Discipular, ¿un ministerio olvidado? Como iglesia estamos en un mundo al revés, sacudido por crisis morales, múltiples divisiones sociales y vacíos es
LA URGENCIA DE RETOMAR EL DISCIPULADO PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL
Como iglesia estamos en un mundo
al revés, sacudido por crisis morales, múltiples divisiones sociales y
vacíos espirituales. Jesús en su Palabra nos
habló sobre este tiempo, pero también es
un tiempo importante para la iglesia, porque la iglesia tiene un llamado urgente a
desarrollar su misión: ser luz, sal y fermento de transformación, no solo espiritual
sino social, donde quiera que esté plantada.
Sin embargo, esta misión no se logra
con programas o prédicas desde el púlpito solamente, sino con vidas formadas en
el carácter de Cristo. Como afirmó Robert
Coleman (2010): «El plan de Jesús para cambiar el mundo era invertir en unos
pocos que pudieran influenciar a muchos». Esta es la esencia del discipulado.
Es por eso que el Invertir tiempo en el
discipulado no es una estrategia más; es el
método del Reino para producir una
transformación integral, que toque el corazón del individuo y de la sociedad. Ser
una Iglesia útil es ser una Iglesia que forma
discípulos, no solo asistentes. Por eso en
este artículo, reflexionamos sobre el poder del discipulado como herramienta
para la transformación espiritual y social,
inspirándonos en autores clásicos y contemporáneos que han abordado este desafío.
El mandato de hacer discípulos, poco a poco olvidado por la iglesia
Las palabras finales de nuestro maestro,
Jesús, en Mateo 28:19-20, no fueron: «Id y
haced conversos, o en muchos casos
miembros de una organización», sino: «Id
y haced discípulos a todas las naciones,
enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado». La iglesia ha sido
comisionada no solo a predicar, sino a
acompañar procesos de formación espiritual profunda.
Una reflexión de Dallas Willard (2006)
nos lleva a pensar cuando él denunció lo
que llamó «el gran desvanecimiento»: «La tendencia de muchas iglesias a solo
proclamar la conversión, pero a omitir el
discipulado». Según Willard, esto ha creado creyentes inmaduros, que no reflejan
el carácter de Cristo, no han nacido de nuevo y no pueden transformar su entorno. Él escribió:
«El problema fundamental con la Iglesia contemporánea es que ha perdido su intención de hacer discípulos y ha reemplazado la obediencia con la mera afiliación».
Para la iglesia, el discipulado no puede
ser opcional ni secundario. Más allá de
eso, el discipulado es el núcleo de la misión de la iglesia cristiana. Por medio del
discipulado se busca convertir la fe en un
estilo de vida, y que los creyentes formen
y tomen la identidad y el carácter de Cristo, y no de una organización, sino del
reino de Dios. Siendo entonces portadores del reino, vamos a impactar la sociedad.
Tomando en serio el discipulado vamos por el camino de la transformación personal y social
El verdadero discipulado no se limita al
desarrollo espiritual privado, sino que
también produce un impacto público. El
discípulo de Cristo es moldeado en su carácter, pero también es enviado a actuar
como agente de reconciliación, justicia y
esperanza.
Billy Hans Jr. (2022), pastor y autor latinoamericano, destaca que «el discipulado bien entendido forma ciudadanos del
Reino que transforman barrios, comunidades y culturas enteras». Para él, invertir
tiempo en discipular a alguien es formar
un instrumento del reino que llevará luz a
su familia, a su lugar de trabajo, a las estructuras sociales.
Esto fue evidente en el movimiento
metodista liderado por John Wesley,
quien no solo predicó el evangelio, sino
que organizó comunidades de discipulado donde los creyentes rendían cuentas, estudiaban la Palabra y practicaban obras
de misericordia. Wesley creía que la santidad personal debía expresarse en la santidad social. Su impacto fue tan profundo
que contribuyó a reformas en la educación, las cárceles y los derechos laborales
en Inglaterra.
En palabras de Wesley:
«No hay santidad que no sea santidad social. La fe que no actúa en amor al prójimo no es fe viva».
Siendo útiles, el discipulado intencional y relacional: modelemos a jesús
Imitemos lo mejor del Señor Jesús y su ministerio. Él, siendo Dios, con poder, autoridad y santidad, invirtió la mayor parte de
su tiempo no en multitudes, sino en doce
hombres. Él no dejó un programa, dejó
discípulos. Robert Coleman (2010), en su
obra clásica El plan maestro de evangelismo, demuestra que el modelo de Cristo
fue relacional, intencional y reproducible.
Jesús caminó con sus discípulos mano a
mano, los corrigió, les enseñó y les dio responsabilidades.
Lastimosamente hoy, muchas iglesias
están llenas de actividades, pero vacías de
relaciones que forman discípulos de Cristo. Hacer discípulos no se logra con una
clase de una hora semanal, sino con
acompañamiento, vida compartida y formación continua. Coleman advierte que
«la clave del discipulado es la reproducción. Si no estamos formando discípulos
que hacen discípulos, estamos fallando al
mandato de Cristo», dejando de ser útiles.
Para que la iglesia sea útil, debe volver
a este modelo de Jesús. No basta con predicar verdades; hay que encarnarlas en relaciones transformadoras. Debemos modelar a Cristo en su visión, su carácter y su
pasión por la formación de discípulos.
Posibles barreras al discipulado en la iglesia contemporánea
Nos preguntamos muchas veces: ¿Por
qué, si el discipulado es tan central, tantas
iglesias no lo priorizan?
- Primero, una razón es la cultura de resultados rápidos. Discipular toma tiempo, energía y paciencia. No produce números inmediatos, pero produce fruto duradero.
- La segunda razón es la falta de líderes que hagan discípulos. Muchos creyentes no han sido formados en una cultura de mentoría, y por lo tanto no saben cómo guiar a otros. Esto crea un ciclo donde se predica el evangelio, pero no se forma el carácter.
- Y finalmente, existe una desconexión entre lo espiritual y lo social. Algunas iglesias forman discípulos que solo oran y leen la Biblia, pero no actúan ante la injusticia, la pobreza o el sufrimiento humano. Otras enfocan tanto en lo social que olvidan la vida espiritual. El discipulado bíblico integra ambas dimensiones.
La esperanza para el futuro está en la inversión de tiempo en discipular
Invertir en el discipulado no es un lujo, es
una necesidad. Es lo que da esperanza a
una sociedad cansada de religiosidad vacía y ansiosa por modelos auténticos de fe
y poder. Cuando un creyente es discipulado, el poder del Espíritu Santo opera en él,
llevándolo a crecer en santidad, y también aprende a servir, amar, liderar y transformar todo lo que esté a su alrededor.
Como dijo Dallas Willard (2006): «El
mayor problema de la Iglesia hoy no es la
irrelevancia del mensaje, sino la superficialidad de los cristianos que lo proclaman». Para ser útiles, necesitamos invertir
en procesos lentos, pero fructíferos. Formar discípulos es sembrar árboles que darán sombra y frutos abundantes de generación en generación.
Conclusión
La iglesia será verdaderamente útil cuando retome el mandato de Jesús con seriedad: hacer discípulos que vivan la fe en todas las esferas de la vida. No se trata solo
de llenar templos, sino de formar hombres y mujeres que reflejen a Cristo en el
hogar, la empresa, la escuela, la política y
el barrio.
Seamos útiles en el reino: vayamos y
hagamos discípulos. Empieza ya.
Fuentes y referencias:
- Coleman, R. E. (2010). El plan maestro de evangelismo (2.ª ed.). Editorial Mundo Hispano.
- Hans Jr., B. (2022). Discipulado integral: Una visión para transformar comunidades. Editorial Creer y Crear.
- Willard, D. (2006). La conspiración divina: Redescubriendo nuestro papel en el reino de Dios. Vida.
- Wesley, J. (2010). Sermones selectos de John Wesley. Edición recopilada por J. Emory. Abingdon Press. (Obra original publicada en el siglo XVIII).
Por Yemnier Torres (yemstorres@gmail.com)
Yemnier Torres Ledezma es costarricense, pastor de la Iglesia Evangélica Metodista de Costa Rica, vive en el catón de
Osa, en la localidad de Sierpe, en la zona sur del país. Felizmente casado con Mireya Castillo Cordero, tienen una hija
de 7 años. Pastor de las congregaciones Casa de Dios en Sierpe y Lirio de los Valles en Finca 2-4, con una licenciatura en
Derecho, una formación teológica por el Seminario Metodista «Obispo Dr. Luis F. Palomo» y la Universidad Metodista de Costa Rica (UNIMET). En la actualidad está completando un doctorado en Teología con énfasis en Eclesiología
en la Universidad Evangélica de las Américas (UNELA).