¿Alguna vez te has sentido herido o destruido por las palabras crueles que alguien te dijo? Ahora imagínate cómo se han de sentir los hijo...
¿Alguna vez te has sentido herido o destruido por las palabras crueles que alguien te dijo? Ahora imagínate cómo se han de sentir los hijos cuando sus padres, las personas a quienes ellos más desean agradar, les comunican mensajes negativos y humillantes.
Uno de nuestros objetivos como padres debe ser permitirles a nuestros hijos pensar tan alto de si mismos como Dios piensa de ellos. Si llenamos sus vidas con mensajes positivos acerca de su valor para nosotros y para Dios, desarrollarán una autoestima sana y serán adultos responsables e independientes. Pero en muchas casos, la comunicación entre padres e hijos está llena de mensajes de corrección, de sarcasmo, de negación, y de indiferencia.
Las palabras de los padres que rebajan y humillan a sus hijos, impiden al niño que vea el verdadero valor que tiene y entorpece el desarrollo de su autoestima. Este tipo de mensajes dañan, sobre todo, el desarrollo de las habilidades del niño. Algunas de las consecuencias de palabras negativas que los padres comunican a sus hijos son: El niño se siente inexistente en su entorno, siente que todo lo que hace no tiene importancia, siente que no puede solucionar problemas y que no avanzará en la vida. Cuando Usted niega la capacidad de su hijo en cualquier forma, está enviando un mensaje negativo que es contraproducente para el desarrollo de su futuro.
Los mensajes que edifican son aquellos que comunican al niño algo positivo acerca de ellos mismos. Ellos mismos se valoran más y de esa manera se les abre la puerta para el aprendizaje, el crecimiento, la madurez y la independencia. Necesitamos edificar a nuestros hijos cada día. Los comentarios casuales, espontáneos y las declaraciones cara a cara son buenos, pero también los palabras planeadas y bien elegidas son importantes. Obsérvese por unos días y haga una lista con rayitas cada vez que exprese algo negativo o algo positivo, para descubrir hacia qué lado usted se inclina. Existen dos archivos en el corazón de su hijo; el de las humillaciones y rebajas o el archivo de las palabras positivas y edificantes. Pregúntese, ¿cuál de estos dos archivo está más lleno? Veamos dos tipos de mensajes que edifican al niño:
(1) Las palabras de afirmación y los halagos:
Continuamente tenemos que recordarnos a nosotros mismos a transmitir afirmaciones que edifican, como por ejemplo estas: “Mamá y Papá me aman verdaderamente. Piensan que soy una persona encantadora. Mis necesidades son importantes para ellos. Quieren ayudarme a enfrentar los problemas de la vida y resolverlos. Lo que me sucede es muy importante para ellos. Confían en mí para que piense por mí mismo y haga buenas decisiones.”
(2) La corrección del mal con el fin de mejorar:
Los mensajes correctivos tienen que ser dichos en forma positiva. No corregimos a nuestros hijos para hacerlos sentir mal, sino para ayudarlos a descubrir una mejor forma de hacer algo y tener éxito. En las correcciones que hacen los padres es fundamental decirlos en un tono de voz que refleje el cuidado e interés. Nuestro tono de voz tiene cinco veces el impacto de nuestras palabras. Tengamos siempre presente esto y usemos este recurso para edificar al niño.
Este artículo es un resumen del capítulo 8 del libro “Las Palabras de los Padres y su Asombroso Poder” escrito por Norman Wright.
El libro ha sido publicado por editorial Unilit.
Para continuar equipando su ministerio descargue la aplicación de La Fuente y suscríbase
Uno de nuestros objetivos como padres debe ser permitirles a nuestros hijos pensar tan alto de si mismos como Dios piensa de ellos. Si llenamos sus vidas con mensajes positivos acerca de su valor para nosotros y para Dios, desarrollarán una autoestima sana y serán adultos responsables e independientes. Pero en muchas casos, la comunicación entre padres e hijos está llena de mensajes de corrección, de sarcasmo, de negación, y de indiferencia.
Las palabras de los padres que rebajan y humillan a sus hijos, impiden al niño que vea el verdadero valor que tiene y entorpece el desarrollo de su autoestima. Este tipo de mensajes dañan, sobre todo, el desarrollo de las habilidades del niño. Algunas de las consecuencias de palabras negativas que los padres comunican a sus hijos son: El niño se siente inexistente en su entorno, siente que todo lo que hace no tiene importancia, siente que no puede solucionar problemas y que no avanzará en la vida. Cuando Usted niega la capacidad de su hijo en cualquier forma, está enviando un mensaje negativo que es contraproducente para el desarrollo de su futuro.
Los mensajes que edifican son aquellos que comunican al niño algo positivo acerca de ellos mismos. Ellos mismos se valoran más y de esa manera se les abre la puerta para el aprendizaje, el crecimiento, la madurez y la independencia. Necesitamos edificar a nuestros hijos cada día. Los comentarios casuales, espontáneos y las declaraciones cara a cara son buenos, pero también los palabras planeadas y bien elegidas son importantes. Obsérvese por unos días y haga una lista con rayitas cada vez que exprese algo negativo o algo positivo, para descubrir hacia qué lado usted se inclina. Existen dos archivos en el corazón de su hijo; el de las humillaciones y rebajas o el archivo de las palabras positivas y edificantes. Pregúntese, ¿cuál de estos dos archivo está más lleno? Veamos dos tipos de mensajes que edifican al niño:
(1) Las palabras de afirmación y los halagos:
Continuamente tenemos que recordarnos a nosotros mismos a transmitir afirmaciones que edifican, como por ejemplo estas: “Mamá y Papá me aman verdaderamente. Piensan que soy una persona encantadora. Mis necesidades son importantes para ellos. Quieren ayudarme a enfrentar los problemas de la vida y resolverlos. Lo que me sucede es muy importante para ellos. Confían en mí para que piense por mí mismo y haga buenas decisiones.”
(2) La corrección del mal con el fin de mejorar:
Los mensajes correctivos tienen que ser dichos en forma positiva. No corregimos a nuestros hijos para hacerlos sentir mal, sino para ayudarlos a descubrir una mejor forma de hacer algo y tener éxito. En las correcciones que hacen los padres es fundamental decirlos en un tono de voz que refleje el cuidado e interés. Nuestro tono de voz tiene cinco veces el impacto de nuestras palabras. Tengamos siempre presente esto y usemos este recurso para edificar al niño.
Este artículo es un resumen del capítulo 8 del libro “Las Palabras de los Padres y su Asombroso Poder” escrito por Norman Wright.
El libro ha sido publicado por editorial Unilit.
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