«No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por C...
La conciencia de sí mismo
Llegó a mis manos hace ya muchos años atrás un buen libro titulado Santos y humanos. El autor plantea la tensión que todo siervo del Señor enfrenta entre lo que se espera del pastor y lo que él realmente es en sus fortalezas y debilidades.Debo confesar que me sentí muy identificado con el tema y recordé en ese momento la tensión que viví como hijo de pastor. Fue en ese momento de mi adolescencia cuando mi padre me habló con tanto amor y objetividad que me ayudó a distender la tensión. Su consejo fue:
«Cuando te digan que debés portarte bien porque sos el hijo del pastor no los escuches, vos debés portarte bien por ser un hijo de Dios. Es a Dios a quien debés agradar y cuando hagas esto entonces llevarás una conducta respetuosa dentro y fuera de la iglesia».
El apóstol Pablo con toda franqueza reconoce «no haber alcanzado todo», pero antes de esta declaración dice estar «convencido de que quien empezó la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Fil1.6 RV60).
Creo que este debe ser nuestro punto de partida. La conciencia de nuestras propias limitaciones y debilidades. Esto no es un justificativo para la mediocridad, pero sí un reconocimiento de nuestra necesidad de que continúe la obra del Señor en nuestras vidas.
Tratar de ignorar o «tapar» la realidad de nuestra humanidad con sus debilidades solo traerá frustración en nuestras vidas y confusión en quienes nos rodean al ver conductas insólitas ya que bajo presión siempre sale a luz la realidad de nuestro ser interior.
La conciencia de la realidad que enfrenta el siervo de Dios
«Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros» (Fil 3.17 RV60).A pesar de la realidad de nuestras propias necesidades está el desafío de ser ejemplo a los hermanos. Es notable cómo Pablo puede hablar libremente de una obra no concluida en su vida y al mismo tiempo pide ser imitado en su conducta.
Es cierto que el siervo del Señor está a la vista de todos como en una vidriera y esta posición puede llegar a ser una carga muy pesada para llevar.
Así es como llegamos a la tensión que producen mis propias expectativas acerca de mí mismo más las expectativas de los que me rodean.
La conciencia de tener una actitud correcta
Se pregunta Jay Kesler, autor del libro Santos y Humanos: «¿Cómo podemos mantener normas bíblicas para el liderazgo y al mismo tiempo seguir siendo personas auténticas y transparentes? Si rechazamos la duplicidad y la norma doble de ser una cosa en el púlpito y otra en privado ¿Con qué las reemplazamos? En resumen ¿Cómo podemos ser santos y humanos?»La respuesta a estas preguntas también está en los escritos paulinos que nos muestran la necesidad de una actitud correcta frente a Dios, frente a nosotros mismos y frente a los demás.
Algunos principios que respetó el apóstol Pablo
1. Un enfoque correcto: Para mí el vivir es Cristo.Cuando perdemos el foco de atención absorbidos por las múltiples responsabilidades ministeriales o distraídos por pensamientos que se ponen de moda entonces abrimos la puerta a la frustración.
Para Pablo había una sola meta y ésta era vivir para Cristo (Fil 1.21); conocer a Cristo, (Fil 3.8); que se cumplan los deseos del Señor para su vida, (Fil 3.12)
2. Un sentir correcto: El sentir de Cristo.
En este tiempo de tanto amor a los títulos es bueno recordar que fuimos llamados a ser siervos. «El que anhela obispado, buena obra desea» (1 Ti 3.1 RV60). El obispado es una posición de servicio más que un cargo o un título.
Pablo nos insta a mantener el espíritu de siervo así como Cristo (Fil 2.5-7). Y no olvidemos que Dios siempre va a respaldar con Su gracia a sus siervos.
3. Un recurso correcto: Todo lo puedo en Cristo.
Este famoso texto que hemos memorizado y repetido infinidad de veces encierra una preciosa verdad. En la Versión Popular leemos: «A todo puedo hacerle frente gracias a Cristo que me fortalece».
En el poder de Cristo podemos enfrentar la tensión generada entre ser santo y humano.
El consejo de Jesús es: «Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público» (Mt 6.6 RV60).
En la intimidad, en la presencia del Señor, donde no podemos fingir, donde toda la verdad de lo que somos queda desnuda, es el lugar apropiado para ser enseñados y fortalecidos para salir al servicio con un corazón íntegro y equilibrado.
Autor de este artículo es Jorge Bernardini
Pastor, egresado del Instituto Bíblico Buenos Aires de la Alianza Cristiana y Misionera, sirviendo en Paraguay desde 1975. Por 25 años ha sido capellán del colegio Johannes Gutenberg. En esta función tuvo la oportunidad de dar conferencias sobre temas de familia y juventud en diferentes instituciones educativas del país. Actualmente es pastor de la iglesia Encuentro con Dios de la ACM en Lambaré. Casado con María del Carmen, tienen tres hijos y cuatro hermosos nietos.
