Desde el inicio de la Iglesia vemos cómo los creyentes se reunían en casas para crecer juntos y practicar la edificación. Es hermoso ver cómo cada
El grupo pequeño en torno a la palabra de Dios
Desde el inicio de la Iglesia vemos cómo los creyentes se reunían en casas para crecer juntos y practicar la edificación. Es hermoso ver cómo cada vez más la iglesia actual regresa al modelo del Nuevo Testamento. En las tres próximas ediciones tendremos la oportunidad de hablar acerca de tres detalles muy importantes en la vida de los grupos pequeños: la Palabra, las personas y el propósito. Es mi intención poder ayudarte a comprender la necesidad de darle importancia a estos tres elementos en la vida de tu grupo. Sin más dilación, comencemos hoy hablando del primero de estos elementos: la Palabra de Dios.
LA IMPORTANCIA DE APLICAR LA BIBLIA EN LOS GRUPOS PEQUEÑOS
Una de las declaraciones más famosas de Jesús es la que tenemos en Juan 8:32, «y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres». No existe duda al respecto, la Biblia es la Palabra de Dios y tiene el poder de transformar la vida de cada ser humano que la lee confe.Esporesoqueno existe mejor «herramienta» de edificación en la reunión de los grupos pequeños que el uso de la palabra de Dios.
Sin embargo, para que la reunión sea exitosa, es necesario comprender que la forma en la que usaremos la Biblia en ese contexto va a ser muy diferente a cómo lo hacemos en una clase o estudio bíblico de la iglesia. En Vessel, la iglesia que por la gracia de Dios tengo la bendición de pastorear, tenemos una palabra clave para el uso de la Biblia en los grupos pequeños: aplicación. Quiero brindarte algunos consejos prácticos de cómo usar la Palabra de Dios de forma aplicativa en la reunión de los grupos.
EL USO DE LAS PREGUNTAS
Cada semana nuestros grupos se reúnen en diferentes lugares. Por naturaleza son diferentes y reúnen a personas que provienen de distintos trasfondos. Así que no esperamos que estos grupos sean idénticos, pero sí que persigan una meta común: la edificación espiritual. Para lograrlo, el uso de la Biblia es esencial, y la manera en la que lo hacemos es la clave para que cada vida reciba ayuda en su crecimiento espiritual.
El sermón del pastor del día domingo se convierte en el centro de la agenda que cada grupo compartirá, solo que esta vez el tema estará cargado de preguntas para aplicar la verdad de Dios a la realidad que cada persona está enfrentando. Es maravilloso ver cómo preguntas acerca del texto que se discute, relacionadas a la vida cotidiana del creyente, van añadiendo color a la reunión y son usadas por el Espíritu Santo para, poco a poco, ir transformando la vida de las personas. Es muy importante que el facilitador (en realidad esa es la función del líder o guía del grupo pequeño) no se apresure a responder las preguntas y tenga la paciencia para esperar que las personas rompan con sus propios temores a hablar en público. Si la persona que facilita la reunión se acostumbra al «silencio necesario» que precede a la participación de los integrantes de su grupo, será testigo del milagro que produce esta dinámica en la vida de todo grupo pequeño.
Cuando entendemos la importancia de las preguntas de aplicación en la interacción del grupo pequeño, entonces seremos muy cuidadosos de formular las preguntas correctas. Las personas no necesitan sentirse amenazadas ni coartadas de su libertad. Y aunque las preguntas tendrán un toque personal, seremos cuidadosos de que estas no sean tan íntimas que terminen avergonzando a los hermanos y cohibiéndoles de su participación. No olvidemos que principalmente estas preguntas estarán dirigidas al texto bíblico para lograr que la verdad atemporal de las Escrituras pueda cobrar vigencia en la realidad del creyente moderno.
LA BIBLIA COMO HERRAMIENTA
Si en verdad comprendemos que Dios transforma principalmente al ser humano por medio de su Palabra entonces la usaremos todo el tiempo en nuestras reuniones de los grupos. Motivaremos a los hermanos a regalarse versículos de la Biblia según la necesidad que cada uno esté afrontando en el presente. Y les pediremos dejarse dirigir por el Espíritu Santo a la hora de usar su Palabra en la edificación mutua de la iglesia. Esto los motivará a leer su Biblia previo a cada reunión y contribuirá a que cada uno aprenda a depender principalmente del consejo de Dios.
En nuestra iglesia acostumbramos a motivar a los facilitadores de grupos pequeños a que varios días antes de la reunión compartan la agenda que el pastor preparó con los integrantes de su grupo y así cada uno tenga la oportunidad de reflexionar en el tema previo a la reunión. De esa manera cada hermano habrá pasado tiempo con Dios siendo edificado individualmente con la palabra para luego ser usado por Dios en la edificación de otras vidas. Colosenses 3:16 dice: «Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón». ¿Cómo podemos hacer para que la Palabra de Cristo habite entre nosotros? Primero debe habitar dentro de cada uno de nosotros.
El mejor lugar para motivar a los creyentes a llenarse de la Palabra de Dios es en la reunión de un grupo pequeño. Cuando un nuevo creyente observa cómo otros usan la Palabra de Dios con destreza, pero sobre todo cómo la practican en su diario vivir, ellos mismos abrazarán ese estilo de vida guiado por la Biblia. El resultado será una comunidad de creyentes que conoce y vive en la verdad.
DIOS HABLANDO POR MEDIO DE SU PALABRA SIN AÑADIDURAS
Una reunión de grupo pequeño efectiva es aquella donde nadie pretende «ayudar» a Dios, sino que cada uno se da la oportunidad de ser desafiado y ayudado por la Palabra de Dios. Nosotros somos colaboradores de Dios pero nunca sustitutos de su presencia. No olvidemos que todos estamos camino a la madurez espiritual y que nadie es experto en la verdad. Solo Jesús, por medio de la obra de su Espíritu Santo en la iglesia, edifica y restaura a su pueblo. El Espíritu de Dios inspiró a cada hombre que escribió la Biblia, así que un solo versículo de la Palabra de Dios leído oportunamente puede hacer mucho más que una disertación del más versado de los maestros bíblicos.
Los grupos pequeños son una comunidad básica donde la vida de Dios se revela cuando cada creyente tiene como meta dejarse usar para edificar la vida de sus hermanos de fe. Es por eso que un creyente comprometido que participa de la dinámica de estas comunidades debe renunciar a depender de su talento, intuición o sentimientos para depender más de la Escritura, creyendo que esta es suficiente para transformar.
Me considero un creyente ferviente en el modelo de la iglesia basada en grupos pequeños. Creo que la vida en comunidad que en ellos se genera no tiene sustitutos y es esencial para crecer y madurar en la fe. No se puede crecer bien en la vida cristiana si lo intentamos separados del resto del Cuerpo de Cristo, necesitamos crecer acompañados por nuestros hermanos de fe. La mayor edificación de la iglesia ocurre cuando los creyentes convivimos juntos semana a semana. Al compartir el pan, orar los unos por los otros y abrir juntos las Escrituras para que el Espíritu de Dios nos hable, estamos creando el mejor ambiente para que ocurra el milagro del crecimiento espiritual. Por eso te animo a seguir adelante, a practicar la convivencia en la comunidad de los grupos pequeños y a creer en el increíble poder de la Palabra de Dios para transformarnos a todos los que creemos en Él.
No quiero terminar sin antes recordarte las palabras de Pedro en su Segunda Carta, cuando escribió diciendo: «Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones» (2 Ped. 1:19 RV60). Sigamos adelante, unidos como pueblo de Dios y expuestos a su Palabra, para ser edificados mutuamente para la gloria de Cristo.
POR ÁLEX PADILLA
Alex Padilla nació en Santa Clara, Cuba, donde conoció a Cristo como Salvador personal en una iglesia bautista. En esa misma iglesia fue bautizado y recibió el llamado a servir al Señor en el ministerio pastoral. A la edad de 18 años comenzó a predicar y trabajar como misionero plantador de nuevas obras. Después de algunos años viajó a México, acompañado ya de su esposa, para ayudar a plantar una nueva iglesia, y más tarde vino a vivir a Miami donde reside en compañía de su esposa Suanly y sus dos hijos, Michelle e Isaac. En la actualidad pastorea la iglesia Vessel, que junto a su esposa fundaron hace 15 años.