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El rol del encargado en el grupo pequeño
Cuando se trabaja en grupos pequeños, la pregunta que siempre se genera, sobre todo en aquel que estará al frente es: “¿Y qué tengo que hacer?” Muchas veces se cree que el encargado se debe convertir en el mini-predicador del grupo. Lo mejor es que la reunión sea un lugar de enseñanza, de entrenamiento, de discipulado, y que sea el lugar donde las personas puedan crecer de manera más uniforme.El grupo pequeño es el lugar ideal para desarrollar procesos de discipulado y crecimiento personal, sabiendo que se está desarrollando seguidores de Jesús. También lo es para colaborar en el desarrollo de los dones y talentos de las personas. En cuanto al encargado, es importante que conozca su verdadero rol dentro del grupo y así poder servir eficazmente a los demás. Veamos algunas consideraciones.
1. Defina un equipo de trabajo
Siempre será importante definir el equipo de trabajo que colaborará en el grupo. No todas las personas tienen las mismas habilidades, pero la mayoría sí tiene deseos de colaborar. Entonces, hay que permitir que las personas colaboren en lo que les guste, según los dones de cada una. Como encargado del grupo, no busque personas que se parezcan a usted, busque más bien personas que tengan habilidades distintas de las suyas, y eso conformará un buen equipo de trabajo.Pregúntese lo que Pablo preguntó a los Corintios (1 Co 12.28-30) y busque en su equipo personas que tienen dones presentes, o que están en desarrollo. Lo que nos lleva al siguiente punto.
2. Conviértase en entrenador, no en “súper servidor”
La mayor tarea que puede tener un encargado de grupo pequeño es la de colaborar en el crecimiento de las personas. Se supone que usted ya ha crecido un poco más que las personas a las que va a servir... por eso lo están poniendo como encargado.Como entrenador, usted tiene un equipo que puede guiar y ayudar a crecer en sus capacidades. No trate usted de hacer todas las cosas, no monopolice todas las acciones en su persona. Siga el consejo de Jetro a Moisés (Éxodo 18.17-23).
Pudiera ser que en su mano esté el próximo evangelista o predicador de nivel mundial. O el mejor ministro de alabanza y adoración, o el mejor maestro de escuela dominical que haya habido, y Dios le esté dando el honor, placer y responsabilidad de formarlo.
3. Sea maestro facilitador del conocimiento, pero nunca deje de ser alumno
La habilidad de enseñar es un don que Dios da (1 Co 12.28; Ef 4.11). Desarróllelo, adquiera técnicas pedagógicas que le ayuden a cumplir mejor su función. Deje que las personas le pregunten, invite a los miembros de su grupo a que lo hagan, y cuando no tenga la respuesta, no le dé pena decir: “No sé, pero voy a investigarlo”.Como maestro, nunca deje de ser alumno, nunca deje de estudiar. Busque su propio “Gamaliel” que se convierta en su tutor y entrenador, de esta manera usted nunca dejará de aprender y crecer.
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Por Oscar Fernández. Oscar es de Costa Rica y es director del Ministerio Internacional Formador de Formadores, enfocado en la capacitación del liderazgo eclesial y equipos pastorales. Es consultor en temas de familia y consejería, así como en gerencia de proyectos. Tiene una maestría en Gerencia de Proyectos. Ha sido pastor y docente universitario.
Mail: oskrfh@gmail.com