Formando adolescentes con discernimiento: El discernimiento, para muchos, se ha vuelto un tema poco atractivo e inclusive irrelevante. En nuestros día
EL DISCERNIMIENTO Y LAS NUEVAS GENERACIONES
El discernimiento, para muchos, se ha
vuelto un tema poco atractivo e inclusive irrelevante. En nuestros días,
pareciera que otros asuntos captan toda
la atención de las nuevas generaciones: el
propósito de vida, el éxito personal, el alcance en las redes sociales, los sueños por
alcanzar. Y no es que estos temas estén
mal —de hecho, son importantes—, pero
sin la capacidad de discernir, incluso lo
bueno puede convertirse en algo dañino
o engañoso.
Vivimos tiempos de saturación informativa, de voces múltiples que compiten
por nuestra atención y dirección. En ese
contexto, el discernimiento no solo es útil,
sino esencial. Nos permite ver con claridad, tomar decisiones sabias y caminar en
fidelidad a Cristo.
Sumado a esto, rara vez asociamos el
discernimiento como una virtud esencial
para adolescentes o jóvenes. A menudo
creemos que es una temática reservada
para creyentes más maduros o para etapas más avanzadas de la fe. Sin embargo,
la verdad es que nunca ha sido tan urgente como hoy hablar de discernimiento
desde edades tempranas.
Hablar de discernimiento, entonces,
no es un lujo espiritual para unos pocos,
sino una necesidad impostergable en un
mundo lleno de aparentes verdades y caminos que seducen.
¿Qué es el discernimiento?
En uno de nuestros Conversatorios de Jóvenes, hicimos la pregunta: ¿Qué es el discernimiento? Una pequeña niña de nuestra congregación, con una claridad sorprendente, respondió:
«El discernimiento es saber distinguir entre lo bueno y lo malo».
Aunque sencilla, esta definición encierra una verdad profunda. Según Timothy Keller, el discernimiento es «la capacidad de diferenciar entre lo correcto y lo
incorrecto, pero también entre lo bueno y
lo mejor». Como cristianos, notamos que,
a medida que crece el amor de Cristo en
nuestros corazones, también lo hace el
buen juicio (Keller, 2018, pág. 27).
Dan Doriani agrega otra dimensión: el
discernimiento como «la forma de ver las
cosas a la manera de Dios», lo cual nos
permite diferenciar las ideas bíblicas de
las no bíblicas y vivir conforme a la voluntad de Dios (Doriani, 2022).
En otras palabras, el discernimiento
no es solo una habilidad intelectual; es
una expresión espiritual que nace del conocimiento de Dios, y que nos ayuda a vivir de manera coherente con nuestra fe.
1. El discernimiento: una virtud de atención
Gregory Spencer, en su libro Cómo despertar virtudes silenciosas, describe el discernimiento como una «virtud de atención». Vivimos rodeados de tecnologías,
y a medida que avanza se nos hace más difícil reconocer lo que es real y lo que no lo
es (Spencer, 2014, pág. 26).
Tecnología, juegos, redes sociales,
pantallas, estímulos constantes. ¿Cómo
distinguir lo verdadero de lo falso cuando
estamos bombardeados por lo irreal, lo
editado y lo superficial?
El discernimiento es la capacidad de
enfocar nuestra atención en lo verdadero,
en lo eterno, en lo que agrada a Dios. Nos
permite pasar de las simples buenas intenciones a las mejores decisiones. Y lo más alentador es que esta virtud puede
desarrollarse: es cultivable. Muchos adolescentes y jóvenes creyentes carecen de
discernimiento, no por falta de capacidad, sino por falta de formación, conversación y acompañamiento. Sus decisiones
y criterios nos revelan que necesitan guía
espiritual y emocional.
Con mi esposa, siendo líderes de jóvenes por casi diez años, hemos visto cómo
estas generaciones están llenas de información pero vacías de criterio bíblico. El
discernimiento no es solo un tema del
presente; es una necesidad urgente que, si
no se trabaja, se convierte en una bomba
de tiempo con consecuencias futuras. Por
eso, creemos que es fundamental crear espacios de diálogo donde los adolescentes
y jóvenes descubran esta virtud de atención como una herramienta vital para su
crecimiento espiritual.
2. Las nuevas generaciones necesitan discernir la gracia
Uno de los mayores desafíos espirituales
es discernir correctamente la gracia. Muchos adolescentes y jóvenes la entienden
como un concepto: «un regalo inmerecido». Sin embargo, no siempre logran vivirla en su verdadera dimensión.
La gracia no sólo se comprende con la
mente, se experimenta con la vida. Y para
eso, es necesario discernir su profundidad
y su poder transformador. Cuando no se
discierne la gracia, puede ser malinterpretada como licencia para el pecado, como
si fuese un «cheque en blanco» para vivir
sin responsabilidad espiritual.
Pero la gracia no es excusa, es impulso.
Es el favor inmerecido que nos transforma, no solo que nos perdona. Nos llama a
una vida de integridad, libertad y frutos.
Nos invita a vivir como quienes han sido
rescatados, no como quienes aún están
encadenados.
Cada adolescente o joven necesita
discernir el costo de esa gracia que nos
abrazó y nos dio nueva vida en Cristo.
Solo cuando comprendan el valor de la
cruz, podrán vivir con gozo, responsabilidad y gratitud. Como dice la Palabra, «la
gracia de Dios… nos enseña a renunciar a
la impiedad y a los deseos mundanos, y a
vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio» (Tito 2:11-12).
3. Las nuevas generaciones necesitan discernir qué es el cuerpo de Cristo
Hoy, muchos adolescentes y jóvenes asisten a la iglesia por sus amigos, por el ambiente, por las actividades. Y aunque eso
no está mal, existe el riesgo de reducir la
iglesia a un «club social». Eso revela una
comprensión incompleta del Cuerpo de
Cristo.
Y nosotros —líderes, pastores, mentores— somos responsables. Debemos
enseñar, con claridad y amor, que la Iglesia
no es solo un lugar, es una identidad espiritual. Es el Cuerpo vivo de Cristo, gobernado por el Espíritu Santo, y llamado a reflejar su carácter en comunidad.
Bruce Milne, en Conocerán la verdad,
escribe:
«La unión a Cristo implica una santidad visible… Una iglesia extraña a la santidad es extraña a Cristo mismo» (Milne, 2008, pág. 335).
Este es un llamado urgente: enseñar a
los jóvenes a discernir que formar parte
del Cuerpo de Cristo implica compromiso, fidelidad, santidad, perdón, servicio y
comunión. En ese discernimiento, también aprenderán a ver a sus hermanos
como parte de una familia que Cristo
ama. Cuando eso sucede, crece el deseo de compartir la fe y de invitar a otros a ser
parte para experimentar lo que ellos mismos están viviendo.
Palabras finales
El discernimiento no es una virtud opcional. Es fundamental para todo creyente
que desee vivir dentro de la voluntad de
Dios. Hoy más que nunca, necesitamos
enseñarlo, modelarlo y promoverlo entre
las nuevas generaciones.
- Por eso, creemos que es clave resaltar no solo lo que es el discernimiento, sino por qué es urgente:
- Porque nos permite vivir con sabiduría en un mundo saturado de confusión.
- Porque nos ayuda a experimentar la gracia como transformación, no como excusa.
- Porque nos conecta con el valor profundo de ser parte del Cuerpo de Cristo.
Si logramos que los jóvenes disciernan con claridad estas verdades, estaremos forjando una generación que sabrá
vivir con identidad, santidad, propósito y
fidelidad. Y sobre todo, una generación
que glorifique a Dios con su manera de
pensar, decidir y vivir.
Fuentes y referencias
- Doriani, D. (11 de ferbrero de 2022). «¿Qué es el discernimiento?». Coalición por el Evangelio. Recuperado de Biblia y Teología: <https://is.gd/reuDbo>.
