Cómo tomar las mejores decisiones (1/3)

Todos los días y a lo largo de nuestra vida nos pasamos tomando diferentes decisiones que nos ayudarán a superar un día como hoy, así como...

Todos los días y a lo largo de nuestra vida nos pasamos tomando diferentes decisiones que nos ayudarán a superar un día como hoy, así como toda la vida. Decisiones simples como qué ropa vestir, qué comer, a dónde ir, etc. Y decisiones complejas o importantes que trascienden y muchas de las cuales marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso, entre la vida y la muerte.

Nuestras decisiones diarias tienen ramificaciones que van más allá de nuestros intereses. La mayoría de mis decisiones han afectado para bien o para mal las vidas de quienes me rodean; esposa, hijos, amigos, otros.

¿Tú cuál eres?

¿Qué tipo de personas eres? ¿Cómo tomas tus decisiones? ¿Cómo te calificarías?

¿Ves los problemas como retos o amenazas? ¿Eres optimista en el sentido de que los problemas tienen solución y que tienes una fuerte capacidad para enfrentarlos o dudas de tus propias habilidades para solucionarlos? ¿Estás dispuesto a invertir tiempo y esfuerzo en la solución o te frustras y estresas cuando te encuentras frente a un problema?

Según Cásares Arrangois y Siliceo Aguilar algunas de las personas que toman decisio- nes son impulsivas o escépticas, otras son perfeccionistas o integradas.

El impulsivo es aquel que no utiliza su razonamiento, toma decisiones pasajeras en forma precipitada y elige sin tomar en cuenta toda la información sobre el tema en cuestión.

La Biblia nos relata que el rey de Israel Saúl tomó una decisión apresurada en Gilgal, probablemente muy preocupado porque sus tropas estaban perdiendo el corazón ante los filisteos que estaban preparándose para atacar, resolviendo no esperar los siete días que le tomó llegar a Samuel para realizar el sacrificio como estaba establecido. En consecuencia dice la Biblia: « —¡Te has portado como un necio! —le replicó Samuel—. No has cumplido el mandato que te dio el Señor tu Dios. El Señor habría establecido tu reino sobre Israel para siempre, pero ahora te digo que tu reino no permanecerá» (1 S 13.13-14).

El escéptico es aquella persona que elige lo primero que piensa y se siente estresado por la responsabilidad que conlleva tomar decisiones importantes, no invierte tiempo ni esfuerzo al elegir y, por lo general no efectúa un compromiso verdadero.

El perfeccionista es el tipo de gente que piensa demasiado las cosas, por lo que es probable que se le agote el tiempo por no decidirse. Ser perfeccionistas tiene sus ventajas, pero también sus defectos. En ocasiones las constantes autoevaluaciones y críticas, el temor a fracasar y que el resultado no sea lo suficientemente bueno, nos llevan a anticipar los acontecimientos de forma negativa, pesimista y fatalista.

No confundamos este tipo de perfeccionismo con el mandato de Jesús en Mateo 5.48 que se trata de un proceso de ser perfeccionados por el poder de Dios, al confiar en el Señor Jesús y entrenarnos para crecer en la santidad. Digamos con David «Dios es el que me ciñe de poder, y quien hace perfecto mi camino» (Sal 18.32).

Y el integrado es el que toma decisiones haciendo una integración entre sus pen- samientos y sus impulsos, es decir, utiliza tanto su razón como sus sentimientos. Cuando va a tomar una decisión importante analiza y trata de saber a quiénes afectará y cuáles serían los riesgos que podrían surgir, ya sea inmediatamente o en un futuro, y de presentarse alguno tratará de prepararse para afrontarlo.

Algunos mitos sobre la toma de decisiones

1. «Solo tienes dos alternativas, la buena o la mala».
Esto no siempre es así. Pues cuando más reflexionas en la solución del problema, más alternativas encuentras.

2. «No estás preparado/a para tomar este tipo de decisión».
Tomar buenas decisiones no es un comportamiento innato, sino que consiste en comportamientos específicos que pueden ser aprendidos. Así que cuanto más ayuda busques y recibas menos pasivo/a e indeciso/a serás.

3. «Debes controlar o suprimir tus emociones para que puedas tomar decisiones claras y racionales».
Todo nuestro mundo está envuelto en emociones y tratar de mantenerlas «fuera de las cosas serias» no es en absoluto una decisión inteligente. Más bien trata a tus emociones como tu aliadas. Ellas te proporcionan datos sobre ti y sobre el mundo, y son datos increíblemente valiosos. No hay necesidad de suprimirlas o bloquearlas, porque están aquí para ayudar. Comienza reconociendo que las emociones desempeñan un papel fundamental en cómo interpretamos e interactuamos con el mundo. Sólo así podemos empezar a usar las emociones para ser más intencional, pensativo y con propósito.

¿Cómo entonces asegurarnos de tomar decisiones acertadas?

Cuando debes tomar una decisión y estás ante un dilema ¿En qué te basas para tomar la decisión que crees correcta? ¿Tomas la decisión más fácil o la más adecuada?

1. Primero, lo primero: Ora antes, durante y después de tomar una decisión
Nehemías, cuando fue confrontado con la penosa situación de los muros de Jerusalén, dice la Biblia que oró.
«Al escuchar esto, me senté a llorar; hice duelo por algunos días, ayuné y oré al Dios del cielo» (Neh 1.4).
Tres meses después de este hecho, después de haber tomado una decisión y planificado un plan, el rey se percató de su tristeza y le preguntó: «—¿Qué quieres que haga? —replicó el rey». Nuevamente vemos a Nehemías orando en su interior antes de abrir su boca:
«Encomendándome al Dios del cielo, le respondí...» (Neh 2.1-5).

2. Involucra a Dios y su palabra en tus decisiones
Lo segundo tiene que ver con lo primero. Uno de los proverbios del rey Salomón dice: «El principio de la sabiduría es el temor de Jehová» (Pr 1.7 RV60). Tener reverencia por el Señor es crítico para enfrentar cualquier tipo de decisión. Ora buscando que Él esté íntimamente involucrado en todos los aspectos de tu vida personal y profesional.

Reflexión

¿Te has estancado por tus malas decisiones? ¿Qué has aprendido de tus malas decisiones? ¿Tu principal preocupación es cómo verá Dios tus acciones y cómo éstas afectarán la vida de los demás? Determínate a aprender de tus errores pasados y a confiar en Dios y su palabra al tomar decisiones.

Por Manuel Mancuello
(manuel.mancuello@gmail.com)
Está felizmente casado para toda la vida con Beatriz, y juntos tienen dos hijos: Isaías (20) y Mila (9). Cuenta con más de 15 años de experiencia trabajando en las áreas de comunicaciones, proyectos sociales y educación con organizaciones nacionales e internacionales en Paraguay, Ecuador, Costa Rica y EE.UU. Posee una licenciatura en Ciencias de la Comunicación y una maestría en Desarrollo Organizacional. Asimismo cuenta con especializaciones en Didáctica Universitaria, Educación Cristiana y Capellanía Empresarial. Junto a su esposa es voluntario de la Fundación Principios de Vida facilitando cursos y talleres para varones, sobre finanzas y otros temas de interés para la familia.