Evangelio, masculinidad y relevancia cultural de la iglesia Se plantea la encarnación del evangelio como medida para construir una socie...
Evangelio, masculinidad y relevancia cultural de la iglesia
Se plantea la encarnación del evangelio como medida para construir una sociedad donde la masculinidad encuentre su verdadero sentido y valor.La iglesia como comunidad de fe debe crear los espacios donde los hombres modelen y practiquen su espiritualidad. Se considera que la iglesia por medio de la encarnación del evangelio, puede eliminar el sexismo que no solo discrimina y oprime a las mujeres sino a los mismos hombres.
La encarnación del evangelio
La iglesia primera demostró que vivir en comunidad es a lo que nos ha llamado Dios. Green (1996) señala que: «... la encarnación demuestra que Dios se ha metido en nuestro mundo...» (p.134). Dios en la persona de Jesús decidió ser parte de la historia humana. No se quedó lejos, se hizo tan cercano que casi toda su estadía en la tierra, pasó desapercibida. Es hasta los últimos años de su vida que se hace notoria su presencia.La iglesia debe ser visible y atrayente, pero esto solo lo puede hacer cuando encarne el evangelio. Cuando la iglesia se convierta en esa, que refleja a Jesús como luz en la oscuridad, será la atracción para los hombres que andan en busca de vida.
La iglesia al no encarnar el evangelio, se convierte en una institución muerta, fría y nada atrayente para los hombres. Vattimo et al. (1994) señala que: «Hubo tiempos en que Dios habitaba con normalidad en la cultura occidental. Hoy Dios es un ausente. Y lo más llamativo es que no se nota» (p.77).
La ausencia de Dios
La iglesia se enfrenta a una realidad cada vez más creciente la cual es: La ausencia de Dios en la vida de los hombres. Parece que culturalmente se ha marcado que la religión es para las mujeres. Estrada (2001) tratando el tema señala que:La gran dificultad para los cristianos está en que, por una parte, declina la búsqueda de Dios en nuestras sociedades. Dios pierde plausibilidad y credibilidad en el Occidente desarrollado y cada vez hay más personas y sectores sociales que pueden vivir sin él (p.208).
El reto de la iglesia entonces es mostrarse como una institución viva y vibrante que comunica al Dios de Jesús actuante, no solo en lo particular, sino en el colectivo. Dios se ha revelado como el Dios de Israel, esto es, el Dios no de un individuo, sino el Dios del pueblo.
Cómo vemos el mundo
La percepción del mundo por parte de hombres y mujeres es diferente, esto conduce a que las técnicas de trabajo han de ser diferentes. Guadamuz (2007) refiriéndose al tema, señala que: «Trabajar el tema de la masculinidad es trabajar el enfoque de género con hombres. Este trabajo requiere de metodologías y técnicas muy especiales, adaptadas a la mentalidad masculina» (p.7). Guadamuz expresa una: «mentalidad masculina», esto sugiere que la iglesia para alcanzar la participación de los hombres, ha de realizar un trabajo de investigación para aplicar la metodología y las técnicas apropiadas para esta tarea.El trabajo con hombres y la encarnación del evangelio deben estar de la mano. Como seres emocionales los hombres no requieren solamente técnicas teóricas de acercamiento a la iglesia. Siguiendo con Guadamuz (2007) afirma que: «El cambio no es algo fácil ni rápido. El objetivo fundamental es que los hombres puedan aprender nuevas maneras de ser hombres, es decir, nuevas maneras de pensar, de manejar sus sentimientos, nuevas maneras de comportarse» (p.10).
El sistema patriarcal
Siguiendo con el pensamiento de cambio, se propone que el sistema patriarcal ha limitado al hombre y lo ha alejado de su compromiso activo con y en la iglesia. Al respecto Gasteiz (2008) afirma que:En la sociedad y la cultura en la que vivimos, la socialización acarrea unas serias consecuencias para la vida de las mujeres y los hombres. El sexismo es un limitador natural que reduce las posibilidades de las personas para desarrollar sus capacidades y, por tanto, supone un lastre para la libertad individual y colectiva. La socialización sexista en un sistema patriarcal discrimina y oprime a las mujeres, al mismo tiempo que limita a los hombres (p.21).
La limitación de la que escribe Gasteiz es una construcción social. Por lo tanto, se puede cambiar esa forma de entender al hombre y la forma en que el hombre se entiende así mismo. Teniendo esto en cuenta la sociedad y para nuestro caso la iglesia, pueden ayudar en la construcción de una nueva masculinidad participativa.
La encarnación como vínculo social
La encarnación del evangelio se afirma y confirma extendiendo o creando relaciones. La masculinidad de la que estamos hablando tiene su importancia cuando ésta encarna el evangelio y lo comunica a otros. Bauman (2005) refiriéndose a la fragilidad de los vínculos humanos señala que:«La soledad provoca inseguridad, pero las relaciones no parecen provocar algo muy diferente. En una relación usted puede sentirse tan inseguro, como si no tuviera ninguna, o peor aún. Solo cambian los nombres que pueda darle a su amistad» (p.32).
Pero a pesar de la inseguridad que provoca una relación es mejor esta, que no tener ninguna. Ya de por si la inseguridad es inherente al hombre.
La creación de espacios
La iglesia debe proporcionar espacios donde las relaciones se puedan construir. Si los hombres tienen una cosmovisión diferente al de las mujeres, se debe pensar cómo crear esos espacios para ellos. El culto tradicional no crea espacios concretos para fomentar relaciones a largo plazo.La historia demuestra que los hombres buscan fuera de sí una realidad con la cual puedan confrontarse y que les demande lo mejor de ellos. Duran et al. (2003) señala que: «Sin embargo en el corazón de los hombres existe la conciencia secreta pero realmente actuante de la absoluta trascendencia de Dios» (p.210). Por lo señalado se comprende, que Dios actúa en el hombre y se puede decir que su búsqueda no queda satisfecha hasta que el hombre se encuentre con Dios.
Conclusión
La iglesia debe comprender que los hombres viven la espiritualidad diferente que las mujeres. Al comprender esto la iglesia tiene un gran espacio para comenzar a trabajar con la masculinidad. Si la necesidad del hombre es mostrarse competitivo, producir y tener éxito, la iglesia como comunidad activa debe buscar como favorecer al desarrollo de los hombres.La tarea que se le plantea a la iglesia es recuperar el atractivo sociocultural. La iglesia debe ser crítica, tolerante, actualizada, en la que los dogmas desaparezcan. Una iglesia inclusiva pero a la vez exclusiva, donde los hombres encuentren el espacio para mostrar su espiritualidad partiendo de su singularidad.
El objetivo fundamental de la iglesia, es que los hombres puedan aprender nuevas maneras de ser hombres. La masculinidad ha sido desfigurada por un patriarcado que ha limitado a los hombres en cómo deben expresar sus sentimientos y en cómo deben expresar su vida espiritual.
La iglesia debe recuperar el atractivo sociocultural si no quiere seguir perdiendo terreno en este mundo posmoderno, en el que impera la subjetividad. Donde las relaciones son líquidas. El trabajo con hombres es una tarea que la iglesia debe trabajar desde los hombres para con los hombres. Jesús vino a crear una nueva humanidad. La iglesia está para crear en América Latina una nueva masculinidad, activa y participativa. Las limitaciones socioculturales impuestas por el patriarcado serán transformadas cuando la iglesia encarne el evangelio y lo lleve a la práctica.
Acerca del Autor:
Jaime Brenes Rodríguez es costarricense. Casado con Jeannetta Mora, padres de dos hijos jóvenes. Pastor de la iglesia Wesleyana Palabra de Vida. Profesor de teología en UNELA y ESEPA. Director del Instituto Wesleyano en Costa Rica. Tiene una Licenciatura en Administración de Recursos Eclesiásticos y una Maestría en Nuevo Testamento. Está convencido de que la educación teológica es la clave para que la humanidad sea Cristocéntrica.