La Iglesia cumple un rol importante en la vida del misionero, que sirve de columna de apoyo y que le anima y fortalece, principalmente en mo...
La Iglesia cumple un rol importante en la vida del misionero, que sirve de columna de apoyo y que le anima y fortalece, principalmente en momentos en donde es atacado por satanás en cualquier área de su vida con el fin de obstaculizarlo, e impedir que desempeñe su labor de manera adecuada.
En la compilación de Carlos Scott del material “Cuidado Pastoral del Misionero”, encontramos algunas áreas más comunes en las que el misionero es atacado. Allí él nos recuerda las mentiras de satanás hacia el misionero:
Le hace: creer que su vida no sirve para nada. Sentirse desprotegido, a solas, y en gran peligro físico o espiritual, atacándole en su salud física y poniéndole a prueba con la falta de comida, alojamiento, ropa u otros elementos que el misionero crea indispensables.
El misionero necesita entender las promesas de Dios tal cual son y no tener expectativas falsas de que Dios siempre nos va a sanar, liberar del sufrimiento, proveer en abundancia, y darnos la victoria inmediata (II Cor. 1:6; 4:7-11; 7:5; 12:7-10, I Cor. 4:11,12).
Cuando creemos en cosas irrealistas, estamos decepcionados y desilusionados cuando no se cumplen como esperábamos. Conocer bien al Dios verdadero, entender sus caminos, y ajustar nuestras expectativas a esa realidad es muy importante si queremos sobrevivir en el campo misionero. Es parte de la preparación del obrero, pero también parte de la prevención hacerle recordar esas verdades y promesas.
Sentirse amado
Por eso, creo yo que es sumamente importante para el obrero saber que Dios no le va a desheredar, sino que va a seguir siendo su Padre para siempre (Juan 10:27). Esto provee la seguridad necesaria en tiempos de prueba. “¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?...En todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Rom. 8:35,37). Estas dificultades vienen al obrero de Dios, pero no pueden vencer al amor de Cristo ni parar la obra que él quiere hacer a través nuestro.
Sentirse valioso
El misionero debe saber que Cristo murió para rescatarle porque para Dios, él como persona, tiene mucho valor. Dios pagó un precio de valor inestimable al enviar a su hijo a derramar su sangre para rescatar a cada uno de nosotros. Solo un tonto pagaría un tesoro por basura, y Dios no es tonto.
Sentir que su vida tiene propósito
El fruto del espíritu es la evidencia que un creyente está vivo y cumpliendo su propósito (Gal 5:22,23). No es necesario tener grandes logros en el mundo para saber que estamos agrandando a Dios.
Sentirse protegido
Saber que no importa lo difícil de la vida, el poder de Dios va a vencer el poder del diablo (I Juan 4:4).
Sentirse parte de una comunidad
Por el equipo, familia, matrimonio, u otro. Ya somos hijos de Dios y pertenecemos a su familia. Tenemos hermanos en todo el mundo (I Juan 3:1-2).
Provisión de recursos
Dios ha prometido que si le buscamos solo a Él e intentamos cumplir su justicia, El proveerá comida, abrigo y el alojamiento necesario (agua, comida, refugio y ropa). (Mat. 6:33).
En la compilación de Carlos Scott del material “Cuidado Pastoral del Misionero”, encontramos algunas áreas más comunes en las que el misionero es atacado. Allí él nos recuerda las mentiras de satanás hacia el misionero:
Le hace: creer que su vida no sirve para nada. Sentirse desprotegido, a solas, y en gran peligro físico o espiritual, atacándole en su salud física y poniéndole a prueba con la falta de comida, alojamiento, ropa u otros elementos que el misionero crea indispensables.
El misionero necesita entender las promesas de Dios tal cual son y no tener expectativas falsas de que Dios siempre nos va a sanar, liberar del sufrimiento, proveer en abundancia, y darnos la victoria inmediata (II Cor. 1:6; 4:7-11; 7:5; 12:7-10, I Cor. 4:11,12).
Cuando creemos en cosas irrealistas, estamos decepcionados y desilusionados cuando no se cumplen como esperábamos. Conocer bien al Dios verdadero, entender sus caminos, y ajustar nuestras expectativas a esa realidad es muy importante si queremos sobrevivir en el campo misionero. Es parte de la preparación del obrero, pero también parte de la prevención hacerle recordar esas verdades y promesas.
Mario Loss nos habla de las necesidades de los misioneros:
Estas son necesidades de personas en cualquier parte del mundo y en cualquier labor:Sentirse amado
Por eso, creo yo que es sumamente importante para el obrero saber que Dios no le va a desheredar, sino que va a seguir siendo su Padre para siempre (Juan 10:27). Esto provee la seguridad necesaria en tiempos de prueba. “¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?...En todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Rom. 8:35,37). Estas dificultades vienen al obrero de Dios, pero no pueden vencer al amor de Cristo ni parar la obra que él quiere hacer a través nuestro.
Sentirse valioso
El misionero debe saber que Cristo murió para rescatarle porque para Dios, él como persona, tiene mucho valor. Dios pagó un precio de valor inestimable al enviar a su hijo a derramar su sangre para rescatar a cada uno de nosotros. Solo un tonto pagaría un tesoro por basura, y Dios no es tonto.
Sentir que su vida tiene propósito
El fruto del espíritu es la evidencia que un creyente está vivo y cumpliendo su propósito (Gal 5:22,23). No es necesario tener grandes logros en el mundo para saber que estamos agrandando a Dios.
Sentirse protegido
Saber que no importa lo difícil de la vida, el poder de Dios va a vencer el poder del diablo (I Juan 4:4).
Sentirse parte de una comunidad
Por el equipo, familia, matrimonio, u otro. Ya somos hijos de Dios y pertenecemos a su familia. Tenemos hermanos en todo el mundo (I Juan 3:1-2).
Provisión de recursos
Dios ha prometido que si le buscamos solo a Él e intentamos cumplir su justicia, El proveerá comida, abrigo y el alojamiento necesario (agua, comida, refugio y ropa). (Mat. 6:33).