La Palabra de Dios dice que los hijos son “herencia de Dios”. Qué regalo tan hermoso y qué privilegio poder ser padres, pero al mismo tiempo, ¡qué desafío formarles y guiarles de modo que desarrollen al máximo su potencial, sean felices y contribuyan al bien de nuestra sociedad!
Por el camino, vamos aprendiendo a ser padres, y en la búsqueda de ser mejores, podemos acudir al consejo de otros padres, de libros y otros materiales, que son muy útiles. Sin embargo, a veces ignoramos que los principios para una paternidad exitosa y para una vida plena están en la Palabra de Dios, la Biblia.
Con respecto al gran desafío de criar a nuestros hijos y atendiendo a lo que espera Dios de nosotros como padres, conversamos con Mario y Magaly Amarilla, que forman parte de la Fundación Principios de Vida y trabajan compartiendo principios para la construcción de familias saludables y la restauración de vidas destruidas por la ignorancia, el egoísmo, el odio y en definitiva, la falta de Dios.

A partir de ahí uno puede ir complementando académicamente a sus hijos a través de la escuela o tener un desarrollo esquematizado de estudios bíblicos o tener una convivencia en un contexto cristiano que tiene los mismos principios y valores.
Magaly: Además de eso, dejamos en claro que lo que buscamos con los cursos que estamos desarrollando es que los padres busquen en la Palabra de Dios los parámetros para una buena educación y que no se basen en su pasado, en cómo ellos fueron educados. En la generalidad de los casos, los padres no son padres de sus hijos sino de su pasado, teniendo en cuenta que recuerdan cómo han sido educados y de esa manera se enfocan en cómo van a educar a sus hijos.
Mario: Si el papá no cumple sus promesas, ese chico difícilmente crea en las promesas de Dios para su vida. Si el papa es autoritario, intolerante, que no perdona, que solamente castiga, esa es la imagen que su hijo tiene de Dios.
Entonces, es muy difícil llevar a ese chico a los pies de Cristo y que crea y que esté convencido de que tenemos un Dios bueno, un Dios que quiere bendecir, un Dios que cumple promesas. Ahondando un poco más sobre el tema de responsabilidad espiritual, ese sería un ejemplo que podemos compartir.
Son dos extremos de la paternidad que mucho daño hacen al niño porque no hay una consistencia, no hay un equilibrio y el chico crece con una confusión y una falta de seguridad muy grande.
Mario: Otro aspecto que realmente crea muchos daños y se traduce en confusión, inseguridad, inmadurez, falta de autoestima, es la incoherencia entre lo que el papá quiere y espera de sus hijos cuando les dice algo y lo que él modela en casa. Siempre los padres proclaman cosas buenas sobre sus hijos y exigen que sus hijos tengan comportamientos buenos, piden reacciones de esa naturaleza. Sin embargo, ellos en contrapartida tienen una actitud contraria a la que están diciendo.
Eso va creando en los chicos una confusión en su corazón. Esto lleva a mucha inseguridad porque el hijo no sabe realmente qué es lo bueno y qué es lo malo. Tiene muchas zonas grises en su conciencia moral, entonces no está seguro cuando va a tomar decisiones.
Ese es un chico que normalmente tiene una mediocridad en sus definiciones, incluso en su vida laboral, profesional, porque nunca está seguro de lo que va a hacer, no quiere tomar desafíos y siempre se siente como de menos en los grupos; no se siente como una persona que tiene una presencia y una autoridad moral frente a los otros. Sencillamente, es una consecuencia de lo que guardó en su corazón durante su niñez.
Magaly: Hay otro aspecto que daña mucho también a los chicos, cuando los padres exigen perfección y no excelencia, cuando ellos mismos no son perfectos.
El problema se produce cuando los padres no aceptan o no permiten que sus hijos puedan fracasar, en el colegio, en cualquier actividad que realicen. Los padres no permiten el fracaso y los chicos crecen con esa inseguridad y con una autoestima muy baja.
Mario: La mejor manera que podemos demostrar es amándole a su mamá.
Insistimos en que la disciplina debe ser modelada por los padres. Siempre los padres quieren que sus hijos sean obedientes, sean educados, sean un modelo, pero la disciplina aplicada no lleva, necesariamente, a ese camino. Por eso pensamos que, si uno desea llegar a una disciplina de excelencia con sus hijos, debe haber una coherencia en ese caminar de los padres. Y que la disciplina es un proceso, que tiene un largo camino.
No podemos decir que uno ya tiene formado a sus hijos a los 5 años, como muchos sostienen. Nosotros creemos que la conciencia moral de nuestros hijos es un depósito que debemos cargar hasta el último día en que estén con nosotros, llenándoles de principios, de valores, de enseñanzas y, sobre todo, con ejemplos de vida.
Magaly: Muchos padres tratan de corregir los errores en la conducta de sus hijos y atacan su identidad en la corrección. Les tratan de inútiles, de torpes, etc.
Pero cuando hay una equivocación del niño lo principal que tenemos que tener en cuenta es buscar qué es lo que motivó ese mal comportamiento y no solamente corregir la conducta. Los padres estamos muy acostumbrados a corregir aquello malo que hizo, pero no a buscar la raíz de lo que hizo.
Uno de los principales cimientos donde se sostiene esa paternidad saludable es un corazón de hijo, sano. Si nosotros como hijos, refiriéndonos a nuestros padres, tenemos un corazón no sano, si tenemos cuestiones que no hemos perdonado a nuestros padres, tenemos amargura, cosas que no hemos resuelto con nuestros padres, difícilmente podamos tener una paternidad exitosa y saludable.
Uno de los consejos para tener una paternidad exitosa es tener un corazón de hijo, sano. Hay opciones. Una de las opciones que está escrita en la Palabra de Dios es el perdón.
Magaly: Para ser un buen padre, tenés que aprender a ser un buen hijo. Lamentablemente no nos preparamos antes para ser padres, podemos ver un montón de folletos, revistas o libros acerca de cómo cuidar a los hijos, pero una vez que están con nosotros, se da vuelta nuestro mundo.
Y nos volcamos tanto hacia nuestros hijos que nos olvidamos de nosotros como pareja, y traemos el mundo al hijo y no el hijo al mundo.
Algo que a nosotros nos ayuda muchísimo a entender lo que sería la paternidad es, justamente, que primero hay que ser buen hijo. Tenemos que tener en cuenta que estamos criando futuros padres y ellos van a hacer con nosotros lo que ven que nosotros hacemos con nuestros padres.
Los entrevistados Mario y Magaly Amarilla llevan 24 años como matrimonio, tienen dos hijas jóvenes: María Lujan y Magaly. Trabajan en la Fundación Principios de Vida desde sus inicios, hace 16 años, luego de que a través del curso Matrimonios para toda la Vida, fuera restaurada su familia.
Actualmente son coordinadores de seminarios de capacitación, preparando al liderazgo de los diferentes ministerios que desarrolla la Fundación y brindando entrenamientos intensivos para nuevos capacitadores.
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