nuestro patrón), encontramos que el propósito de la predicación puede reducirse a dos elementos básicos: hacer discípulos y continuar en el discipulado.
En cuanto a hacer discípulos, la predicación tiene la función de invitar a las personas a una relación salvadora con Jesucristo. En cuanto al discipulado, la predicación sirve para educar, guiar, animar y entusiasmar a los creyentes.
La predicación puede enfocarse en uno o ambos de estos elementos, pero la predicación no está diseñada para impulsar profundas disputas teológicas, asuntos personales o agendas políticas. La hora que dedicamos al sermón es demasiado valiosa e importante para que la gente pierda el tiempo con estos temas.
Sobre todo, proclamamos las Buenas Nuevas del amor de Dios revelado en la vida, las enseñanzas y la persona de Jesús. Dios nos ama tanto que nos envió a su Hijo Jesucristo para enseñarnos y mostrarnos cómo murió por nosotros para que pudiéramos obtener el perdón de nuestros pecados y vivir una vida de amor (ágape), alegría y paz confiando en la bondad de Dios. Por lo tanto, todo sermón debería al menos comenzar o terminar con Jesús. Un sermón sin Jesucristo no es más que una hueca lectura religiosa.
CONGREGACIONES DIVERSAS
En sus viajes misioneros, Pablo se encontró con personas de diferentes países, lenguas culturas y religiones. Hoy en día, también, «la iglesia es una gran tienda», es decir, hay muchas personas diferentes congregándose en el templo los domingos con el deseo de escuchar la Palabra de Dios. Quizás en muchas congregaciones encontremos personas con raíces independientes, bautistas, pentecostales, católicas, luteranas, presbiterianas e incluso personas sin experiencia previa en ninguna iglesia.
He encontrado esta situación en los Estados Unidos (Texas, Georgia), el Caribe, Venezuela, México, Guatemala, Costa Rica y Belice. Me imagino que no importa la ciudad, el estado, el país o la región geográfica, donde quiera que vayamos, nos enfrentaremos a personas con diferencias. ¿Cómo predicaremos con eficacia y sabiduría en estos entornos?
LA ZONA GRIS
En nuestras Biblias encontramos versículos y pasajes que nos dicen claramente lo que debemos hacer y creer (prescripciones) y lo que no debemos hacer ni creer (prohibiciones). No hay duda de que debemos orar, dar, amar a nuestros enemigos y creer en la bondad de Dios. No debemos matar, emborracharnos, ignorar a las personas en necesidad y no debemos creer que estamos perdidos sin esperanza. Estas cosas están claras.
Pero, la realidad es que vivimos diariamente en la gran «zona gris», un área donde no hay prescripciones o prohibiciones claras... especialmente en nuestras vidas religiosas, eclesiásticas.
¿Premilenial o postmilenial? ¿Calvinista o arminiano? ¿Debemos orar sentados, de pie o postrados? ¿Debemos bautizar por inmersión, aspersión o efusión? En la Cena del Señor, la Comunión, ¿debemos usar pan o galletas, copa común o copas individuales? ¿Podemos usar piano, guitarra y batería o solo lira, flauta y otros instrumentos musicales mencionados en la Biblia? Se pueden identificar muchas más cuestiones que simplemente no están definidas en la Biblia. La pregunta es: ¿Cómo tratamos las cuestiones de la zona gris en nuestra predicación?
«DIFERENTE» NO SIGNIFICA EQUIVOCADO
Demos gracias al Señor que nos dio su Palabra y gracia para guiarnos al lidiar con los asuntos de la zona gris: asuntos del milenio, cosmovisiones, formas de bautizar o de comulgar. Pablo en su Carta a los Efesios escribe estas palabras importantes:
... Les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos. (Ef. 4:1-6)
Primero, «siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor». Con otros... otros cristianos, no solamente aquellos de nuestra congregación o de nuestra denominación. Siguiente, «esfuércense por mantener la unidad... la paz». Muy claro y sencillo. Y después, «un solo» y «una sola»... No dice exactamente cómo entenderlo ni cómo hacerlo. Pero el mensaje es claro: hemos de buscar unión en vez de división.
También, nuestro Señor Jesucristo nos enseña:
—Maestro —dijo Juan—, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre y se lo impedimos, porque no es de los nuestros. —No se lo impidan —respondió Jesús—. Nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor de nosotros. (Mr. 9:38-40)
Los cristianos que tienen otra práctica u otra perspectiva sobre cuestiones de la zona gris no son nuestros enemigos. Si bien presentamos y fomentamos la aceptación de prácticas y teologías básicas, no podemos ni debemos perder nuestro tiempo precioso en el púlpito atacando o denigrando a nuestros hermanos en Cristo.
Debemos, con nuestras acciones y enseñanzas, hacer lo posible por llevar a las personas a Dios por medio de Cristo Jesús y discipular a los creyentes a que sepan vivir la vida del amor de Dios en sus hogares y lugares de trabajo. Cuando alineamos el mensaje del amor de Dios con una predicación que es entregada con amor cristiano, tendremos un ministerio de integridad... y veremos los frutos de un trabajo «bien hecho».
POR JON A. HERRIN
El Rvdo. Dr. Jon A. Herrin es pastor, teólogo y autor. Después de servir por siete años en Venezuela y México con su esposa, Jeanne, Jon ahora sirve como pastor en los Estados Unidos en la frontera de Texas con México. Sus publicaciones incluyen tres libros (el más reciente, Genesis para hoy, 2023) y varios artículos. Él y su esposa tienen tres hijos grandes y cuatro nietos. Sus intereses incluyen la teología práctica, el senderismo y el café expreso.