«Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad» (2 T...
«Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad» (2 Ti 2.15).
Uno de los problemas de todo maestro es mantener orden y disciplina en su clase. Prepararse y dar la lección como si Jesús estuviera en el aula puede ser un ejercicio útil. Con Jesús como alumno no quisiéramos avergonzarnos.
Si Jesús fuera uno de los alumnos, nos prepararíamos con excelencia. Estar preparado es vital para mantener orden en la clase. Un maestro preparado tendrá pocos problemas de disciplina. Cuando está preparado no titubea; tiene confianza. Esa confianza contagia a los alumnos.
Cuando el maestro titubea, porque no está preparado, los alumnos se distraen. Así, se arma desorden.
Una nave que ha tirado el ancla está firme en la más ruda tormenta. Jesús es el ancla de nuestra alma. Cuando los alum- nos ven la firmeza de fe de su maestro tendrán deseos de tener esa misma seguridad; querrán imitar lo que ven. La reverencia y fidelidad del maestro les enseñará a ser disciplinados.
Con la ayuda de Dios, procura ser un maestro aprobado, que no se avergüenza, que tiene orden en su clase.
Escrito por Kerstin Anderas-Lundquist
Conocida por niños y maestros de niños como la Tía Margarita, Kerstin nació en un hogar cristiano y sus padres fueron misioneros en Chile y Perú. Ella misma se inició como misionera a los dieciocho años de edad y trabajó por muchos años en Perú y Bolivia. En 1988 se trasladó con su familia a los Estados Unidos para trabajar con Editorial Vida en la producción del material Vida Nueva. Desde que falleció su esposo y pasó por una dura experiencia de cáncer, se dedica a publicar historias para niños y material de enseñanza para maestros.
Sitio web: http://hermanamargarita.com
Contacto: kelund@kelund.com
Uno de los problemas de todo maestro es mantener orden y disciplina en su clase. Prepararse y dar la lección como si Jesús estuviera en el aula puede ser un ejercicio útil. Con Jesús como alumno no quisiéramos avergonzarnos.
Si Jesús fuera uno de los alumnos, nos prepararíamos con excelencia. Estar preparado es vital para mantener orden en la clase. Un maestro preparado tendrá pocos problemas de disciplina. Cuando está preparado no titubea; tiene confianza. Esa confianza contagia a los alumnos.
Cuando el maestro titubea, porque no está preparado, los alumnos se distraen. Así, se arma desorden.
Sé un maestro preparado
Prepárate en oración y estudio. La mejor preparación se hace en la presencia de Dios. En oración y estudio de la Palabra crecemos en la gracia y el conocimiento de nuestro Salvador Jesucristo (véase 2 P 3:18). Podemos hablar con Dios acerca de nuestros alumnos y sus necesidades, y pedirle que dirija nuestra enseñanza. Es bueno tener un material de enseñanza que seguir, pero debemos adaptarlo a las circunstancias de nuestros alumnos. Nada es mejor que estar en la presencia de Dios y pedir su ayuda y dirección. Así, vamos preparados a dar la lección.Sé un maestro saturado
Satúrate de conocimiento de tu libro de texto, la Biblia. Cada día alimenta tu alma con la bendita Palabra de Dios. La Biblia es el alimento espiritual. Enseña con la Biblia en la mano. Repite una y otra vez: «La Biblia dice». Usa en casa tu manual de enseñanza, como auxilio para el estudio; haz un bosquejo y ponlo en tu Biblia. No leas la lección del manual, a no ser que a última hora tengas que reemplazar a alguien.Sé un maestro anclado
Ancla tu vida y tu enseñanza en la fuente de todo conocimiento. Jesús es nuestra fuente; Él es la roca. «Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos» (Hechos 17:28).Una nave que ha tirado el ancla está firme en la más ruda tormenta. Jesús es el ancla de nuestra alma. Cuando los alum- nos ven la firmeza de fe de su maestro tendrán deseos de tener esa misma seguridad; querrán imitar lo que ven. La reverencia y fidelidad del maestro les enseñará a ser disciplinados.
Sé un maestro considerado
Un maestro comprensivo y amable gana la confianza de sus alumnos. Un alumno que siente el amor y aprecio de su maestro no tendrá motivo de comportarse mal; más bien, querrá complacerlo. Se dice que «la orientación paciente y amable es mejor que la corrección impaciente». Los alumnos pueden olvidar lo que el maestro dice; pero rara vez olvidarán lo que él es. Con amabilidad el maestro gana el respeto de sus alumnos, y si lo respetan, no harán desorden.Con la ayuda de Dios, procura ser un maestro aprobado, que no se avergüenza, que tiene orden en su clase.
Escrito por Kerstin Anderas-Lundquist
Conocida por niños y maestros de niños como la Tía Margarita, Kerstin nació en un hogar cristiano y sus padres fueron misioneros en Chile y Perú. Ella misma se inició como misionera a los dieciocho años de edad y trabajó por muchos años en Perú y Bolivia. En 1988 se trasladó con su familia a los Estados Unidos para trabajar con Editorial Vida en la producción del material Vida Nueva. Desde que falleció su esposo y pasó por una dura experiencia de cáncer, se dedica a publicar historias para niños y material de enseñanza para maestros.
Sitio web: http://hermanamargarita.com
Contacto: kelund@kelund.com