Dios es un Dios de comunidad. Desde el inicio de la creación, se nos muestra cómo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo forman una perfecta unidad. La
SENTIDO DE COMUNIDAD Y SERVICIO PARA LA UNIDAD Y EL CRECIMIENTO
En artículos anteriores de esta serie,
hemos explorado factores que pueden debilitar o fortalecer a un grupo
pequeño, así como las características que
lo convierten en una comunidad saludable, como la homogeneidad y las temáticas conectoras. Espero que estas reflexiones hayan sido útiles en su trabajo ministerial.
Hoy quiero destacar dos pilares esenciales para los grupos pequeños: la comunidad y el servicio.
Ser comunidad
Dios es un Dios de comunidad. Desde el
inicio de la creación, se nos muestra cómo
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo forman
una perfecta unidad. La pluralidad en la
frase «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza»
(Gén. 1:26 RV60) refleja esta comunidad
trinitaria. Aunque no profundizaremos
en el concepto de la Trinidad aquí, es importante destacar que estas tres personas
con roles distintos operan como un solo
Dios.
Cuando Dios nos creó a su imagen y
semejanza, imprimió en nosotros esa esencia comunitaria. Esta idea es tan fundamental que Él nos ordenó multiplicarnos
(Gén. 1:28), expandiendo así esa misma
comunidad en la tierra.
¿Cómo se aplica esto a los grupos pequeños? Como cristianos, parte de nuestro ADN espiritual es reflejar a nuestro
Creador. Esto significa que cada grupo pequeño debe funcionar como una comunidad donde todos, siendo únicos, trabajan en armonía.
Cada miembro de la iglesia —y, por
extensión, del grupo pequeño— tiene características propias: habilidades y dones
que los hacen irrepetibles. Es importante
diferenciar entre ambos:
- Habilidad: Algo que me gusta hacer y para lo que tengo destreza, como tocar la guitarra.
- Don (gracia = jarismata): Una gracia especial dada por Dios para edificar el cuerpo de Cristo (Rom. 15:2; 2 Cor. 12:12; Ef. 4:12).
Ambas capacidades vienen de Dios,
pero el don tiene un propósito claro: la
edificación espiritual de la iglesia.
Una comunidad sana trabaja para el
bien común. Volviendo a Génesis, vemos
cómo Dios, en comunidad, creó una obra
maravillosa. El hagamos refleja una labor
conjunta, sin divisiones ni conflictos.
Aunque el texto bíblico no lo detalla, podemos imaginar una perfecta conversación interna donde se acordó cada aspecto del proceso creativo.
Además, la Trinidad no solo creó, sino
que estableció un plan eterno para su
creación, dejando un modelo de unidad
perfecta. ¿No debería cada comunidad
cristiana aspirar a reflejar esa unidad?
Por supuesto, no podemos igualar la
perfección de Dios debido al pecado,
pero como comunidades de fe, podemos
trabajar para edificarnos unos a otros y
glorificar al Dios trino.
Es probable que alguien diga:
- «Pastor, trabajar con mi líder es muy complicado».
- «Hermano, usted no conoce a mi congregación».
Estas excusas son comprensibles,
pero no solucionan el problema. Una comunicación abierta y una actitud cristiana pueden transformar cualquier dificultad en una oportunidad para crecer en
unidad.
Vivir para el servicio
Hemos escuchado muchas veces esta frase: «El que no sirve, no sirve». Esta afirmación, aunque sencilla, encierra una verdad
profunda: Dios creó al hombre para servir,
tanto a sus semejantes como a la creación,
y hacerlo con una actitud de amor.
En Efesios 4:11-16, encontramos una
descripción clara del propósito de Dios:
Él mismo constituyó a unos como apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo. Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y las artimañas de quienes emplean métodos engañosos. Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro.
¿Y cómo logramos esto? Sirviéndonos
unos a otros «en amor» (v. 16).
Sin embargo, es crucial entender qué
es realmente el servicio. Muchos lo limitan a las actividades que realizamos dentro de la iglesia. Pero el servicio es mucho
más que eso. Servir implica hacer todo lo
que contribuya a la edificación del cuerpo
de Cristo, tanto dentro como fuera del entorno eclesial.
Por ejemplo, ayudar a una familia necesitada con alimentos, colaborar con un
vecino para reparar algo en su casa o apoyar a un no creyente en un momento difícil son actos de servicio que glorifican a
Dios y reflejan su amor en acción.
El verdadero servicio no se trata de
hacer solo lo que nos gusta. Podríamos
decir: «A mí me encanta cantar en el grupo de alabanza, pero no me pidan limpiar o acomodar las sillas». Servir a Dios, sin
embargo, es nuestra respuesta de gratitud
por todo lo que Él ya hizo por nosotros.
Esto se traduce en una disposición para
edificarnos unos a otros incluso en tareas
que no preferimos.
Los grupos pequeños son el espacio
perfecto para poner esto en práctica. Allí,
podemos encontrar oportunidades concretas para servir:
- Ayudar a una madre con las tareas escolares de sus hijos.
- Colaborar con alguien que necesita un arreglo en casa pero no tiene los recursos para hacerlo.
El servicio auténtico es aquel que no
espera nada a cambio.
Una reflexión final
El llamado a servir y vivir en comunidad es
un reflejo de nuestra naturaleza como
portadores de la imagen de Dios. Los grupos pequeños nos brindan la oportunidad de ser una extensión tangible de su
amor, edificándonos unos a otros y glorificando su nombre.
¿Qué piensas? ¿Estás listo para convertirte en el «pegamento» especial que
une y fortalece tu comunidad?
Por Óscar Fernández (oskrfh@gmail.com)
Óscar Fernández Herrera es de Costa Rica y es director del
Ministerio Internacional Formador de Formadores, enfocado en la capacitación del liderazgo eclesial y equipos pastorales. Es consultor en temas de familia y consejería, así
como en gerencia de proyectos. Tiene una maestría en Teología y otra en Gerencia de Proyectos. También es pastor y
docente universitario.