Jesús se identifica en el evangelio de Juan como el buen Pastor que da vida en abundancia. Precisamente esta vida abundante es lo opuesto a los sentimientos de inferioridad, en los cuales muchos están enredados. La ausencia de vida en abundancia se manifiesta en una identidad deteriorada. El camino para superar esta fragmentación en la identidad consiste en un proceso, donde sí está al alcance la vida y la madurez que Jesús prometió.
- Primero, el mundo externo Se refiere a toda experiencia vivida hasta el momento. Especialmente tiene que ver con cómo la persona percibe a su entorno. El entorno inmediato funciona como un espejo que influencia la imagen de uno mismo. Las reacciones de las personas que son de importancia para él van formando su imagen, particularmente los miembros de su propia familia. Por ejemplo, un papá con poco tiempo disponible para el hijo puede transmitirle que no él es importante.
- Segundo, el mundo interno Cada niño que nace es diferente de otro. Por otro lado, sabemos de la Palabra de Dios que cada persona nace con una naturaleza que se inclina a hacer lo malo y precisa del perdón de Dios para desarrollar el potencial imaginado por Dios. Como consecuencia de esta naturaleza, los padres pueden cometer errores al educar a sus hijos. Pueden ser egocéntricos y, lo peor, condicionar su amor para sus hijos. En la mayoría de las veces, esta realidad conduce a una persona a pensar en su interior que los otros están bien pero él no.
- Tercero, el enemigo El enemigo es descrito en la Biblia como un mentiroso (Jn 8.44) y como acusador (Ap 12.10). Él utiliza nuestros sentimientos como herramienta para denigrarnos e intimidarnos. Como acusador, implementa todo su potencial buscando debilitar nuestro poder y nuestra identidad obtenida en Cristo. Así también busca cegar nuestros sentidos para que no desarrollemos los dones prometidos por su Espíritu.
- Cuarto, la Palabra de Dios Aquí se trata de que adoptemos en fe aquella identidad que hemos obtenido en el momento que aceptamos a Cristo. En Cristo llegamos a ser hijos legítimos de Dios. El apóstol Pablo esclarece esta verdad con exactitud en Efesios 5.28-29. El matrimonio tiene conflictos en su relación cuando no parte de un sano concepto y valoración de sí mismo, y lo mismo vale para otras relaciones interpersonales.
Sentimientos de inferioridad versus sumisión cristiana
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