Sabemos que cada niño es único y atraviesa diferentes etapas de desarrollo a medida que crecen. Por eso, es clave que nos introduzcamos en sus mundos,
ORIENTACIONES PEDAGÓGICAS PARA MAESTROS DE NIÑOS DE 0 A 3 AÑOS
El salmista declara: «Tú me hiciste en el vientre de mi madre» (Sal. 139:13 RV60). Partiendo desde este versículo, donde apreciamos que cada niño creado por Dios tiene un propósito muy especial, como maestros de escuela dominical tenemos la posibilidad de ir acompañándolos en cada etapa de su desarrollo.
En esta serie de artículos, estaremos hablando de algo que, particularmente, me parece fundamental para los que somos maestros: entender a nuestros pequeños alumnos. Sabemos que cada niño es único y atraviesa diferentes etapas de desarrollo a medida que crecen. Por eso, es clave que nos introduzcamos en sus mundos, comprendamos sus necesidades y, en consecuencia, adaptemos de la mejor manera posible nuestras enseñanzas para ellos.
UN DESAFÍO MUY ACTUAL
Hoy en día, más que nunca, en nuestras iglesias nos enfrentamos al desafío de trabajar con niños desde muy temprana edad. ¿Cuántas veces hemos escuchado hablar de la «clase cuna»? Es genial que reconozcamos la importancia de este espacio, pero, ¿estamos realmente preparados para afrontar lo que implica?
No se trata solo de ser una ‘guardería’ donde dejar a los pequeños mientras sus padres atienden el sermón. Es mucho más que eso. Es una oportunidad invaluable para sembrar semillas de fe en sus corazones desde sus primeros años de vida.
Por eso, es fundamental que como maestros y maestras estemos equipados con el conocimiento y las habilidades necesarias para una tarea eficaz. Como hemos dicho, no se trata solo de cambiar pañales o entretener a los niños, sino de ser guías en su camino con el Señor desde el principio.
Si podemos entender las diferentes etapas de desarrollo de los niños, esto nos permitirá adaptar nuestras enseñanzas para cada edad de manera efectiva. Como bien sabemos, desde los más pequeñitos hasta los más grandecitos, cada uno tiene sus propias necesidades y formas de aprender.
Así que, ¡manos a la obra! Vamos a sumergirnos en el fascinante mundo de nuestros pequeños alumnos y, con la ayuda de Dios, a prepararnos para ser los mejores guías en su camino de fe. Juntos, podemos marcar una diferencia que perdurará toda la vida. Dicho esto, nos adentramos a comprender cuáles son las características del desarrollo cognitivo, social y emocional de la primera infancia, atendiendo a que cada niño tiene su propio ritmo de proceso.
En el recorrido de esta primera parte, compartiremos cómo podemos abordar el desarrollo de una clase, desde el rol de maestros de escuela dominical con niños en edad de primera infancia, momento de descubrimiento y aprendizaje constante. Conociendo cuáles son las fases de un desarrollo integral en esta etapa, podremos adaptar las actividades a las capacidades que tengan que desarrollar en cada momento y preparar al niño para recibir la Palabra de Dios.
PRIMEROS MESES DE VIDA HASTA EL PRIMER AÑO
Este momento corresponde al descubrimiento de su entorno. El niño pasará de la figura materna como eje central a ir abriéndose paso al mundo que lo rodea, poco a poco irá tomando conciencia de su propio cuerpo y la capacidad de explorar a través del uso de sus manos. Además, en esta etapa, los sentidos tienen un rol protagónico dentro del desarrollo. A través de los mismos, el niño se entretiene y aprende del contexto que le rodea mediante el uso de la visión, audición, tacto, gusto y olfato. Es muy frecuente que todo lo que agarre quiera llevárselo a la boca. También percibirá diferentes texturas y formas.
En el trascurrir de esta etapa, lo más habitual es la manipulación de objetos sencillos y llamativos, así como escuchar sonidos distintos. En esta etapa, se pueden utilizar juguetes de gran tamaño, con diferentes texturas, sonidos, colores para que el niño empiece a descubrir su entorno. A la par que el niño va evolucionando también lo hace su desarrollo motor, de este modo descubren sus propias posibilidades.
En lo que refiere al desarrollo del lenguaje, durante esta etapa, la forma en la que el niño tiene para comunicar sus necesidades y emociones, es a través del llanto y balbuceo; posteriormente pasan a expresar algunas vocales hasta llegar a pronunciar sus primeras palabras.
DESDE LOS 1 HASTA LOS 3 AÑOS
A partir del primer año, los niños inician con la experimentación. Empiezan a explorar su entorno de manera más activa. Algunas actividades que se pueden proponer dentro de la clase, son los juegos para explorar y descubrir, inspirados en las historias bíblicas.
En esta etapa, el niño comienza a imitar conductas, disfruta descubrir las causas de diferentes acontecimientos, empieza a manejar estructuras para ordenarlas y a entender el entorno de una manera más lógica, así van adquiriendo el concepto de espacio, objeto, tiempo y causalidad. Una propuesta mediante el juego, como ejemplo, en la que podemos desarrollar la historia de la creación, mediante imágenes y objetos concretos o manipulativos y músicas (alabanzas). Es así como el juego se convierte en una de las principales herramientas de aprendizaje.
De los 2 a 3 años el desarrollo del lenguaje toma protagonismo, donde va avanzando mediante imitación, preguntas, cuentos. También el niño va adquiriendo habilidades para el juego compartido/colaborativo, la imaginación y creatividad. Este es el momento ideal donde podemos incluir propuestas de actividades artísticas. En lo que refiere al desarrollo motor, se consolidan aspectos como correr, bailar, saltar.
Como podemos observar, el aspecto en común que tiene esta etapa, es la del descubrimiento y el juego como elementos importantes para el aprendizaje de los niños. Y es que, en la primera infancia, jugar es algo muy natural tanto dentro como fuera de la clase.
De este modo, los niños empiezan a entender el contexto en el que se desenvuelven y dan los primeros pasos en el aprendizaje. Como maestro de escuela dominical, puedes aprovechar las oportunidades que ofrecen los juegos direccionados o con objetivos específicos que quieren ser enseñados, para seguir entrenando las habilidades personales de cada niño e introducir algunos conocimientos bíblicos, de tal manera que puedan ir comprendiendo y desarrollando una vida en Cristo y su Palabra.
POR ALEJANDRA PRADO
Alejandra es de Paraguay, es licenciada en Psicopedagogía, posee un posgrado en Aprendizaje y Neurocognición y una maestría en Neuropsicología (en proceso de tesis). Actualmente se desempeña como psicopedagoga en el colegio Santa Elena además de trabajar en su consultorio particular.