Dios es espíritu, y los que lo adoran, para que lo adoren como se debe, tienen que ser guiados por el Espíritu. Se acerca el tiempo en que...
Dios es espíritu, y los que lo adoran, para que lo adoren como se debe, tienen que ser guiados por el Espíritu. Se acerca el tiempo en que los que adoran a Dios el Padre lo harán como se debe, guiados por el Espíritu, porque así es como el Padre quiere ser adorado. ¡Y ese tiempo ya ha llegado! Juan 4:23
La adoración es toda nuestra comunión directa con Dios: invocación, adoración, meditación, fe, alabanza, oración y recibir instrucciones de Su Palabra, tanto en público como en privado.
Cuando adoramos podemos tener la experiencia preciosa de sentir que Cristo es real, podemos conocerle mejor, sentirle muy cerca pues nos conectamos con la gloria de Dios. En el libro Alabanza a la Disciplina encontramos este párrafo: “Adorar es avivar la conciencia mediante la santidad de Dios, alimentar la mente con la verdad de Dios, purgar la imaginación con la belleza de Dios, abrir el corazón al amor de Dios, dedicar la voluntad al propósito de Dios - William Temple”.
En la Biblia vemos cómo Jesús, continuamente, estuvo adorando al Dios Padre. La adoración se hizo parte de su vida, Jesús nos demostró que la adoración no solo puede ser algo personal, sino que también puede ser de manera comunitaria. La iglesia o la casa de Dios es un lugar especial para adorar a Dios, para encontrarnos con él. Es por eso que a Jesús le apasionaba ir a la casa de Dios.
En Juan 4:23 leemos que la adoración es una forma de acercarnos a Dios de una manera especial. Durante ese lapso de adoración ocurre una conexión sobrenatural entre Dios y el hombre. Es maravilloso destacar que desde un principio se vio el deseo de Dios de conectarse con sus hijos. Él siempre tuvo la iniciativa propia de atraernos hacia Sí mismo. En Génesis, por ejemplo, vemos que fue Dios quien buscó a Adán y Eva.
La verdadera adoración se produce cuando Su Espíritu se conecta con nuestro espíritu. Esto es independiente de cómo sea la liturgia de la iglesia. La adoración es más que cantar, levantar las manos, cerrar los ojos.
El único Ser digno de adoración es Dios, y esto lo aclaró Jesús en Mt 4:10. Adoramos a Dios, no solamente porque Él es Dios, sino por todo lo que Él ha hecho.
La adoración no solo debe ser parte de una reunión conjunta, sino debe ser parte de la vida cotidiana en la que constantemente somos renovados y transformados por el poder de la Presencia de Dios. Vivir una vida de adoración constante es despertar en la mañana y en la quietud adorarlo y decirle a nuestro Maestro que nos guíe, y nos conduzca hacia la dirección correcta. Al hacer eso, una voz apacible nos recordará la forma incorrecta en que hemos actuado con la esposa, los hijos o los vecinos. A través de la adoración hay confesión, arrepentimiento, restauración y transformación divina. La adoración es cambiar. Si nosotros no hemos experimentado un cambio en nuestra actitud durante la adoración, lamentablemente, no hemos estado adorando verdaderamente como deberíamos.
Existen algunos obstáculos que impiden lograr una buena adoración a Dios:
1. Cansancio: muchos prefieren no ir a la iglesia porque están cansados de una larga semana de trabajo.
2. Pretextos: otros se sienten indignos para adorar porque han pecado.
3. Sentimientos de incapacidad: sienten que no tienen el talento suficiente para expresar su adoración al Padre.
4. Pensamientos negativos: puedo desafinar al cantar.
5. Pecados ocultos: murmurar en contra de alguien que nos ha ofendido o dañado.
Fuente
Richard J. Foster (1986) Alabanza a la disciplina. Editorial Betania.
Jay dennis (1999) Los hábitos de Jesús. Editorial Mundo Hispano
J. I. Packer La búsqueda de la piedad.
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Nuestra adoración repercute en nuestra relación con Él, pero también repercute en nuestra relación con todos los demás - Patrick Morley
La adoración es toda nuestra comunión directa con Dios: invocación, adoración, meditación, fe, alabanza, oración y recibir instrucciones de Su Palabra, tanto en público como en privado.
Cuando adoramos podemos tener la experiencia preciosa de sentir que Cristo es real, podemos conocerle mejor, sentirle muy cerca pues nos conectamos con la gloria de Dios. En el libro Alabanza a la Disciplina encontramos este párrafo: “Adorar es avivar la conciencia mediante la santidad de Dios, alimentar la mente con la verdad de Dios, purgar la imaginación con la belleza de Dios, abrir el corazón al amor de Dios, dedicar la voluntad al propósito de Dios - William Temple”.
En la Biblia vemos cómo Jesús, continuamente, estuvo adorando al Dios Padre. La adoración se hizo parte de su vida, Jesús nos demostró que la adoración no solo puede ser algo personal, sino que también puede ser de manera comunitaria. La iglesia o la casa de Dios es un lugar especial para adorar a Dios, para encontrarnos con él. Es por eso que a Jesús le apasionaba ir a la casa de Dios.
En Juan 4:23 leemos que la adoración es una forma de acercarnos a Dios de una manera especial. Durante ese lapso de adoración ocurre una conexión sobrenatural entre Dios y el hombre. Es maravilloso destacar que desde un principio se vio el deseo de Dios de conectarse con sus hijos. Él siempre tuvo la iniciativa propia de atraernos hacia Sí mismo. En Génesis, por ejemplo, vemos que fue Dios quien buscó a Adán y Eva.
La verdadera adoración se produce cuando Su Espíritu se conecta con nuestro espíritu. Esto es independiente de cómo sea la liturgia de la iglesia. La adoración es más que cantar, levantar las manos, cerrar los ojos.
El único Ser digno de adoración es Dios, y esto lo aclaró Jesús en Mt 4:10. Adoramos a Dios, no solamente porque Él es Dios, sino por todo lo que Él ha hecho.
La adoración no solo debe ser parte de una reunión conjunta, sino debe ser parte de la vida cotidiana en la que constantemente somos renovados y transformados por el poder de la Presencia de Dios. Vivir una vida de adoración constante es despertar en la mañana y en la quietud adorarlo y decirle a nuestro Maestro que nos guíe, y nos conduzca hacia la dirección correcta. Al hacer eso, una voz apacible nos recordará la forma incorrecta en que hemos actuado con la esposa, los hijos o los vecinos. A través de la adoración hay confesión, arrepentimiento, restauración y transformación divina. La adoración es cambiar. Si nosotros no hemos experimentado un cambio en nuestra actitud durante la adoración, lamentablemente, no hemos estado adorando verdaderamente como deberíamos.
Existen algunos obstáculos que impiden lograr una buena adoración a Dios:
1. Cansancio: muchos prefieren no ir a la iglesia porque están cansados de una larga semana de trabajo.
2. Pretextos: otros se sienten indignos para adorar porque han pecado.
3. Sentimientos de incapacidad: sienten que no tienen el talento suficiente para expresar su adoración al Padre.
4. Pensamientos negativos: puedo desafinar al cantar.
5. Pecados ocultos: murmurar en contra de alguien que nos ha ofendido o dañado.
Fuente
Richard J. Foster (1986) Alabanza a la disciplina. Editorial Betania.
Jay dennis (1999) Los hábitos de Jesús. Editorial Mundo Hispano
J. I. Packer La búsqueda de la piedad.
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